Si queremos ser un país que progresa, al mismo tiempo que respeta el medio ambiente y lucha contra el Cambio Climático, más aún ahora que seremos los anfitriones de la próxima COP25, es imprescindible potenciar y recuperar el transporte ferroviario.
Para conocer la relevancia del tren hay que hacer algo de historia, en 1913 se terminó la red ferroviaria longitudinal que unía a Chile de Iquique a Puerto Montt, este hito permitió y facilitó el desarrollo de los pueblos y ciudades por donde pasaba. En torno a las estaciones se creaban focos comerciales y sociales. En resumen, los beneficios que trajo el ferrocarril fueron fundamentales para la integración económica y social de las regiones más alejadas del país. Es lo mismos que pasa alrededor de las estaciones del Metro de Santiago, sube la plusvalía de las viviendas, aumenta la actividad comercial, etc.
Hoy, el Metro o Tren subterráneo son la columna vertebral del transporte capitalino, lo mismo hay que hacer con el Tren a nivel nacional. Debemos recuperar la importancia que algún día tuvo y que por razones políticas y económicas perdió durante los últimos 50 años. Esto facilitó el crecimiento desbocado del transporte motorizado, que al ser dependiente del petróleo, es uno de los principales responsables del Cambio Climático global.Es indispensable recuperar el Tren y convertirlo nuevamente en la columna vertebral del transporte de personas y mercaderías a nivel nacional.
Para entender las razones voy a poner el ejemplo de Greta Thunberg, ella se niega a viajar en avión y prefiere el tren y el motivo nace de un simple cálculo matemático, una persona que viaja en tren genera 15g de CO2 por km recorrido, en cambio, al viajar en avión la emisión aumenta a 100g de CO2 por km recorrido. Existe otro beneficio y es que utiliza menos espacio, por ejemplo: una vía doble de ferrocarril tiene igual capacidad que una carretera de 16 pistas.
Podemos hablar de la altamente contaminante industria del turismo, si los viajes que se hacen en automóvil se hicieran en Tren (autotren), sería una excelente forma de reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Está en nuestras manos, en este caso del Estado, transformar el transporte ferroviario en una poderosa herramienta para combatir la contaminación, la congestión en ciudades y carreteras, las desigualdades sociales y el cambio climático.
El poder del tren está en su mayor eficiencia energética, tanto para trasportar personas como mercaderías, al no depender del petróleo. Es decir, por necesitar un menor consumo energético, baja considerablemente la emisión de gases de efecto invernadero y por último disminuye el uso de automóviles y camiones, reduciendo de esta forma y de manera drástica la contaminación ambiental.
Resumiendo, el Tren, al ser un medio de transporte colectivo, es más barato tanto para las personas como para la sociedad en su conjunto, con el beneficio adicional y no menos importante de crear puestos de trabajo en las ciudades y pueblos donde llega. Si buscamos eficiencia, el transporte ferroviario en una poderosa herramienta para combatir la contaminación y construir una sociedad más igualitaria, o sea, es un excelente instrumento para conseguir más con menos.
Gracias a sus múltiples y variados beneficios y si pretendemos llegar a ser un país desarrollado, es indispensable recuperar el Tren y convertirlo nuevamente en la columna vertebral del transporte de personas y mercaderías a nivel nacional.
Es verdad que el transporte ferroviario debe ser subsidiado por el Estado, al no generar utilidades de forma directa, pero y como expliqué en este artículo, si tomamos en cuenta las utilidades indirectas, estas superan con creces los costos.
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