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Somoza y Ortega. Peras y Manzanas

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El conocido y bonachón expresidente de Estados Unidos, Franklin Délano Roosevelt, definió a Anastasio Somoza  García, como “un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. El Tacho fue uno de los hombres más ricos del continente, un Luksic o Piñera si se quiere, para entender la dimensión de su fortuna. Cuando Estados Unidos ocupó militarmente Nicaragua entre 1912 y 1933, sí es cierto, era una costumbre de intervenir militarmente en la región que muchos hoy no mencionan…En fin, cuando Estados Unidos intervino militarmente Nicaragua, se tuvo que enfrentar a Augusto Cesar Sandino y su Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional, aquel que nuestra poetisa nacional, y Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, bautizara como “general heroico, héroe legítimo, como tal vez no me toque ver otro.” Sandino les dobló la mano y los gringos se tuvieron que ir, dejando en el poder al Jefe de la Guardia Nacional, Anastasio Somoza, el «hijo de puta», como diría Roosevelt. El mismo que asesinó a Sandino mediante un ardid y al que nadie le ha dedicado un poema.

Décadas después, el hijo del «hijo de puta», Anastasio Somoza Debayle, fue dictador angloparlante de Nicaragua, al igual que su padre y hermano que lo antecedieron. Presidió Nicaragua durante el conflicto insurgente que llevaría al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al poder el 19 de julio de 1979.

Hace unos 30 años, conocí un joven nicaragüense que me contaba historias de bombardeos sobre las poblaciones de la capital nicaragüense, Managua, efectuada por la aviación militar nacional que arrojaban cargas explosivas sobre el pueblo previo, subrayo el previo, al 19 de Julio de 1979. Estupefacto que algo así pudiera ser cierto, investigué y efectivamente más de 50 mil nicaragüenses fueron muertos o heridos por Somoza, la mayoría como resultado de bombardeos indiscriminados por parte de la aviación e incluso de artillería terrestre, efectuados en contra de la población civil por la Guardia Nacional. Esa banda delictual era el brazo armado de la familia Somoza, y era dirigido entonces por Anastasio Somoza Portocarrero.

Una vez derrocado Somoza, Nicaragua intentó un camino de paz y ¿qué pasó? Se financió, por parte de Estados Unidos, una guerra en su contra. Ha sido quizás, una de las guerras más impopulares debido al amplio rechazo que tuvo en los propios EEUU. Pese al repudio interno, Ronald Reagan, entonces Presidente de EEUU, hizo todo lo posible por terminar con la Revolución Sandinista y lo logró en las elecciones de 1990.

Hoy Nicaragua es presidida por Daniel Ortega, electo por una amplia mayoría en 2017. Presidente democrático y legítimo de ese país. Puede que no les guste a muchos, pero es así. Pido la atención al lector para repasar algunas cosas muy puntuales.

En el año 2011, Chile fue sacudido por una ola de protestas duramente reprimidas, que pedían educación pública, gratuita y de calidad. ¿Qué tenemos hoy, después de 7 años? La mitad de eso. La educación tiene algo de pública, es media gratuita y de una calidad más o menos.

En Nicaragua, la ola de manifestaciones que hemos conocido, se iniciaron debido a un plan de ajuste en pensiones y ¿qué pasó? El gobierno escuchó y en menos de un mes, echó para atrás la propuesta. Toda la propuesta, no la mitad.

El gobierno sandinista de Daniel Ortega tendrá mucho que mejorar, tendrá que discutir políticamente como asume sus errores, como ojalá lo hicieran todos los políticos. El gobierno de Nicaragua y el FSLN tendrán que enfrentar la corrupción y poner fin a prácticas repudiables.

En Nicaragua, ¿quienes piden el fin anticipado y no electoral de Ortega? Piero Coen Alegre. Empresario de origen judío quien estuvo en el primer día de protestas en la Universidad Politécnica de Nicaragua y no precisamente asistiendo a clases. No. Fue a prometer su apoyo, lo cual, en simple, se traduce en seguir financiando la arremetida. También está Medardo Mairena, un supuesto líder campesino que vivió casi 20 años en Costa Rica, participante del diálogo, aunque, al parecer, es un avezado delincuente. Por su parte, la Iglesia, que media en el conflicto, también tortura a militantes sandinistas. Es un hecho conocido y público que dependencias eclesiales han sido utilizadas para esto e incluso, para guardar armas. Esto no sería tan grave si no fuera porque al mismo tiempo, la Iglesia está mediando. Y así, una fila media rancia, compuesta por ex sandinistas, empresarios, dirigentes de ONGs, sectores ligados a la Iglesia y a los dueños de las tierras quienes, en una actitud poco democrática pero ampliamente celebrada por varios gobiernos, piden la salida anticipada del presidente Ortega.

Nicaragua es un país que crece económicamente, cuyo gobierno fomenta una alianza público privado, con baja inflación, altos niveles de seguridad, ajeno al crimen organizado tan prolífico de sus países vecinos. Es un país líder en energías renovables, reconocido como país top, nada menos que por el ex vicepresidente de EEUU, Al Gore. Por lo demás, su modelo de autosuficiencia hace que entre el 80% y 90% de su alimentación se produce en Nicaragua. Según el Foro Económico Mundial, Nicaragua ocupa el sexto lugar en igualdad de género en el mundo. Chile, en cambio, en 2017 ranqueaba 63º y 17º en América Latina.

¿Por qué nada de esto sale en los medios de comunicación?¿Por qué da siempre la sensación de una verdad incompleta?

La mano que mece la cuna, esa que nos “informa” que hay represión y no enfrentamientos, esa que habla de vías bloqueadas y no de vías que fueron despejadas por los pobladores, la misma mano que dice que hay más 350 muertos como si fueran obra del gobierno. Esa mano, que de negra no tiene absolutamente nada, es una mano blanca, anti popular, cizañera, larga y mentirosa. No habla de ninguna manifestación a favor del gobierno, esas no cuentan. Jamás vimos imágenes en la televisión de los saqueos y quemas perpetrados por manifestantes “pacíficos” y anti gubernamentales como si aparecen cuando se tratan de manifestaciones estudiantiles en Chile, donde por horas y horas, en una diatriba incesante e interminable, relatan y condenan los actos de encapuchados. Jamás quienes manejan los medios han informado, con la misma intensidad como lo hacen de Nicaragua, de que en México hubo en el año 2017, 80 muertos por día. Es decir, aproximadamente 2.400 homicidios en un mes, lo cual equivale a la exorbitante cifra de 26.573 personas asesinadas en México durante el año 2017. No hay una sola condena a México, no hay una sola resolución internacional de ningún tipo que pide investigar de forma independiente, la alarmante vulneración de derechos humanos en México. Aunque, con toda seguridad, ahora, con el gobierno de Manuel López Obrador, ese silencio informativo, será parte del pasado.

Da risa y a la vez rabia ver carteles que retratan a Somoza y Ortega, afirmando que son lo mismo. Quienes hemos conocido la violencia perpetrada por el somocismo, quienes hemos conocido en carne propia, las atrocidades que significa una guerra impuesta por el imperialismo norteamericano, seríamos los primeros en denunciar los crímenes de una traición sandinista, pero no es el caso. El gobierno sandinista de Daniel Ortega tendrá mucho que mejorar, tendrá que discutir políticamente como asume sus errores, como ojalá lo hicieran todos los políticos. El gobierno de Nicaragua y el FSLN tendrán que enfrentar la corrupción y poner fin a prácticas repudiables. Todo ello es cierto. Pero nada de eso nos puede convertir en cómplices de una mentira tan grande que provoca un dolor al herir la memoria de muchos que en eso de “Patria Libre o Morir”, se llevaron la parte del morir para que Nicaragua hoy, fuera libre.

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Carlos Arrué

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