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Migración: el abuso contra el que no puede defenderse

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Me encuentro trabajando en México, en una ciudad pequeña que no nombraré por seguridad. Estoy en un albergue para migrantes centroamericanos, que van de paso hacia los EEUU, en el lomo del tren La Bestia. Diariamente atendemos entre 200 y 300 migrantes: comida, baño, ducha, agua para lavar ropa, algunos se quedan a dormir, la mayoría sigue su viaje.

En general me ha sorprendido la buena acogida que tienen en esta ciudad. Todos los días nos llegan personas con comida para compartir, y voluntarios que se ofrecen para colaborar. Trato de imaginarme cómo sería la acogida en mi país, si es que, en una ciudad de unos 50 mil habitantes, pasaran todos los días unos 500 jóvenes como pasan por aquí, en las más terribles condiciones de hambre, cansancio, insolación y deshidratación.

Sin embargo, no falta quienes sacan provecho de la necesidad ajena:

Hasta hace pocos meses operaba en la ciudad una banda de secuestradores de migrantes. Los encerraban, golpeaban y amenazaban. Sólo los dejaban irse si sus familias depositaban, desde sus países de origen, una cantidad de dinero. El problema acabó cuando llegó la marina a la ciudad y simplemente mató de una vez a todos los de la banda. Nadie fue al velorio. Dios los perdone.

Otros que sacan provecho son los policías, que lisa y llanamente los asaltan. Los encierran en una pieza, los desnudan y les quitan todo el dinero que traigan.

También se aprovechan delincuentes de poca monta. Ayer nos llegó un hondureño con el rostro totalmente desfigurado a patadas. Nos contaba también que hace pocos días, más al sur, había visto cómo violaban a 3 mujeres hondureñas.

Por último, se aprovechan algunos vecinos que les cobran excesivamente por agua, comida y alojamiento; incluso mintiendo con cualquier invento a los migrantes, para que en vez de comer gratis en el albergue, coman en sus casas.

Me ha impresionado mucho la impunidad con la que se puede robar, secuestrar, golpear, violar y matar migrantes en este país. Como no tienen documentos, es como si esos delitos no ocurrieran. El modo en que terminó el asunto de la banda de secuestradores habla bastante del ambiente que se vive.

Pero no sólo aquí es fácil aprovecharse del migrante. En mi país, Chile, esto se puede hacer de una manera mucho más sutil. Al mismo Gobierno, en medio de la polémica porque no quiso subir más el sueldo mínimo, no se le ocurrió algo más aprovechador, que decir que eran los trabajadores informales extranjeros los que bajaban el sueldo de los trabajadores chilenos. Más aún, habló de “competencia desleal” por parte de los migrantes. Lo más impresionante es que esto se hace a una semana de promulgada la ley antidiscriminación, lo que pone serias preguntas sobre la ley promulgada, si es que ésta no es capaz de contener afirmaciones de este tipo de parte del mismo poder Ejecutivo.

De esta manera, aprovechando esta coyuntura de la polémica por el trabajo de los más pobres, el Gobierno anuncia una nueva ley de migración, diciendo que busca “el equilibrio entre los derechos de los trabajadores chilenos y los extranjeros”. Nos parece inmoral que el gobierno chileno eche la culpa de su propia porfía a quienes menos pueden defenderse.

¿Qué pensaríamos de un padre que, teniendo recursos económicos de sobra, le miente a su hijo que le pide pan, diciéndole que no tiene comida, y que la culpa es del otro hijo adoptado, que llora de hambre a su lado? En Chile hay plata, hay mucha plata, sólo que está mal distribuida. Y si no la hubiera ¡pues ni modo! Somos seres humanos y no animales de rapiña.

El subsecretario planteó que lo que se buscará con la nueva ley es que “no se produzca un libre ingreso, sin definiciones previas a los requerimientos del país”. Nos parece que tal modo de abordar el fenómeno de la migración es del todo insuficiente.

Es inmoral en cuanto fomenta la falta de fraternidad y solidaridad, valores que indudablemente queremos transmitir a las generaciones de niños chilenos.

Es irresponsable, en cuanto no se hace cargo de que todo país está en un contexto global. En el siglo XXI, la responsabilidad de un gobierno no es buscar el beneficio directo de sus propios ciudadanos, aún cuando éste vaya en desmedro del bienestar de extranjeros, sino buscar en conjunto con los gobernantes del mundo, el mayor bien universal ¿Qué vamos a hacer con los grandes temas ecológicos y demográficos del planeta? ¿Sálvese quien pueda? ¿O es que el modelo que queremos imitar en Chile es el que promueve el Partido Republicano en los EEUU?

Al comentar acá en México las declaraciones de nuestro subsecretario de interior, la respuesta que obtuve fue de indignación: “¡pero acá a México llegaron miles de chilenos en los 70 y 80 arrancando de la dictadura y fueron bien recibidos!”, me objetaban.

Recordemos que España tuvo polémicas de este tipo hace pocos años, y este 2012, debido a la crisis actual, son más los españoles que salen del país en busca de trabajo, que los extranjeros que entran. Entre los países de destino de españoles se encuentran Venezuela y Ecuador. ¡No vayamos a escupir al cielo con esta nueva ley en Chile!

Hay hermanos en nuestro continente que están viviendo situaciones de crisis humanitaria que no pueden solucionarse sin un concurso de la comunidad internacional: Honduras, Haití, Colombia y el mismo México.

Los migrantes para llegar a los EEUU pasan todo tipo de peligros (y hace pocos días unos jóvenes norteamericanos subieron a facebook un video en el que golpeaban hasta matar, sólo por diversión, a un migrante mexicano).

En el sur, países como Chile, Argentina, Brasil y Uruguay tienen muchísima capacidad de absorber migrantes. Nuestros gobernantes deben estar a la altura de la responsabilidad global que les cabe, y además, en ningún caso se deben aprovechar de los más pobres para deslindar sus propias responsabilidades, como en el caso del sueldo mínimo chileno. 

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Foto: rastreadordenoticias.com

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