Nuevamente aparece una persona que se niega en vacunar a su hijo, con el falso argumento y, que nace del engaño, de una relación entre vacunas preservadas con timerosal y el autismo. Se dice que los niños vacunados tienen mayor posibilidad de desarrollar la enfermedad, y el motivo es el “etil mercurio” contenido en el timerosal.
Haciendo memoria, esta idea se origina del artículo aparecido en la revista The Lancet en 1998, escrito por Andrew Wakefield, un ex cirujano e investigador que relacionó la vacuna triple vírica con el autismo, lo que luego se extendió al resto de las vacunas.Si la gente se vacuna por debajo de ciertos índices, las enfermedades pueden reaparecer y en un proceso evolutivo en versiones más agresivas y difíciles de combatir.
En un corto lapso de tiempo cayeron los índices de vacunación en Inglaterra y Estados Unidos, y como resultado reaparecieron los casos de sarampión y paperas, incluso con casos fatales.
A raíz de la irresponsabilidad de Wakefield y su fraudulento artículo, ya que muchos de los datos fueron inventados, fue expulsado del colegio de médicos. Además, había conflicto de intereses, ya que trabajaba para los abogados que pretendían demandar a los fabricantes de la vacuna triple vírica y su artículo tenía ese objetivo.
Pero el daño ya estaba hecho y cada cierto tiempo aparecen personas que, con las mejores intenciones y dejándose llevar por falsas creencias promovidas por conspiranoicos y seguidores de las pseudociencias, no quieren vacunar a sus hijos, haciendo oídos sordos a los argumentos científicos. No piensan que con su actitud no solo dañan a su hijo, sino que también afectan a la comunidad. Si la gente se vacuna por debajo de ciertos niveles, las enfermedades pueden reaparecer y en un proceso evolutivo en versiones más agresivas y difíciles de combatir. El principal riego de las vacunas, es precisamente no vacunarse
Además, hasta hoy no se ha demostrado que exista alguna relación causa y efecto entre el timerosal, el “etil mercurio” y el autismo. Por ejemplo, en países donde se vacuna sin este preservante, la enfermedad continúa como si nada.
Voy a agregar que la mayoría de nosotros consumimos más mercurio a través del pescado, principalmente de peces predadores como el atún y, en este caso, con su versión más tóxica llamada “metil mercurio”, que sí se acumula en nuestros tejidos, algo que no ocurre con el “etil mercurio” de las vacunas, que es desechado en pocos días por el organismo sin llegar a acumularse.
La vacunación claramente ha demostrado ser beneficiosa para la humanidad. Gracias a ellas hoy muy poca gente se enferma y muere de sarampión, viruela, paperas o queda limitada por la poliomielitis, enfermedades que antes de la vacunas solían asolar a la humanidad.
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