Los abusos de poder y las violaciones a los derechos y libertades civiles no son más o menos graves dependiendo del matiz político que tenga el gobierno que las cometa. Los abusos y violaciones a los derechos deben ser condenados por cualquiera que diga llamarse demócrata.
Debo ser honesta, pero hablar como venezolana opositora a los latinoamericanos que dicen apoyar al gobierno de Venezuela es todo un desafío. Sin embargo, aprovecho mi mezcla de sentimientos y mi huracán de ideas para escribirles unas líneas inspirada en el osado deseo de pedirles que reflexionen.
Si. Tal como leyeron y sin el menor recato de parecer soberbia, les pido nuevamente ¡reflexionen! Ustedes que se llaman demócratas, que dicen creer que la soberanía reside en el pueblo, en la libertad de expresión y en la obligación que tiene el gobierno de escuchar y asumir el mandato del pueblo. Si ¡a ustedes! Los mismos que han justificado, muchas veces sin conocimiento de causa, el actuar del gobierno venezolano. Los mismos que han juzgado extrapolando sus prejuicios a una realidad que no viven, pero que defienden con devoción.
Y también a ustedes, los que han sido indolentes e indiferentes ante el clamor de un pueblo que históricamente apoyó y defendió los valores democráticos en la región. ¿Y por qué no? También a los que han sido cómplices pasivos o socios de este régimen. A todos les digo, que no niego que el discurso que cultivó el difunto Hugo Chávez y que hoy pregona su sucesor Nicolás Maduro sea seductor y que “merecía” la oportunidad de implementarlo y ver si lograba concretarse. Pues seamos honestos, quién no aspira a un mundo con igualdad de oportunidades, sin pobreza, sin abusos de poder, con un gobierno que garantice bienes públicos de calidad que beneficien a todos sus ciudadanos. Me atrevo a decir que todos, con nuestras matices, aspiramos a algo así.
Pero ¿desde cuándo estas “buenas intenciones” se convierten en un cheque en blanco que compra a su paso voluntades y conciencias, eximiendo de responsabilidad cualquier actuar que atente contra los valores que dice practicar? Lo que se vivió ayer en Venezuela es la evidencia de que la democracia está siendo sepultada y rompe el argumento de que el régimen que gobierna mi país es democrático porque nos permiten ir a depositar un voto en una urna (a pesar de que todos sabemos que la democracia es mucho más que ir a votar).
Nuestros jóvenes salieron no solo a pedir la libertad de sus compañeros encarcelados por protestar contra la inseguridad que diariamente nos roba decenas de vidas. Nuestros jóvenes ejercieron en la calle el derecho que nos da la democracia de levantar la voz y denunciar a través de protestas pacíficas y masivas el descontento de muchos venezolanos por la violencia, el desabastecimiento, el costo de la vida, la impunidad, el cerco informativo, la persecución política y todas esas cosas que se alejan del mundo ideal que describí anteriormente y que les han hecho creer que existe en mi país.
El gobierno de Nicolás Maduro se quitó la careta de demócrata al reprimir y criminalizar la protesta, dictar orden de captura a dirigentes de oposición, quitar del servicio de televisión por cable la transmisión de NT24 sin mencionar la prohibición a los medios locales de informar lo que ocurría en el país (¿o me van a decir que no era noticia importante las marchas multitudinarias que se dieron en varias ciudades?), mientras sus aliados respaldan el actuar de los colectivos armados que tienen a su servicio para amedrentar a la sociedad civil.
Entonces me pregunto ¿necesitan más pruebas de que el actuar de este régimen dista mucho de ejercer prácticas democráticas a pesar de que fue “elegido” en un proceso electoral? ¿Es este el actuar que apoyan los demócratas de América Latina? ¿Esta es la democracia que defienden y que quieren ver en su país? ¿En qué se diferencian los venezolanos que llenos de ideales salen a defender su derecho a un futuro, de los estudiantes chilenos, de los manifestantes en Brasil y de cualquier otro ser humano que lucha por defender la libertad en contra de la tiranía? ¿En qué democracia del mundo, el ciudadano de a pie se convierte en un criminal por ejercer su derecho a la protesta?
Señores ¡reflexionen! Rectifiquen y no sean cómplices pasivos de un régimen neototalitario que ha creado un discurso que ha estafado principalmente a toda la gente que dice proteger o defender, pues hoy somos nosotros, pero mañana pueden ser ustedes. Ningún país es ajeno a caer en una situación de secuestro de poderes públicos que permita impunidad y manejo de leyes a conveniencia, como lo es ahora Venezuela. Los abusos de poder y las violaciones a los derechos y libertades civiles no son más o menos graves dependiendo del matiz político que tenga el gobierno que las cometa. Los abusos y violaciones a los derechos deben ser condenados por cualquiera que diga llamarse demócrata.
Entonces ¡reflexionen! ¿Son o no son demócratas? ¿Seguirán con su silencio cómplice e indolente? ¿Seguirán dando su respaldo al régimen de Nicolás Maduro? Dios se apiade de Venezuela y de América Latina.
Comentarios