Creo que muchos en nuestra infancia escuchamos hablar de la leyenda cherokee de los dos lobos. El viejo sabio se dirige a su nieto y le explica que, en el corazón de cada persona, se desarrolla una batalla entre dos lobos: uno de ellos es la ira, la avaricia, la arrogancia; la otra fuerza es la bondad, el amor, la esperanza y la compasión. El nieto del sabio le pregunta. ¿quién gana?, a lo que el abuelo le responde “aquél al que tu elijas alimentar”.
Como sociedad hemos enfrentado un momento sin precedentes, un estallido social que ha obligado a todos a remirar en profundidad la manera en que como país queremos enfrentar el futuro. Y en medio del panorama, destaca con fuerza, incluso con fiereza, uno de los aspectos que tiñen la manera en la que expresamos o recibimos la palabra de unos y otros: la naturalización de la violencia. No corresponde limitarse a la violencia física, el fuego que arrasó con las estaciones de metro o los supermercados. Nuestra forma de dialogar, las palabras que ocupamos, y muchas veces la ausencia de la escucha en un intento por dialogar, son formas de violencia que merecen ser desarraigadas de nuestro actuar, pero de las que en este momento no nos hacemos cargo. Necesitamos desterrar la violencia en nuestro diálogo para realmente construir puentes y evitar a futuro un conflicto que cueste vidas humanas para llegar a ponernos de acuerdo.
Pero, ¿cómo se hace? Aquí aparece con fuerza el concepto de prevención y de formación de nuestros niños, niñas y adolescentes. Para evitar la violencia (y otras muchas problemáticas del comportamiento de nuestros jóvenes como el consumo de drogas, la deserción escolar o la delincuencia) es clave trabajar sobre los factores de riesgo y protectores que están a la base de estas conductas. Fundación San Carlos de Maipo ha aprendido este concepto a partir del trabajo con la Universidad de Washington, y lo ha puesto en práctica a través de la implementación de programas basados en evidencia como ICPS, que otorga habilidades socioemocionales en niños preescolares; Familias Unidas que trabaja la habilidad comunicacional de padres de niños preadolescentes; o Saliendo Aprendo, programa que trabaja el respeto y la convivencia escolar en niños de 5to básico.El respeto, la escucha activa, el reconocer mis emociones y las de los demás, son conceptos que se aprenden y se enseñan, como se aprende y se enseña a sumar.
El respeto, la escucha activa, el reconocer mis emociones y las de los demás, son conceptos que se aprenden y se enseñan, como se aprende y se enseña a sumar. En la formación de estas habilidades nos jugamos el futuro de nuestro país, un futuro en donde tengamos la misma sed de justicia, pero acompañada de ciudadanos ávidos de abrir las ventanas al diálogo. En la urgencia que nos llama a priorizar nuestras acciones, priorizar la prevención de conductas problemáticas es el camino del futuro que no podemos volver a hipotecar. Solo así alimentaremos al lobo correcto, todos juntos, como un nuevo Chile.
por Raúl Perry
Director Social de Fundación San Carlos de Maipo.
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