No le ha sido fácil a la Democracia Cristiana reemplazar a su ex senadora y recién nombrada ministra, Ximena Rincón. Pero, más allá de este caso concreto, lo cierto es que en las diversas ocasiones en que los Presidentes de la República han acudido a parlamentarios para la conformación de sus gabinetes, se ha criticado más el hecho que el mecanismo de reemplazo de los nombrados.
Acudir a parlamentarios para nombrarlos ministros se ha tornado una costumbre de carácter transversal. Antes del nombramiento en 2011 de Andrés Allamand (RN), Evelyn Matthei (UDI) y Pablo Longueira (UDI) por el actual gobierno, la Presidenta Bachelet hizo lo propio en 2008 con el nombramiento de Carolina Tohá (PPD) como ministra secretaria general de gobierno.
Asimismo, la designación a dedo de parlamentarios reemplazantes también se ha convertido en una costumbre. El primer caso fue la designación en 2007 del dirigente socialista Marcelo Schilling en sustitución del fallecido diputado Juan Bustos. Lo mismo ocurrió al año siguiente cuando el PPD Felipe Harboe sucedió a Carolina Tohá. Luego desde la Alianza, también en 2008, Lily Pérez (en ese entonces RN) sustituye al fallecido diputado Pedro Pablo Álvarez-Salamanca. Asimismo, en 2011 Allamand, Matthei y Longueira fueron sustituidos por Carlos Larraín, Gonzalo Uriarte y Ena von Baer, respectivamente.
Resulta contradictorio que este mecanismo de reemplazo parlamentario sea criticado por los partidos políticos del llamado “duopolio”, considerando que formó parte de las reformas constitucionales de 2005 ( denominada constitución de Lagos) apoyadas de manera transversal por la mayoría del parlamento de ese tiempo.
En efecto, en el primer informe de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado (primer trámite constitucional de la reforma de 2005), los proyectos tanto de la Concertación como de la Alianza propusieron que “las vacantes de diputados y las de senadores se proveerán por el ciudadano que haya señalado el partido político al declarar la candidatura del parlamentario que produjo la vacante”. Luego este mismo Informe añade que los autores de la primera de las referidas mociones, senadores Horvath, Larraín y Muñoz Barra “[…] expresaron que el actual sistema de provisión de vacantes en los cargos parlamentarios permite que ellos sean ocupados por personas que no necesariamente comparten una misma línea ideológica con quien lo desempeñó. Agregaron que el método de elecciones complementarias, que presentaría algunas ventajas como alternativa, es en definitiva poco práctico teniendo en cuenta que incrementa el considerable número de elecciones que se realiza en condiciones normales”.
Como se observa, más allá del carácter más o menos democrático (en su origen) del mecanismo de reemplazo parlamentario, lo importante para los autores de esta moción constituyente fue que los sucesores compartan una “misma línea ideológica”, lo que en buen chileno significa que los partidos deben siempre conservar la parcela de poder adquirida electoralmente y perdida por alguna circunstancia sobreviniente.
Podría pensarse que la argumentación anterior fue sólo una idea exótica de los referidos senadores. Sin embargo, ella se mantuvo de manera casi unánime en la discusión en la cámara de diputados. Es así como el primer informe de la Comisión de Constitución de la Cámara mantuvo la modificación en comento, sin que ninguno de sus miembros siquiera la cuestionara. Por ejemplo, curiosa resulta la opinión del diputado Zarko Luksic (DC), quien “[…] señaló que las reformas constituían un gran avance en la consolidación de la democracia, pero consideraba que en materia de participación ciudadana le parecían un tanto mezquinas como también que quedaba pendiente la reforma del sistema electoral”.
Como se observa, más allá del carácter más o menos democrático (en su origen) del mecanismo de reemplazo parlamentario, lo importante para los autores de esta moción constituyente fue que los sucesores compartan una “misma línea ideológica”, lo que en buen chileno significa que los partidos deben siempre conservar la parcela de poder adquirida electoralmente y perdida por alguna circunstancia sobreviniente.
Suena (a lo menos) contradictorio preocuparse de la participación ciudadana y del sistema electoral si al mismo tiempo se apoya la designación a dedo de algunos parlamentarios. Más contradictorio, claro está, es que en la misma reforma de 2005 se suprimió la institución de los senadores designados o institucionales. Esta paradoja, además de muchas otras a favor de una democracia más aparente que real, sigue hoy vigente en nuestra clase política.
Sin embargo, y aunque el actual mecanismo de reemplazo parlamentario debe reformarse, prefiero lejos un congreso de partidos antes que asambleas supuestamente ciudadanas. Creo en una sociedad civil fuerte para luchar por sus propias causas y para incidir a favor de ellas ante las autoridades. Incluso para fiscalizar, mediante mecanismos abiertos y transparentes a los representantes en funciones. Pero no para ocupar, directa y corporativamente, los espacios de poder naturalmente reservados a quienes se postulan a través de los partidos.
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Imagen: Wikimedia Commons
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Fernando
Es una vergüenza cómo ambas coaliciones han efectuado cambios y postergado otros, para aferrarse al poder. El binominal, reemplazo de parlamentarios en una nueva votación, sueldos designados por otra entidad, fiscalización efectiva de los fondos del congreso, elección democrática de intendentes, gobiernos regionales e independientes y un largo etc.
Y luego no entienden por qué la falta de sufragio, muy simple, la falta de credibilidad es cada vez mayor y siguen sin atender demandas que hacen la diferencia todos los días ej. AFP’s