Trabajé con el gobierno haitiano desde el 7 de diciembre del 2010 hasta principios del 2014. Primero en el gabinete del Primer Ministro de Preval, sr. Jean Max Bellerive. Después en la Presidencia de Haití cuando asumió Michel Martelli y luego con el Primer Ministro, Laurent Lamothe. Participé en la comisión de la Reconstrucción de Haití, dirigida por el expresidente Bill Clinton y el Primer Ministro Jean Max Bellerive y, posteriormente, en la comisión presidencial de atracción de inversiones durante la presidencia de Michel Martelli, dirigida también por el expresidente Bill Clinton y un importante empresario de Haití.
A menos de dos horas de vuelo de Miami, compartiendo la isla con República Dominicana, cuya capital cuenta con línea de metro y está solo a 20 minutos de vuelo de bimotor de Puerto Príncipe, se encuentra uno de los países más pobres del planeta.
Es cierto que la riqueza no se contagia por cercanía, si fuese así sería fácil. Cosa de sentarse en la calle mirando llegar la riqueza y el desarrollo.
La historia tiene mucho que ver, no todo lo explica, pero si orienta bastante para entender mejor la situación actual.
Haití ocupa un lugar de honor en la historia mundial, desde el punto de vista del llamado mundo progresista – democrático. Los generales negros del ejército francés se levantaron contra la esclavitud, influenciados en parte por la revolución francesa, logrando derrotar al ejercito francés enviado por Napoleón y aboliendo la esclavitud en 1804, al mismo tiempo que proclamaban su independencia. La primera en América Latina.
El presidente haitiano Alexandre Petion recibió, entre 1815 y 1816, dos veces a Simón Bolívar, quien, derrotado, llega a pedir ayuda para continuar luchando por la independencia de América Latina. Recibió gratuitamente armas, barcos, víveres, soldados. En la segunda vez, Simón Bolívar le pregunta al Presidente Petion “¿Debo hacer saber a la posteridad que Alexandre Petion es el libertador de mi patria?”. “No” le responde Alexandre Petion, “Prométame abolir la esclavitud de los negros donde usted comande”.
Obviamente que Haití quedó aislada del mundo desarrollado de la época. Echaba a perder el principal negocio de esos años. El tráfico de esclavos. A tal punto fue así que Francia, para reconocer la independencia de Haití, le cobra una suma colosal, con intereses financieros gigantescos que recién por los años 1950, Haití Haití de pagar. Se habla de alrededor de 21 mil millones de dólares.
En los años 1860, Lincoln logra abolir la esclavitud en Estados Unidos, pero el racismo, digamos consecuencia de la esclavitud, siguió su camino como la demuestra el asesinato de Martin Luther King en 1968, un siglo después.
Haití pagó las consecuencias de su osadía libertaria. Vino un período de “inestabilidad” política – institucional hasta que, en 1915, Estados Unidos invadió Haití y “controló” ese pequeño país hasta 1934. No era para defender a los ex esclavos, era simplemente para defender sus intereses económicos. A lo mejor para bajar costos invadió, por primera vez, República Dominicana en 1916 por ocho años, dejando preparado al Dictador Trujillo para que asumiera el poder en 1930, pasando a la historia mundial como uno de los dictadores más sangrientos.
Para no ser menos, Estados Unidos apoyó y permitió la dictadura de los Duvalier, Papa y Baby, de 1957 a 1986.
Haití, en este tránsito de colonia poblada de esclavos a país independiente, no tuvo, a diferencia de otros países que se independizaron, una clase media” ilustrada” de comerciantes y propietarios de tierras que hubiesen permitido un desarrollo económico – institucional. Al contrario, fueron exterminados trayendo todo tipo de disputas por el poder y las riquezas locales entre los ex esclavos.
La situación de Haití no depende de los haitianos. A pesar de los importantes aportes humanitarios, es el resultado de una mala gestión e influencia negativa de la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos.
En el siglo 20 se “benefició” de la invasión de Estados Unidos y de la dictadura de los Duvalier. Es decir, 19 años de invasión, más 30 de dictadura, hacen 49 años de estabilidad o inestabilidad, depende del punto de vista, hasta que en 1986 Baby Doc huye de Haití. Casi 50 años de los 86 del siglo 20, hasta la huída de Baby, estuvieron invadidos y en dictadura. En 1987, en una asamblea constituyente de centenares de delegados, se eligió un sistema político parlamentario, utilizando el tradicional copy and paste, de algún país desarrollado. El único problema es que no había partidos políticos después de 30 años de dictadura, tampoco instituciones democráticas, tampoco registros electorales, entre otros.
Algo de inestabilidad tenía que haber. Así se entendió por parte de la comunidad internacional que llegó con todo el dispositivo internacional a estabilizar el país a comienzos de lo 90. Naciones Unidas, BID, FMI, Banco Mundial, miles de ONGs se instalaron hasta hoy. Sacaron a la fuerza al presidente Aristide y fue elegido el presidente Preval.
La tragedia del terremoto del 2010 llegó a fines del gobierno de Preval, destruyendo la poca institucionalidad del país. Se cayeron todos los ministerios y desaparecieron los archivos con la vida institucional. Murió un tercio de los funcionarios públicos. Más de un millón de personas vivían en campamentos situados en plazas públicas. A los pocos meses apareció el cólera, traído por militares de Naciones Unidas, lo que mató a centenares de personas y, luego, un huracán que dejó unas cuantas víctimas. En este contexto, la comunidad internacional decidió que, a pesar de todo, había que continuar con el calendario electoral que significaba realizar elecciones presidencial y parlamentarias lo antes posible. La comisión de un organismo internacional analizó la situación y dijo que sí era posible, que había condiciones para hacer elecciones. Y empezaron las campañas electorales en medio del drama humano y de la reconstrucción que nunca era financiada. Se presentaron 19 candidatos a la Presidencia, 99 candidatos al senado y cerca de 800 candidatos para el parlamento, a siete meses del terremoto.
La obsesión por la democracia, en un país donde ya había un presidente y gobierno elegidos y existía la urgencia humanitaria, llevó a imponer la realización de elecciones con un costo de varios millones de dólares.
Pero ahí no termina la historia. Las elecciones dieron resultados que no convencieron a la comunidad internacional, porque Martelli salió tercero y quedó afuera de la segunda vuelta presidencial. Se llamó de nuevo a un organismo internacional, esta vez para que evaluara el resultado de la elección presidencial. Después de unos cálculos, determinaron que era Martelli quien debía pasar a la segunda vuelta.
La comunidad internacional le exigió al presidente Preval que aceptara el resultado de la comisión internacional. Y así fue. No tenia otro camino.
La situación de Haití no depende de los haitianos. A pesar de los importantes aportes humanitarios, es el resultado de una mala gestión e influencia negativa de la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos.
No tiene justificación lo que pasa en Haití.
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