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Estaremos todos de acuerdo en que la dignidad humana es un valor, el cual ha sido reconocido naturalmente como uno de los más preciados e irrenunciables de la condición humana.
Pero nuestra sociedad ha hecho caso omiso de una realidad dolorosa que afecta a muchos de nuestros ciudadanos, y en el futuro cercano, con mayor frecuencia, dadas las expectativas de vida del chileno de este siglo XXI.
No es necesario detallar para graficar -ya lo hizo un programa de televisión- la degradación de la condición humana a la que en muchísimos casos llegan los adultos mayores. Quien haya conocido de cerca a un adulto mayor con demencia senil o enfermedad de Alzheimer entenderá de qué estamos hablando.
Cuando hasta la propia familia es incapaz de dar el soporte necesario al adulto mayor, por muchas razones, entre ellas económicas, pero sobre todo de la dedicación que requiere cada caso en particular. Cuando para dar apoyo a un adulto en esta condición se requiere casi de la inmolación del pariente que brinda los cuidados y atenciones, si es que existe este pariente. Cuando la mayoría se encuentra arrojada y abandonada en las mal llamadas “Casas de Reposo”.
En todos esos casos, es deber del Estado hacerse cargo del adulto mayor cuando éste llega a una condición de incapacidad física, disfunción fisiológica y deterioro grave de sus facultades mentales.
Se requiere de una institucionalidad que brinde las atenciones profesionales, con personal capacitado y vocación de servicio, remunerado adecuadamente, que trabaje en régimen de turnos 7×24 y supervisado por personal médico (geriatras, enfermeras).
Recomiendo encarecidamente, como ejemplo y modelo a tener presente, la institucionalidad que se ha dado Suecia para enfrentar y resolver este problema humanitario.
Resulta incomprensible que en nuestro país nadie impulse responsablemente una política social en relación a esta realidad que asecha nuestras vidas, a la cual todos vamos encaminados en mayor ó menor medida. No quiero creer que esta desidia de nuestros políticos sea porque los ancianos discapacitados ya no votan. Se olvidan que el círculo cercano del adulto incapacitado y el círculo mayor que es la sociedad, se lo agradecerán. Las causas nobles siempre son reconocidas y algo de humanidad debemos conservar.
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Foto: Nunca creas aquello de que tienes una vida por delante – Sidi Guariach / Licencia CC
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