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¿Qué le queda a la izquierda en Chile?

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Pronto se cumplirán 40 años desde que cierto sector económico y político del país en conjunto con las fuerzas armadas hicieron en conjunto un golpe de estado al gobierno democrático del presidente Salvador Allende. Bajo este esquema, si bien el daño aún no está zanjado entre las víctimas de lo que fuera una dictadura que se prolongo por cerca de 2 décadas en nuestro país, aun queda algo más de fondo, algo que esta dictadura ha arraigado en la sociedad Chilena a través del cambio en el modelo económico y político; se ha creado un sistema cuya base esencial es la desigualdad en la sociedad, la profundización de esta en todos los escenarios posibles.

Así mismo, mediante las diversas políticas públicas que han efectuado los gobiernos “democráticos” de la concertación. Solo se ha logrado cubrir a este sistema bajo diversas reformas que, sin embargo, comparten la misma base de este sistema “neoliberal”. No en vano tenemos el índice Gini de 52.1, uno de los más altos en Latinoamérica, lo cual es el reflejo de lo que el sistema nos ha dejado. Nos han creado la imagen de sociedad perfecta, de que somos el “jaguar” de Latinoamérica por nuestro desarrollo económico que, sin embargo, no llega a favorecer a todos los sectores de la población.

Bajo esta lógica, la pregunta que nos queda hacer ante este escenario tan adverso es, ¿qué le queda por hacer a la izquierda en Chile? Si por izquierda pensamos directamente en la concertación, entonces, estamos errando directamente. Como lo mencione anteriormente, este sector político solo ha profundizado las desigualdades en las últimas décadas mediante reformas y políticas públicas de carácter asistencialista que no garantizan en ninguna situación una movilidad social en los individuos. De esta forma, cabe la pregunta, ¿es esta la izquierda que queremos?¿

Es esta la izquierda bajo la cual algunos nos caracterizamos? Una izquierda que no cambia la estructura actual, la cual es la base de los problemas socioeconómicos del país, aquella izquierda que se niega a cambiar la constitución bajo la excusa de que es imposible, que no legisla sobre el aborto terapéutico, sobre una ley de drogas real, sobre los impuestos a las grandes empresas, sobre la solución al histórico conflicto mapuche –donde no se ha hecho más que reprimir a las comunidades, aplicándoles la ley anti terrorista, ocupando militarmente su territorio-, aquella que permite que las ganancias obtenidas por la explotación del cobre vayan a parar a manos de transnacionales, aquella que ayudo a privatizar el recurso natural mas básico de supervivencia, el agua, aquella que entrega bonos a la población –porque no ha sido este gobierno de derecha el único que ha implementado esta solución parche-.

Así suma y siguen las medidas que ha tomado la concertación en sus años de gobierno bajo la falsa insignia de izquierda pero que, afortunadamente, según mi opinión, han despertado en el pueblo cierto espíritu de crítica que en estos últimos años se ha concretizado en protestas a lo largo de todo el país; no solo pedimos educación gratuita y de calidad, no solo protestamos por un sistema de salud verdadero, que no responda a intereses de privados por sobre la calidad de vida de las personas, no, bajo esta “lucha” se esconde algo mas, se esconde la necesidad de verdadera justicia, de verdadero cambio en este sistema que, en todo espacio, nos violenta indirectamente.

Pero, ¿es esto suficiente? Estamos ante la necesidad real de la elaboración de políticas públicas efectivas para responder a estas exigencias, porque no basta que la ciudadanía se exprese en las calles, no basta que miles de personas protesten si esto no se ve concretizado en políticas públicas reales, que evoquen cambios en lo que este sistema falla en sus bases. Bajo este esquema se hace necesario que aquellos que están en el poder respondan a estas exigencias de manera directa, dejando a un lado las falsas promesas que nos vienen diciendo elección tras elección pero que se ven desplazadas hacia “el próximo gobierno”. Pero, se me hace necesario repetir la pregunta ¿qué le queda a la izquierda en Chile? Esta vez no me refiero a los políticos de antaño, si no que a los individuos que componen esta amplia categoría. Si en este periodo de campaña electoral nos prometen tantas cosas, ¿debemos seguir creyéndoles?

Ahora evoco a la Concertación, si después de casi 20 años de gobierno no hicieron más que profundizar este sistema neoliberal ¿debe de salir electos nuevamente? Así, ¿es esto lo único a lo que podemos optar cuando pensamos en tener un gobierno de izquierda?

Ahora evoco a la Concertación, si después de casi 20 años de gobierno no hicieron más que profundizar este sistema neoliberal ¿debe de salir electos nuevamente? Así, ¿es esto lo único a lo que podemos optar cuando pensamos en tener un gobierno de izquierda?


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Loreto Quiroga

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David Malhue

David Malhue

Para responder su pregunta habría que hacer otra antes: ¿está dispuesta la izquierda a superar el capitalismo o seguirá siendo un administrador de ese modelo de desarrollo?

Esa es la pregunta que la izquierda se debe hacer no sólo en Chile sino en el mundo. Pero para ahondar, pregunto, qué es la izquierda: ésta debe ser la preocupación cierta y directa para que lo sectores trabajadores y pobres logren la emancipación. Frei Betto describe: «ser de izquierda es, desde que esa clasificación surgió con la Revolución Francesa, optar por los pobres, indignarse ante la exclusión social, inconformarse con toda forma de injusticia o, como decía Bobbio, considerar una aberración la desigualdad social».

Desde Marx y otros, hasta los actuales intelectuales de izquierda, más/menos, ese es el fin. Pero qué ha pasado, qué le ha sucedido a la izquierda a la hora de administrar poder, se transforma en un mero administrador del orden actual. Es más, se puede decir que en nombre de la izquierda (social democracia) el modelo capitalista ha encontrado un buen socio a la hora de que el capital y sus razones transite sin obstáculo alguno.

En Chile tenemos el caso más patente de aquello: los 20 años de la concertación.

Qué debe hacer la izquierda: superar el capitalismo, punto.

Es imposible, ya no es creíble, que se sigan enarbolando banderas izquierdistas si a la larga y a la corta terminarán capturados por esa lógica. Acá es donde aparece el concepto marxista en este absurdo en la izquierda: la lucha de clases. Al abandonar esa máxima se cae presa fácil de la dominación del capital ya que se transformaron en meros agentes de aquel señor gordo y avaro que se limita sólo al crecimiento económico. Escuchen el discurso de Bachelet hoy, o ME-O, ¡crecimiento económico con justicia social!, o sea, una falacia total, porque es imposible homologar esos dos conceptos en un ambiente capitalista.

La izquierda tiene que retomar el concepto marxista de luchas de clases, si se quiere, sin ser marxista, y empezar, como en Chile y parte del mundo se está haciendo, a encaminarlo, pero no desde una aspiración meramente de llegar al Estado para administrarlo, sino que realizando un proceso desde abajo, desde los sectores populares y ciudadanos para que esos chilenos, atrapados por la visión de ganado, se den cuenta que son sujetos políticos, soberanos, y así, iniciar la ejecución de todas las formas de lucha que la razón nos entrega, incluso el electoralismo, para llegar a gobernar y cambiar las estructuras de este país.

Se debe partir esa cruzada por la educación, previa organización, como lo hacen los colectivos de autogestión. La izquierda de salón no sirve a las mayorías, ya que es tan de clase como su mismo actuar: si la izquierda sólo busca la justicia en un ambiente como el chileno, se es agente, pagado o como se llame, de nuestro desarrollo. O sea, estaremos vendiendo espejismos.

Como lo dije por ahí, homologar justicia social con crecimiento económico, máxima de los neo izquierdistas, es como pensar que un naufrago no morirá de sed en ese amplio mar…

La clase dominante, los ricos, no cambiarán las estructuras de este país: el león no dejará de comer carne porque las cebras se lo pidan. En esa analogía entran casi todos los izquierdistas que hoy dicen defender al pueblo, pero se enriquecen a costa de él en su estado de «institucional». El ciudadano pide cambios pero toda la clase política lo niega, incluso nuestro amigo “león” de izquierda.

Lucha de clases, señores de izquierda. No hay otra salida.

Saludos.

    abechtold

    abechtold

    ¿Es el «capitalismo» a secas, o el capitalismo privado, el que la izquierda debería combatir?
    Mientras exista monetarismo, existirá capitalismo; y el capitalismo de estado es el mas frecuente en las «repúblicas no-capitalistas». Por lo tanto, para romper el capitalismo, a secas, se debe terminar con el intrumento de acumulación de preferencia: la moneda. ¿se puede lograr eso en el mundo, siguiendo integrado a él? Porque intentos someros fueron los de la Cortina de Hierro o el aislacionamiento de China, pero basta ver en que derivaron.
    La izquierda, cuando gobierna, lo que hace es cambiar a los que se enriquecen: otro grupo privilegiado, esta vez por ser amigo del Estado; oligopolios y demases que son botín del grupo dirigente.
    Es una utopía el creer que se puede acabar con el capitalismo; mientras haya escasez, e intercambio, existirá.

David Malhue

David Malhue

Pero qué es eso del capitalismo de estado «es el mas frecuente en las repúblicas no-capitalistas». El Estado de Chile siendo capitalista ha forjado el país desde el Estado, y pos dictadura, financia a la gran riqueza, foránea como nacional. O sea, los grupos económicos sin el Estado no serían lo que son hoy, ¡puro colesterol!

El dinero, pienso, perfectamente puede fluir en una economía comunitaria pero siempre y cuando no exista la visión del Estado que conocemos y el control lo ejerza la propia comunidad. La misión actual del Estado es ser puente entre el capital, los recursos naturales y la ciudadanía con el fin de despojar. Derribado el Estado, o más bien su lógica ¡y sus representantes de clase! (puede seguir existiendo una organización de hombres en algo parecido a un Estado, pero comunitario), el intercambio, la concurrencia puede perfectamente coexistir en un escenario comunista.

Las experiencias socialistas o comunistas han derivado en cualquier cosa, y desde mi visión, no son representativas del marxismo, ya que el marxismo si bien aboga por la participación política del trabajador, su fin último es el común de la producción y sus beneficios ¡sin el autoritarismo tipo soviético! Lo que predominó fue el estalinismo, absolutamente alejado de la gestión propia de un colectivo humano, y que derivó en imperialismo, otra faceta del capitalismo.

Concuerdo en que es difícil acabar de una con el régimen capitalista, no por su forma de ser, sino por la dispersión en la misma izquierda. Esa fatal dispersión, hace que la izquierda no tenga otro norte que sólo administrar, puesto que de donde debe nacer la única alternativa hacia esa forma de dominación y circulación de activos, está todavía en fase inmadura. La dominación de los agentes del capital es muy fuerte, ya que sus medios dominan las decisiones del mismo ser a despertar.

Saludos cordiales.

    abechtold

    abechtold

    Nuevamente, para que no exista capitalismo, no puede existir el capital (expresado como un ente que acumula trabajo, gestión y recursos), pues cualquiera que tenga capital sería un «capitalista»; puede ser privado, o el Estado. Por lo tanto, el declararle la guerra al capitalismo es declarar que no se pueda acumular ninguna de los 3 componentes, sino que todos ellos tengan que ser llamados a producir en un minuto dado y ahí acuerden cuanto entregan. Eso es muy utópico; y negar que las personas se comportan en forma muy capitalista con lo que logran acumular, y que el Estado también lo hace, es no querer ver lo innegable.
    Distinto es implusar el capitalismo de Estado como base productiva, algo que si ha sucedido a lo largo de la historia, pero con las características que esgrimes, y con serios mantos de corrupción y enriquecimiento oligopólico.
    Lo de derribar al Estado como ente rector es una posiblidad, y dejarlo como un depositario de los servicios públicos; pero eso solo puede suceder cuando tienes una estructura política en que nadie pasa por arriba de otro, en el que las mayorías no pueden pasar por sobre las minorías, donde hay formas de entenderse y acordar cosas sin necesidad de tener alguien que imponga, etc…que es MUY utópico.
    Saludos!

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Loreto Quiroga

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