La crisis pandémica ha puesto marcha forzada a la utilización tanto del teletrabajo en las empresas y del eLearning en el sistema educativo, sin que en la mayoría de los casos las instituciones se hayan preparado para implementar este tipo de soluciones o incluso sin que lo hayan querido hacer.
Pero la implementación del teletrabajo, al igual que el eLearning, consiste hoy en cómo usar estas soluciones productivamente y sin que agreguen más tensión y estrés al existente.
Al respecto, siguiendo la información de la prensa nacional, comienzan a proliferar las ofertas de soluciones online, aunque también comienzan a multiplicarse los problemas: casos de estudiantes sin equipos para conectarse, otros sin banda ancha adecuada, plataformas utilizadas simplemente como repositorios, escasa interacción entre profesores-estudiantes y entre estudiantes, aranceles impagos y un largo etcétera de la vida real. Detalles.
Vamos a intentar un punteo a modo de esquematizar lo mucho que está pasando, y lo peor que pueden llegar a ser estas experiencias, cuando de utilizar tecnología para el trabajo y la formación se trata:
1.- Flexibilidad. Si estas actividades mediadas por tecnología en tiempos “normales” precisan de una visión flexible, abierta y tolerante en su utilización, en momentos de crisis como la que hoy vivimos, aquello es definitivamente central.
Al igual que en el eLearning, en el teletrabajo también es necesario asumir que a distinta edad del trabajador, distinto es el proceso de adquisición de las competencias necesarias para optimizar el uso de estas tecnologías. También hay diferencias de género, la mujer que trabaja tiene doble peso y eso debe ser considerado a la hora de diseñar e implementar estas soluciones.
Flexibilidad en las metas, en el caso de las empresas que tienen trabajadoras y trabajadores utilizando el teletrabajo y lo mismo en el caso de las instituciones educativas que están trasladando a la virtualidad las cargas académicas.
2.- Empatía. Considerar el entorno social inmediato en el que se desarrollan estas experiencias, las familias, y cómo cada núcleo familiar vive esta realidad impuesta por la pandemia: la emocionalidad que genera la incertidumbre, el temor a enfermarse, a la cesantía, el virus que nos asola en las cercanías. Estudiantes con padres cesantes o al borde de estarlo, espacios reducidos y a veces sobre habitados, madres trabajadoras, en muchos casos principal soporte del alumno, teniendo ahora que sustituir los procesos formativos de las escuelas cerradas.
Comienzan a proliferar las ofertas de soluciones online, aunque también comienzan a multiplicarse los problemas
Todo ello genera angustia, y en el caso de Chile, que no se caracteriza precisamente por la igualdad, seguro que, más de alguna de estas variables, está afectando a más del 90% de la población.
Aterrizar la empatía a este entorno social y familiar, significa reducir las tareas, sus plazos de entrega, en general la carga académica, para disminuir el estrés en las familias. El estrés laboral, por su parte, sabemos que redunda en menor productividad y a la larga más licencias médicas.
3.- Servicios. Que la experiencia online no se vuelva una tiranía de la soledad. Este es el momento para poner “toda la carne en la parrilla”. Si existe a nivel mundial una variable hiper documentada, es que en los procesos formativos mediados por algún nivel de tecnología, ésta se optimiza cuando existe acompañamiento humano desde los servicios a las personas (manuales, tutoriales, y vídeos de apoyo en el acceso a las plataformas, ancho de banda, dudas académicas y otras) hasta lo que finalmente puede definir un proceso de calidad en el eLearning, apoyo académico para conseguir objetivos de aprendizaje. Toda forma de apoyo a los estudiantes hoy, ya sea en los servicios eLearning, académicos, mejor si ambos, contribuirán de algún modo a sostener estos procesos.
4.- Apoyo Académico, factor crítico. Ni la mejor plataforma ni el mejor diseño instruccional y recurso –elementos clave del proceso visto en su conjunto- reemplazan por sí mismos la interacción entre profesores-alumnos, alumnos-alumnos y los aprendizajes que puedan fluir de estas interacciones, en especial cuando la formación ocurre en los niveles primarios y secundarios. Dicho de otro modo, la mera distribución de contenidos en las plataformas tecno educativas, no garantiza necesariamente aprendizajes. Es más, hoy por hoy, sin apoyo humano en algún nivel de servicio y enfáticamente sin profesores y tutores, puede contribuir a aumentar la angustia existente en el medio a raíz de la crisis sanitaria y sus efectos sicológicos y generar al final del día deserción escolar desde la virtualidad.
5.- Amabilidad. Un trato amable y respetuoso entre personas, aporta por lo general a conseguir resultados positivos. Poco importa en realidad en qué espacio esto ocurra, y si se da en las empresas, en las universidades o las escuelas, pero hoy, en la virtualidad,es doblemente relevante.
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