En un escenario de discusión de reformas trascendentales para el país, como la educacional o la tributaria, otros temas quedan parcialmente relegados de la discusión pública, entre ellos del ámbito medio ambiental o de sectores productivos específicos, como fomento a las plantaciones forestales.
Hagamos un poco de historia: en 1974, mediante un Decreto Ley (DL 701) se inició el subsidio al establecimiento de plantaciones forestales. Esto, por la necesidad de abastecimiento estable de materias primas para un sector industrial en proceso de expansión; la necesidad de insertar al sector privado con un rol protagónico en el desarrollo del sector forestal, y la necesidad de proporcionar mayor credibilidad respecto de la seguridad en la tenencia de la tierra. Hasta 1997, presentó modificaciones menores que no implicaron cambios significativos. Sin duda, el subsidio forestal significó un gran impulso a las plantaciones forestales, y sus principales beneficiarios directos fueron los grandes inversionistas del sector, quedando marginados los pequeños propietarios rurales. En 1998 se se modificó el DL 701 con vigencia hasta el 2009. Entre 1998 y 2004, sólo 38% de la superficie bonificada correspondía a pequeños propietarios.
En agosto de 2010 ingresó nuevamente al Parlamento un proyecto de ley para prorrogar el DL 701, que ya había sido extendido dos años extra. La propuesta original recibió muchísimas observaciones, y la administración anterior no pudo llegar a acuerdo en esto. Este año, la actual Presidenta de la República anunció en su Primera Cuenta Pública de este período, la prórroga del mentado decreto.
La continuidad del fomento a las plantaciones requiere un profundo análisis. Su fondo tiene que ver con muchas consideraciones, entre ellas, quiénes reciben el beneficio. Este subsidio estaría orientado en adelante, principalmente a pequeños y medianos tenedores de bosque. El problema es que, en el actual modelo forestal, son muy pocas las (grandes) empresas que compran las materias primas, entonces son éstas las que fijan los precios y, por tanto, se convierten en la receptoras finales de los subsidios a la forestación.
Otros aspectos tienen que ver con la cuestión ambiental: las plantaciones actuales corresponden en gran mayoría a pinos y eucaliptos, pues son especies de muy rápido crecimiento. Estas “mono-plantaciones” atentan contra la diversidad de especies vegetales y animales, y su tala rasa en superficies extensas impacta fuertemente generando erosión y contaminación de las aguas por arrastre de desechos. Recientes estudios y testimonios de los territorios están demostrando el impacto en la disponibilidad de agua, pues estas masas de árboles tienen un alto consumo.
Revisando los objetivos que se pretendían alcanzar con la creación de estos subsidios en 1974, vemos que ya carecen de todo sentido. La alternativa, entonces, es diseñar una totalmente nueva herramienta para fomentar la forestación, orientada a la diversificación de especies (y por lo tanto de productos y mercados), al apoyo permanente de pequeños y medianos propietarios mediante asistencia técnica, a normas de protección ambiental en cuanto a método y extensión de la cosecha de estas plantaciones. Sí, existen muchas alternativas a la tala rasa.
Ante este escenario, cabe también preguntarse, ¿por qué no dar una mirada también a la Ley de Bosque Nativo, que ha sido muchísimo menos exitosa y que fue discutida durante 16 años para ser promulgada recién en 2008? Se sabe que su implementación no ha resultado del todo exitosa, y sus principales destinatarios han indicado que los incentivos son insuficientes para hacer un efectivo uso, manejo y recuperación de especies nativas.
...¿por qué no dar una mirada también a la Ley de Bosque Nativo, que ha sido muchísimo menos exitosa y que fue discutida durante 16 años para ser promulgada recién en 2008?
El Proyecto de Ley de Presupuestos para el 2015 ya considera un monto para el DL 701, pese a que aún se discute la prórroga, con un valor de $2.034 millones. Al mismo tiempo, el presupuesto para la Ley de Bosque Nativo (caballito de batalla para defender los avances en materia ambiental) es de sólo $1.446 millones. Eso que el presupuesto asignado al DL 701 es alrededor de la mitad del que solía ser, el presupuesto para el bosque nativo creció en 1,1% respecto al año anterior. Saque usted sus propias conclusiones.
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Escrito por Jennifer Romero V., integrante del directorio de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN).
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