A pocos días de la Presidenta Michelle Bachelet diera su segunda -primera- cuenta pública el pasado 21 de mayo, han resonado sus más importantes anuncios y proyectos. Entre ellos han destacado (desde antes de la cuenta pública); el cambio de la constitución, la reforma al binominal, la reforma tributaria, la reforma educacional y, el aborto terapéutico, entre otras.
La despenalización de la interrupción del embarazo en el caso de que el feto no tenga oportunidad de vida, o que el embarazo ponga en peligro la vida de la madre o por último, que la concepción del feto sea producto de una violación, ha causado en estos días varias reacciones de todos los sectores, desde la política hasta la religión. Poniendo en jaque y en la balanza la política pública como tal y el peso de los grupos de presión.
Mucho se ha hablado del proceso para que este proyecto sea realidad, la intervención clave de la Oficina de Asuntos Religiosos en La Moneda, como también la importancia del partido Demócrata Cristiano a la hora de votar, por ejemplo.
Pero poco hemos comentado de la posición que hoy la derecha (especialmente RN y la UDI) tiene con respecto al tema, debe ser porque todos suponemos el discurso y la decisión sobre la despenalización del aborto terapéutico. Pero no.
La derecha está viviendo un momento único, o por lo menos que no vivía hace por lo menos 50 años. Ocuparé un término de moda; la derecha está un momento “constituyente y constitutivo”. En el siglo XXI los temas post-materiales cada vez con más fuerza se toman la agenda pública, afortunadamente para quienes elevan estas demandas, la Nueva Mayoría (con mayoría en el legislativo) al menos está dispuesto a escuchar y debatir, es decir, responder a la demanda.
En cambio, la derecha está impávida, la lógica de respuesta no se ha actualizado. Los argumentos añejos y sobre todos ajenos a la realidad que se quiere enfrentar pueden generar efectos más negativos que el de las elecciones recién pasadas.
La derecha está impávida, la lógica de respuesta no se ha actualizado. Los argumentos añejos y sobre todos ajenos a la realidad que se quiere enfrentar, pueden generar efectos más negativos que el de las elecciones recién pasadas.
El discurso de lo “popular” y de la “centro derecha” de ambos partidos políticos no se condicen con lo que hoy la ciudadanía está discutiendo, mientras no se entienda esa lógica, la derecha está destinada a no ser parte de la discusión, a mirar desde afuera como, en una acción política concreta y democrática (que es el debate), se deciden temas tanto procedimentales para nuestra democracia, como también elementos sustantivos de esta.
Esta crisis de discurso que la derecha que podría estar a punto de vivir no es más que una oportunidad increíble de refundar la derecha en Chile, de actualizar y sintonizar sus propuestas con por lo menos, algunos de los tópicos que hoy la ciudadanía está poniendo sobre la mesa. El mejor ejemplo de este proceso es la aparición de Amplitud.
Pero, ¿Hasta donde la derecha debe estar dispuesta a conceder? A mi parecer, o no cede o lo entrega todo. De otra manera, muy luego asistiremos al funeral de la derecha tradición en Chile.
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rostropalido
Elocuente el artículo y perfectamente complementado por la foto, en la que tod@s muestran una cara de funeral más que evidente
Claudio Alavarado S.
Buena la foto. Parece sala de espera en la UTI.
jvillarroelpto
La Derecha en Chile representa acuerdo en el largo plazo en Chile y no sólo una mirada de corto plazo. Se debe resguardar la Democracia cuando esta se caiga y quien hace esto sino es la Derecha. No es sólo un sector democratico sino social que se esmera por sacar ideas adelante. Es por eso que la DC está tomando acuerdo con la Derecha porque cuando sea Gobierno o tenga más autoridades en el Parlamento se dejen pasar los proyectos de Ley y no sean entranpados a futuro.