Ante lo que acontece actualmente (marzo de 2020), es inevitable no pensar ni cuestionar diversos aspectos relacionados con nuestro sistema social. Chile venía pasando por un proceso intenso, un estallido social, el cual fue y sigue siendo una irrupción popular legítima, que a pesar de sus aristas puso en el debate diversas demandas sociales que hoy adquieren sentido, entre las que se destaca el sistema de protección social.
Definir de forma absoluta la protección social es bastante complejo, pero como aproximación conceptual podemos tomar en cuenta lo que plantean Cecchini, Filgueira y Robles (2014) de la CEPAL, quienes aluden que es un mecanismo que pretende integrar una variedad de medidas orientadas a construir sociedades más justas e inclusivas, y a garantizar niveles mínimos de vida para todos.
En Chile, según la actual constitución, el Estado adquiere un rol subsidiario, por lo que carece de grandes facultades, y a su vez, la política pública y social, como acción del estado desde un gobierno, es predominantemente focalizada, lo que conlleva que las garantías con las que cuenta la ciudadanía sean casi nulas, perpetuándose una sociedad individualista, dirigida por las lógicas del mercado y los privados. Es así que, no se visualiza un reconocimiento mínimo de derechos económicos, sociales y culturales, por lo que las acciones son solamente paliativas, y estas están dotadas de un pseudo bienestar.En Chile, según la actual constitución, el Estado adquiere un rol subsidiario, por lo que carece de grandes facultades, y a su vez, la política pública y social, como acción del estado desde un gobierno, es predominantemente focalizada.
Con la expansión del COVID-19, todos estos aspectos adquieren trascendencia, sin duda no existe un sistema de bienestar y de protección social perfecto en el mundo, puesto que todos tienen sus aristas, pero lo relevante a distinguir es que algunos procuran poner más en el centro la dignidad humana como principio fundamental, lo que genera que estos sucesos sean mas llevaderos.
Para Chile quedan muchos componentes en tensión, y pareciera que habría que preguntarse qué privilegiar más, si lo económico y productivo, o la dignidad y los derechos de las y los diversos actores que componen nuestra sociedad; o también, si es posible equilibrar ambos aspectos, ya que cualquier acción antojadiza puede traer consecuencias negativas, sobre todo cuando no existe un piso mínimo en el cual transitar, y no existe un reconocimiento efectivo de derechos humanos, porque fundamentalmente los derechos económicos, sociales y culturales son casi inexistentes, dándose una transgresión constante en materia de seguridad social, salud, educación, vivienda, trabajo, etc.
Por último, espero que Chile pueda pasar por un proceso de diálogo social, y que el plebiscito para una nueva constitución postergado para nueva fecha logre realizarse, para que así prontamente, en base a la respuesta dada allí, se pueda trabajar en la construcción de nuevas bases y pisos mínimos, para que, de esta manera, ante nuevas eventualidades adversas, exista un mínimo temor, porque al contar con un sistema de protección social sólido, será este quien nos resguarde de algún modo.
Cecchini, S., Robles, C., y Filgueira, F., 2014. Sistemas De Protección Social En América Latina Y El Caribe: Una Perspectiva Comparada. [online] Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL].
Comentarios