En los últimos años, la educación ha sido uno de los temas principales de la agenda pública, proyectándose incluso como tema central para el próximo gobierno (2014-2018) donde ya se encuentra entre las 50 medidas para los primeros 100 días de gobierno, prometiendo una gran reforma educacional.
Calidad, equidad, financiamiento, el fin del lucro, la carrera docente, han sido los temas centrales a ojos de la opinión pública, de la opinión ilustrada, del debate político e incluso razón de ser de movimientos estudiantiles y ciudadanos.
Lo que llama mi atención y motiva esta breve opinión es: ¿Y alguien se ha preguntado para qué? A simple vista parece una pregunta absurda o sin sentido, sin embargo creo que es fundamental efectivamente preguntarnos para qué queremos educación.
Gracias a las disciplinas de las ciencias sociales – en especial la psicología y la sociología – existe consenso colectivo (al menos en la academia) respecto de su importancia sobre la socialización, el desarrollo intelectual, psicomotriz, interpersonal, y un largo etc.
Incluso, algunos nos aventuramos a pensar que la escuela tiene una función importante en la formación no solo de tipo académico, sino que valórica, considerando el aporte crucial a la construcción de un proyecto vital, de la conexión sujeto-comunidad y de la adopción de un rol social.
Es así que el Estado no solo se transforma en uno de los soportes centrales en cuanto a estas tareas sino que también es quién define – con una amplia capacidad de recursos – qué es y para qué es la educación, determinando qué tipo de personas busca formar, debiendo idealmente, basarse en los principios que unen a la nación que gobierna, y en las necesidades del país que proyecta.
He aquí el problema. Solo por citar algunos datos –no pretendo dar cátedra al respecto – basta mirar el currículum educativo y sentarnos a pensar “Que tipo de personas aspira formar”.
En un currículum centrado fundamentalmente en desarrollar habilidades prácticas en sus alumnos (hacer) poco espacio queda para crear, cuestionar, proponer, emprender, participar…
Por eso cada día hay menos horas de historia, casi no hay geografía y no existe educación cívica, la filosofía, el arte y la literatura son considerados una especie de “cultura general” con poca utilidad en la “vida real”, dejando limitado espacio para el desarrollo espiritual y más aún, para apoyar a cada alumno a encontrar su propia identidad.
Sí, el escenario es bastante deprimente cuando vemos este contraste, enorme por lo demás, entre lo que algunos aspiramos, y lo que en realidad, los lineamientos ministeriales permiten construir.
Hace algunos años atrás, producto de nuestra tesis de grado, estudiamos los efectos de la deprivación sociocultural sobre los resultados en inteligencia obtenidos por niños en proceso de escolarización.
En pocas y sencillas palabras, queríamos saber si un niño de colegio vulnerable veía variaciones en el puntaje de inteligencia que obtenía, en comparación con niños de colegios para nada vulnerables.
El resultado: encontramos diferencias amplias – de hasta 3 puntos promedio por grupo – según el tipo de establecimiento en que estudiabas.
Más potentes han sido los resultados encontrados por el Dr. Ricardo Rosas, jefe del programa de Doctorado en Psicología de la PUC, quien sostiene actualmente que los colegios que no “estimulan” a sus alumnos no solo no aportan al desarrollo de su inteligencia sino que en algunos casos, hasta pueden perjudicar su desarrollo.
Más potentes han sido los resultados encontrados por el Dr. Ricardo Rosas, jefe del programa de Doctorado en Psicología de la PUC, quien sostiene actualmente que los colegios que no “estimulan” a sus alumnos no solo no aportan al desarrollo de su inteligencia sino que en algunos casos, hasta pueden perjudicar su desarrollo.
Entonces, no solo tenemos un currículum que restringe y crea un sendero estrecho por el cual nuestros alumnos deben caminar directamente hacia el “hacer autómata”, sino que también los establecimientos educativos públicos de mala calidad pueden perjudicar las capacidades de base de nuestro niños.
Entonces: Sí parece ser importante el “PARA QUE” queremos educar… luego vendrá el cómo.
Por ello he planteado la relevancia de nuestra pregunta inicial ¿Qué queremos lograr con la educación? ¿Qué principios guían este proceso tan importante para la sociedad y sus partícipes? ¿Qué tipo de personas queremos? ¿Cuál es el proyecto que tenemos como país para nuestros ciudadanos?
No es azar que los países desarrollados inviertan cantidades importantes para formar líderes, creativos y científicos, considerando la educación como una función social integral, valorando la búsqueda de sentido en la profesión y en el saber. Es porque saben dónde vale la pena invertir.
Lamentablemente en nuestro país las cifras son malas. Chile invierte menos del 1% de su PIB en ciencia y tecnología (enfocándose netamente en áreas productivas), aumenta las horas de matemáticas en desmedro de las de humanidades, coarta el desarrollo de las artes, priva a sus deportistas de posibilidades: desacredita las profesiones y oficios que no se orienten a producir dinero.
Para concluir, propongo que tenemos una enorme deuda en este sentido. Deuda en cuanto a los mecanismos que como sociedad para dialogar y consensuar nuestras prioridades como país a través de los espacios públicos.
Deuda en cuanto a las maneras de definir el rumbo y orientación de nuestros esfuerzos, definir qué cosas son realmente importantes para nosotros como sociedad, analizar cuáles son las “palancas” que debemos accionar para alcanzar el anhelado desarrollo, deuda en realmente reflexionar que desarrollo queremos para nosotros.
Les adjunto enlaces para revisar algunos videos sobre educación:
* Ken Robinson. Las escuelas matan la creatividad. http://www.youtube.com/watch?v=nPB-41q97zg
* Logan Laplante. ¿Qué es educación? http://www.youtube.com/watch?v=h0BI2u6P1Pw
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Jorge Maluenda
V:
Súper interesante tu comentario y lo comparto de manera parcial.
Creo que la cosa no se trata de dejar la responsabilidad a una sola entidad sino que mas bien es una responsabilidad compartida.
A veces tenemos muy buenas familias y muy malas escuelas, otras malas familias y buenas escuelas y en otras, ambas malas.
La idea es que como sociedad podamos darles alguna herramienta con la cual afrontar la vida a nuestros niños.
Por otro lado, no podemos ignorar que los niños pasan mas tiempo en el colegio que en ninguna otra actividad – desde los 6 años por obligación e incluso antes – y que por lo tanto, son una instancia, queramos o no, crucial en la formación valórica, teórica, práctica, espiritual, etc.
Allí es donde encuentran los amigos que los acompañan sus primeros 20 años de vida, ahí es donde se vinculan con sus futuros colegas, experimentan sus primeras derrotas y victorias, conocen el amor, entre miles de otros aprendizajes cruciales para la vida.
En una sociedad como la nuestra – en especial la nuestra – la educación formal ES un pilar, y mas vale que hagamos algo bueno con el, o vamos a tener resultados como los que comento: niños perjudicados a los cuales hubiese sido mejor ni siquiera enviar a esos malos colegios.
FeliPRO
Primero, te felicito por un muy buen articulo que enfrenta el tema desde una perspectiva formativa de personas y no de fuerza laboral como se ha tratado (y que se plasma en la eliminación de horas de humanismo como mencionas).
Respecto a la gratuidad, esta es una lucha de cambio de modelo, donde digamos fuerte dos cosas. La calidad de la educación que reciben nuestros niños no puede estar subordinada al bolsillo de sus padres y por otro lado, decir, sin lugar a dudas que la educación es un derecho y no un privilegio. Mientras, podemos debatir que personas queremos formar, en un ambiente de igualdad de condiciones.
Saludos
Jorge Maluenda
Gracias por tu comentario Felipe.
Como tu mencionas, la lucha por la gratuidad, tienen un trasfondo ideológico sustentado en el derecho a la educación y en el financiamiento.
Lo que planteo es que, en el debate ideológico, tenemos que considerar el tema de «para qué».
Se hace necesario justamente porque somos una sociedad ideológicamente compleja y disímil, y para llegar a considerar que la educación es un bien público hace falta debate social, hace falta consenso y hace falta educación política…
Un error a mi juicio de las izquierdas, es asumir que la totalidad de la sociedad valora los principios que ella promueve de la misma forma y con la misma intensidad.
Mi visión es la de una izquierda que no solo promueve sino que educa y busca acuerdos sociales amplios.
En este tema veo desde mi conocimiento e ignorancia todavía demasiada diferencia (multipolaridad).
Saludos!!
V
Uf! Gran tema y qué ganas de conversarlo en vez de tener que redactar las mil ideas que navegan en mi mate ahora mismo.
Confieso que más de alguna vez he disfrutado dejar en jaque a lxs que defienden el lema «Educación de calidad y gratuita para todos», no porque no esté de acuerdo, sino porque muy pocxs saben argumentar o defender su postura y claro, la actual educación que se imparte y la sociedad en general, lo que menos quiere es que la gente piense o cuestione. Es más cómodo y fácil repetir lo que el resto dice que así debe ser.
Esta cita «la escuela tiene una función importante en la formación no solo de tipo académico, sino que valórica». He ahí mi chispa. No creo que la responsabilidad de formar o inculcar valores a los pendex sea de la comunidad escolar. Los valores se adquieren a la más tierna edad. El concepto básico de peligro, placer, recompensa y estímulos varios, se desarrollan en el núcleo familiar, cualquiera sea éste.
Si eliges traer una criatura a este mundo de caníbales, pues sé responsable y dale lo mejor y las mejores herramientas para que luego pueda volar y enfrentar la vida.
Creo que primero es la formación valórica, luego la formación escolar, que complementa el aprendizaje y la sociabilización necesaria para todo ser humano.
La educación actual es un conjunto de datos e información. Pero no sirve de nada si no sabes cómo usarlo.
ElLa que se cuestiona, cranea y quema sus neuronas, no necesita saber el color del calcetín que llevaba puesto Pedro de Valdivia cuando fundó Santiago para tener un punto de vista sobre la Conquista y la Guerra de Arauco.
Pensar, cuestionar, sospechar, indagar, teorizar, fundamentar, argumentar, discutir y hablar sobre la inmortalidad del cangrejo, es más peligroso para este sistema capitalista, que llenarse de cartones y medallas que ni para la guerra sirven.
No doy más lata.
Consecuencia es la consigna 😉