El contexto de pandemia actual sin duda nos ha hecho mirar de frente las graves deficiencias que tenemos como país en materias de seguridad social. Todas esas deficiencias que observábamos desde los relatos tercerizados o inscritos en las pancartas que se levantaban en las marchas de distintos movimientos sociales, poco a poco a fines del 2019 comenzamos a sentirlas propias y decidimos reclamar con fuerza en los intensos meses de revuelta social.
Por años los trabajadores/as de la Salud y los usuarios del sistema público de forma organizada levantaron la voz, levantamos la voz, para demandar la importancia de fortalecer el sistema de salud pública a través de una mayor inversión que permitiera a los hospitales contar con los recursos necesarios para entregar a la población una salud pública gratuita oportuna y de calidad.
Sin embargo, en estos últimos dos años se fortalecieron más aún los proyectos que venían a perpetuar la compra de servicios, traspasando grandes sumas de dinero a la empresa privada. Nos quisieron seducir con un Fonasa plus, un seguro para la gran clase media y un plan universal que supuestamente iba a garantizar la atención en salud. Y claro, probablemente así sería, siempre y cuando el paciente cuente con el dinero para pagar los seguros complementarios, obligando a cada usuario a meterse la mano al bolsillo para tener una atención de salud digna.
Por otra parte, La herencia de hospitales concesionados que prometían calidad, hoy son una muestra más del lucro instalado con las necesidades de las personas y de las deficiencias que tiene un recinto hospitalario administrado como si fuera una empresa donde el bien transable son las enfermedades de cada uno de nosotros/as y no existe un interés en la salud.
Nada más lejos de reconocer que la salud es un derecho que permite garantizar el bienestar de cada uno de nosotros/as y el cual debe ser garantizado en toda su amplitud conceptual por el estado.
Todas las deficiencias de la salud pública que hoy salen a la luz a razón de la pandemia, no son más que la evidencia de un desmantelamiento intencionado persistente y progresivo de las sistema actual de salud , bajo la visión y convicción de que la salud es un bien de consumo transable en el mercado sin importar el impacto que ello tenga en la salud y vida de miles de chilenos.
Todas las deficiencias de la salud pública que hoy salen a la luz a razón de la pandemia, no son más que la evidencia de un desmantelamiento intencionado persistente y progresivo de las sistema actual de salud.
En estos últimos días hemos visto, un colapso altísimo en nuestros hospitales, las urgencias sobrepasadas, falta de equipamiento, de insumos, de personal, de medicamentos y de elementos de protección para los/as trabajadores/as, muertes. La falta de implementación de medidas de cuidado temprano para la población, como la cuarentena total, la insistencia de recuperar la normalidad sin ningún criterio sanitario, nos han llevado a una situación grave de contagios y a vivenciar que no tenemos el mejor sistema de salud del mundo.
Muchos/as de nosotros/as lo dijimos de forma reiterada al gobierno, siendo insistentes en que nuestros hospitales no darían abasto, no serían capaces de dar respuesta a la demanda si no contaban con más recursos y si no se implementaban las medidas sanitarias con responsabilidad hacia la vida de las personas y no hacia el resguardo de la economía. Porque el único factor que hace de la salud chilena una de las mejores a nivel mundial es el compromiso, vocación y profesionalismo de cada integrante del equipo de salud, características que esta vez no serían suficientes para dar frente a esta pandemia.
El modelo neoliberal imperante que conduce las decisiones actuales de la autoridad debe ser puesto en jaque, considerando por las graves consecuencias que hoy sufrimos a razón de sus decisiones que defendieron la economía por sobre la vida y salud de las personas.
Mientras esperamos el acto político que nos permita cambiar la constitución y garantizar la salud como un derecho, resulta imperioso transitar hacia un estado garante y solidario en materias de seguridad social que nos permitan mantener en tiempos de crisis nuestro bienestar, nuestra salud a través de un equilibrio y sinergia entre cada uno de los determinantes sociales que la impactan.
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