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Los encapuchados: la barbarie en acción

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Los encapuchados han sido un dolor de cabeza! Qué duda cabe! Para quienes se manifiestan, para quienes sufren sus consecuencias, para quienes respaldan las ideas, los conceptos que están tras los movimientos sociales.

Sin querer queriendo, con sus acciones, los encapuchados están contribuyendo a perpetuar la vigencia de un modelo económico social que tiene al país sumido en un malestar cuya duración se está prolongando en demasía.

En efecto, los encapuchados están logrando objetivos que probablemente no tenían en carpeta. A modo de ejemplo, están logrando reducir los niveles de adhesión a las movilizaciones, están incrementando los niveles de escepticismo sobre las reales posibilidades de que las reformas, por las que supuestamente pregonan, se concreten. Esto es, están llevando agua a otro molino.

A un molino que junto con multiplicar sus actuar destructivo y sembrar inseguridad, espera agazapado su turno para instalar la dictadura que les provea la paz y seguridad que caracterizan a los cementerios. Un molino que en el fondo celebra alborozado sus actuaciones.

En democracia, en un estado de derecho, allí donde existe el debido proceso, los encapuchados no tienen razón de ser, y por lo tanto, su existencia debe ser constitutiva de delito. Bajo la dictadura, los que daban la cara, las vieron negras; en democracia, los que las deben ver negras son los encapuchados, no los que dan la cara.

La democracia tiene todo el derecho a defenderse de quienes nos quieren retrotraer a tiempos violentos. La violencia nada engendra. El único camino hacia el progreso es el de la paz, la no violencia, el diálogo, el mirarse cara a cara, al descubierto. No hay atajos.

Lo que en el fondo pareciera que están cuestionando los encapuchados es si realmente estamos en democracia o si seguimos en dictadura. Si bien nos falta para tener una democracia como Dios manda, con todas sus limitaciones, que no son pocas, no podemos ignorar que podemos expresarnos y disentir pacíficamente, sin que esbirros propios de las dictaduras nos vengan a sacar de las casas para hacernos desaparecer.

La democracia tiene todo el derecho a defenderse de quienes nos quieren retrotraer a tiempos violentos. La violencia nada engendra. El único camino hacia el progreso es el de la paz, la no violencia, el diálogo, el mirarse cara a cara, al descubierto. No hay atajos.

En el caso particular de las marchas estudiantiles, frente a la incapacidad por evitar la infiltración de encapuchados y la consiguiente secuela de destrucción, es hora de hacer un alto para reflexionar sobre caminos alternativos, pacíficos, que ayuden a sumar adhesión en vez de restar; que ayuden a acelerar las reformas, en vez de retrasarlas.

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2 Comentarios

MARIA SANTIBAÑEZ

En tiempos de dictadura se PROTESTABA SE MARCHABA A CARA DESCUBIERTA, Los Pingüinos instalaron exigieron Educación de calidad, la Concertación les engañó, recuerdan las Manitos Arriba, Luego la Nueva Mayoría, PC, les apoyaba en las calles,ahí se dio inicio a la VIOLENCIA,DESTRUCTIVA,INCITABAN AL ODIO, Hoy se Querellan Acusan , si están»»’ COSECHANDO LO QUE SEMBRARON»» LOS DIRIGENTES DEBEN CAMBIAR SU ACTUAR DEFINITIVAMENTE , ser Creativos,ASUMIR ERRORES, NO ACEPTAR LA COOPERACIÓN POLÍTICA, QUE LOS USA, EXCLUSIVAMENTE PARA SUS FINES, CIUDADANÍA AGOTADA DE LOS ASALTOS, ROBOS, MOLOTOV,DESTROZOS PÚBLICO ,PRIVADO, RECUPERAR EL »’RESPETO»’ PARA EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL ES VUESTRA TAREA ,

Servallas

Tengo la sensación que el diagnóstico esta errado, un encapuchado en general es alguien que no quiere ser reconocido, que no quiere mostrar su identidad y por lo tanto tiene libertad de maniobras, libertad para dañar a otros, desde este enfoque, un encapuchado no es alguien que le interese la democracia, porque es tremendamente honroso luchar por ella, tampoco es alguien que le interesen los cambios sociales, los haría saber en todos los frentes, dialogando, convenciendo, intentando promoverlos a cara descubierta y con argumentos creíbles, no con slogan ideológicos, tampoco es un opositor a un gobierno porque no evidencia ninguna alternativa de gobierno más o menos articulada, tampoco podemos considerarlo una víctima porque no hay evidencia que esté atrapada en alguna moledora de carne del sistema, quizás nunca pisó o cotizó en una Isapre, o pagó algún impuesto en la tesorería. Entonces ¿qué es?, pienso que es resultado de dos situaciones, una vida aburrida detrás de los juegos de computador, de tanto comer papa fritas y hamburguesas, de wasapear y carretear, y por el otro, de una sociedad que no quiere problemas, que se acostumbró al delito, a la fatalidad de que otros le hagan daño, una sociedad que se ató de manos sola generando una serie de leyes garantistas que protegen a los malos.