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Cada año la fundación de origen inglesa Save the Children, realiza un estudio mundial sobre la situación de la mujer y la infancia. Los resultados de la investigación ‘Mujeres en la línea de batalla de la salud: Estado de las madres en el Mundo en el 2010’, dan cuenta que Chile se encuentra en una etapa intermedia a nivel mundial en cuanto a las condiciones para ser madre y como ya es habitual, dentro de los primeros lugares de América Latina. El índice posiciona a Chile junto a Colombia en el 5° lugar para ser madre en Latinoamérica, después de Cuba, Argentina, Uruguay y Costa Rica. Del total de 160 países investigados, nos encontramos en el número 56, siendo el primero Noruega y el último Afganistán.
Las tareas pendientes para mejorar las condiciones de las madres y niños chilenos se relacionan con materias de políticas públicas que los países desarrollados como Noruega ya han definido: Asegurar la educación primaria y secundaria para todos los niños y niñas. En este sentido, los hijos del Rey y los de los inmigrantes recién llegados van a colegios públicos que tienen como objetivo entregar una educación de calidad similar.
Aplicar a nivel normativo políticas de discriminación positiva para asegurar la participación de la mujer en el gobierno a nivel local y nacional (Chile obtuvo en el índice un bajo 14% frente al 40% de Noruega).
Dar acceso a recursos de planificación familiar como métodos anticonceptivos modernos que permitan planificar el embarazo a toda la población, lo que ayuda a asegurar la preparación física y psicológica para dar a luz y cuidar posteriormente al niño.
Finalmente, aumentar el período legal de pre y postnatal (En Noruega está permitido por Ley tomar entre 46 a 56 semanas con goce de entre el 80% y el 100% del sueldo) y asegurar la mayor igualdad posible entre el sueldo de hombres y mujeres.
A nivel macro problemas típicos de países en vías del desarrollo como el acceso al agua potable y alcantarillado, la desnutrición y mortalidad infantil, la asistencia médica durante el parto o la educación primaria ya se encuentran superados o están a punto de serlo. De la misma forma, la esperanza de vida de la mujer en Chile es de 82 años, al igual que en Holanda, Grecia o Nueva Zelandia.
*El índice es construido sobre la base de información proporcionada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNICEF, UNESCO o el Banco Mundial entre otros y está compuesto por dos dimensiones, ‘mujer’ e ‘infancia’.
Comentarios
29 de noviembre
Otra mirada sobre la maternidad
Las madres actuales pertenecemos a una generación de mujeres educadas para tener como metas el desarrollo intelectual y profesional, así como la independencia económica. Como no, si nuestras madres y abuelas vivieron épocas en las cuales las mujeres no tenían derecho a voto, ni podían aspirar a ir a la universidad. Así, en menos de cien años hemos conquistado espacios clásicamente masculinos. Nos hemos insertado en el mundo público, estando presente en todos los ámbitos laborales. Hemos sido independientes, autónomas, eficientes y rápidas. Nos consideramos exitosas imitando modelos masculinos de éxito. Porque los ideales sociales, laborales, e incluso de belleza, siguen siendo construidos desde una mirada masculina. En suma, nuestra identidad de mujeres continúa basada en la aceptación por parte del hombre. Sin darnos cuenta seguimos manteniendo un sistema patriarcal. Y pensamos que éramos revolucionarias.
Para poder desenvolvernos en estos espacios, las mujeres tuvimos que desligarnos de ciertos aspectos intrínsecamente femeninos, que impedían o dificultaban nuestra salida al mundo laboral. Aspectos como el cuidado y alimentación de nuestros hijos durante sus primeros años de vida. Y surgen entonces las salas cuna y la leche artificial, que nos dan la ilusión de que nuestro rol materno es sustituible. Se espera entonces que antes de tres meses después del parto la mujer esté lista para reintegrarse al mundo laboral y el bebé en condiciones de ser cuidado por terceros. Para poder llevar a cabo esta separación, a todas luces temprana, la mujer debe inhibir el instinto a permanecer al cuidado de su hijo. Capacidad innata que todas las mujeres tenemos, pero que culturalmente (para que la mujer pueda acceder al mundo público) es coartada. Como consecuencia de este corte (o como racionalización que lo permita), se ha desvalorizado la maternidad y la función de cuidado de los hijos. Si la mujer es exitosa mientras está en el mundo externo y sea económicamente productiva, entonces permanecer cuidando a su bebé es equivalente a postergarse, no realizarse. Porque al estar en el mundo privado la mujer se torna invisible. Al dedicarnos a estas tareas las mujeres perdemos la identidad construida en el mundo externo.
El debate sobre la extensión del postnatal ha propiciado una discusión en la que se escuchan cada vez más voces (en los foros, redes sociales, movimientos ciudadanos) que cuestionan el paradigma oficial que nos dicta la sociedad de consumo y éxito individual. Cada vez hay más mujeres que quieren tener la libertad de dedicarse a criar personalmente a sus hijos en lugar de trabajar, sin ser discriminadas social, laboral y económicamente por ello. Porque la pediatría, psicología y las neurociencias han venido a reafirmar lo que el instinto nos dice, que los bebés están mejor cuando permanecen al cuidado de sus madres.
De esta manera la extensión del postnatal no es solo una discusión sobre cuántas son las semanas óptimas para fomentar la lactancia, o para prevenir enfermedades en los niños. Es la oportunidad para preguntarnos cuál es el valor que le damos a la maternidad y al cuidado de los niños. Cómo podemos proteger a las mujeres y familias en etapa de crianza. Cómo hacemos para que la decisión de dedicarse a criar o trabajar pueda ser tomada libremente, sin presiones sociales ni económicas. Es el momento de detenernos a pensar, tomar conciencia de dónde estamos y para dónde vamos como sociedad.
Esta sí que es una revolución.
Leslie Power
Francisca Montedonico
http://www.espaciocrianza.cl
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29 de noviembre
Irónicamente en Chile se produce una especie de doble discurso donde por un lado y desde un punto de vista moral, se habla de la familia, de los hijos, del envejecimiento de la población, la maternidad responsable, etc y por otro, desde un punto de vista institucional, se sanciona la maternidad.
Esa dualidad genera mucho ruido…
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