El Estado no administra su propio dinero, sino que administra el dinero de terceros, el de nosotros. ¿Y cómo lo obtiene? Mediante la coacción. ¡Y no solo eso, sino que el Estado está administrado por personas, sí, personas, como tú y yo, que tienen los mismos defectos que nosotros!
Si hay algo que últimamente ha sido extremadamente demonizado en Chile, no solo acá sino también en el mundo, es el concepto de Mercado. Mercado, para muchos, seria la personificación del mal, aquello a lo cual echar todo nuestro odio y frustraciones, la justificación de todo lo malo que nos pasa, y el Estado, su antítesis, -o al menos así lo pintan-, vendría a ser el gran «solucionador» de nuestros problemas, la personificación del bien, aquel ente en el cual depositar nuestros anhelos y esperanzas. Así pareciese ser la opinión de aquellas masas cuando vociferan por las calles la consigna de moda: «mas Estado, menos Mercado», muchas veces de otras formas, pero con el mismo fondo. Esto también se aprecia cuando en los medios de comunicación algunos «iluminados» intelectuales nos dicen que hay que aumentar más y más el tamaño del Estado, como por ejemplo al estar de acuerdo en subir aún mas los impuestos, estatización de casi todo, limitar nuestra libertad, ¡como si los constantes ejemplos que nos entrega la humanidad sobre el fracaso de ello no les fuera suficiente para no seguir defendiendo el socialismo!
El problema de lo anterior, es la grave confusión en conceptos. Para partir, el Mercado no es mas que cada uno de nosotros (sí, tú también), absolutamente todos, decidiendo libremente como utilizar lo que tienes. Y nuestro interés individual, dentro de los márgenes de la libertad, está en completa sintonía con el interés social, ya que cambio algo que valoro menos por algo que valoro más y el otro a su vez valora más lo que yo valoro menos en la transacción. El Mercado no es un ecuación de suma cero donde unos ganan y otros pierdes, todos ganan. El Mercado somos nosotros, incluyéndote, y si desconfiamos de éste, de quien estamos desconfiando es de nosotros mismos.
Por otro lado, Estado es absolutamente la cara opuesta del Mercado. El Estado no administra su propio dinero, sino que administra el dinero de terceros, el de nosotros. ¿Y cómo lo obtiene? Mediante la coacción. ¡Y no solo eso, sino que el Estado está administrado por personas, sí, personas, como tú y yo, que tienen los mismos defectos que nosotros! El Estado no es administrado por «alienígenas» perfectos, sino que por gente como Girardi, Andrade, Bachelet, y tantos más: simplemente personas que se equivocan al igual que nosotros, los «simples mortales», decidiendo que hacer con nuestro dinero.
Uno de los tanto problemas del Estado es que estos «iluminados» políticos que lo manejan, también siguen sus propios intereses, al igual que nosotros, y, aunque tuviesen muchos de ellos las mejores intenciones, carecen de algo fundamental para administrar dinero que no les pertenecen: es que ellos jamás sabrán mejor lo que les conviene a las personas que las propias personas, y a medida que más aumenta el Estado, o sea, mas libertad tiene el Estado, menos libertad tienen las personas. En otras palabras, menos deciden las personas y más deciden por ellas. Y como esta decisión es cometida por un tercero que no conoce mejor que nosotros lo que queremos, aumentar el tamaño del Estado está encaminado al fracaso. Al menos eso dicen los hechos, como por ejemplo, el subdesarrollo latinoamericano producido por Estados gigantescos, en donde escasamente hay libertad individual, tal cual el «Gran Hermano» como lo escribió George Orwell en su libro «1984».
Chile no se volvió el país con más PIB per cápita de la región siguiendo el socialismo de los países vecinos, todo lo contrario, siguiendo el libre mercado.
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