En los inicios de la controversia timerosal versus trastornos del neurodesarrollo, los Geier, padre e hijo, estaban muy escépticos. Paralelamente Geier padre, en el ejercicio de su profesión, era testigo de un aumento explosivo de casos de diferentes trastornos del neurodesarrollo infantil. Sabiendo que los trastornos genéticos son más lentos en presentarse a través del tiempo, algo no cuadraba en el repentino estallido de casos.
Dr. Mark Geier (padre) MD, PhD, FACMG, ABMG. Ha sido miembro y director del Centro de Genética de América. Ha ayudado a desarrollar servicios en el área de la genética que incluyen ultrasonidos prenatales de imágenes de alta resolución, procedimientos de amniocentesis, consultoría de embarazos de alto riesgo para desórdenes genéticos hereditarios múltiples. Ha trabajado para el tratamiento y evaluación de más de mil pacientes diagnosticados dentro del espectro autista y ha publicado más de 130 estudios en las áreas de la genética, epidemiología, autismo, vacunas. Entre otros, fundador de la ASD Centers of America.
Dr. David Geier (hijo) BA. Graduado con honores de la Universidad de Maryland en Biología e Historia y de la fundación de estudios avanzados del Instituto Nacional de Salud. Graduado de la Universidad George Washington en las áreas de bioquímica, inmunología vacunas, enfermedades infecciosas, epidemiología clínica y métodos de epidemiología. Ha publicado más de 60 estudios de estos temas y más de 30 estudios en la relación de la genética, bioquímica y cambios hormonales en autismo. Su investigación ha aportado nuevas visiones para el tratamiento de esta patología. Fundador de la coalición para medicamentos libres de mercurio.
En los inicios de la controversia timerosal versus trastornos del neurodesarrollo, los Geier, padre e hijo, estaban muy escépticos. Paralelamente Geier padre, en el ejercicio de su profesión, era testigo de un aumento explosivo de casos de diferentes trastornos del neurodesarrollo infantil. Sabiendo que los trastornos genéticos son más lentos en presentarse a través del tiempo, algo no cuadraba en el repentino “estallido de casos”.
El timerosal fue incorporado por la empresa Eli Lilly en 1930 y coincidentemente el autismo fue diagnosticado por primera vez en 1942.
El año 2000 un científico epidemiólogo Dr.Verstraeten planteó, en base a datos de 100.000 niños, que el aumento en los casos de autismo estaba directamente relacionado con la introducción del timerosal en las vacunas. Según Kennedy Jr “el gobierno ha demostrado ser mucho más hábil ocupándose de los daños y perjuicios que protegiendo la salud de los niños. El CDC pagó al Instituto de Medicina (IOM) para que llevara a cabo una nueva investigación para encubrir los riesgos del timerosal, exigiendo a los investigadores que ‘descartaran’ su vínculo químico con el autismo. El Instituto ocultó las conclusiones de Verstraeten, a pesar de que se había programado que se publicarían inmediatamente y les dijo a los otros científicos que sus datos originales se habían ‘perdido’ y que no podían repetirse. Además, para engañar a la Ley de Libertad de Información entregó su enorme base de datos de la vacuna a una empresa privada, declarando que estaban fuera del alcance de los investigadores. Cuando finalmente Verstraeten publicó su estudio en 2003, ya había empezado a trabajar para GlaxoSmithKline y había modificado su información de manera que el enlace entre el timerosal y el autismo quedara oculto”.
La IOM (Instituto de medicina de EE.UU.) se apresuró en concluir en 2004 que no había ningún vínculo comprobado entre timerosal y autismo, pero ante la enorme evidencia científica del daño causado por el timerosal y “presionado por el Congreso, por los padres y por algunos miembros de su propio equipo, el IOM convocó, a regañadientes, un segundo equipo para que revisara las conclusiones del primero. En febrero, el nuevo equipo, compuesto por varios científicos criticó al primero por su falta de transparencia e instó al CDC (Centro Control Enfermedades) que pusiera a disposición del público su base de datos de la vacuna. No obstante, hasta el momento solamente dos científicos han logrado tener acceso. El Dr. Mark Geier, director del Centro de Genética de América y su hijo, David. Ambos estuvieron años luchando por conseguir los documentos médicos del CDC. Desde agosto de 2002, cuando miembros del Congreso presionaron al organismo para que entregara la información, los Geier habían completado seis estudios que demuestran una fuerte correlación entre el timerosal y el daño neurológico en los niños” (Inmunidad Mortal. R. Kennedy Jr 2005).
La testosterona hace a los niños más sensibles a los daños del mercurio y el Dr. M. Geier ha recuperado a muchos niños afectados disminuyendo temporalmente en ellos los niveles de testosterona, utilizando “Lupron”, que también y en dosis mucho más altas es usado para castrar químicamente a pedófilos en EE.UU. Esto fue el pretexto perfecto para la «farmafia». Aunque el Dr. M. Geier, de trayectoria impecable, ha podido recuperar a decenas de niños atrapados entre la testosterona y el mercurio, la «farmafia» consiguió que le quitaran la licencia, dejando de paso a muchos niños a la deriva sin la posibilidad de recuperarse. Aún así, no podrán contra la verdad a veces insondable, pero omnipresente que se devela cada vez más fuerte y clara, como una urgencia: el timerosal es un veneno que debe ser retirado de las vacunas aplicadas a los bebés y niños, ahora.
Esto cobra más urgencia toda vez que la evidencia actual en contra del timerosal es abrumadora. En el congreso chileno, a raíz del estudio de proyecto de Ley que elimina el timerosal de las vacunas en Chile, constan más de un centenar de estudios (que no han sido realizados por los Geier), que así lo evidencian. La verdad, por sobre todo, tarda pero llega.
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