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Nelson Schwenke: cartas del pasado

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Por lo menos a nivel de prensa, la muerte de Nelson Schwenke no fue sino un breve intervalo en el riguroso anonimato en el que su dueto se encontraba inmerso. Los canales de televisión no contaban con imágenes de archivo para poder llenar la pantalla mientras repetían el guión estándar de las tragedias viales, que tanto les rinde. No los habían filmado nunca, más allá de alguna actuación reciente. El Mercurio englobó su pérdida en un conjunto de lugares comunes más o menos afectuosos –parroquias llenas de jóvenes, chalecos con dibujos, bares con velas en fuentes de greda– y una columna en La Tercera concluía que no se escuchaban porque las denuncias de ahora ya no eran silenciadas, porque ahora no había de qué lamentarse. Con todo, no sería justo agotar la memoria de este dueto en la constatación de la ramplonería televisiva, la hipocresía de El Mercurio y un columnista que funciona como tonto útil del poder, por ignorancia o soberbia.

Un entrañable personaje de AntonioTabucchi dice que, a diferencia de la mayoría, antes de adivinar el futuro prefiere recibir cartas del pasado. Dice que ellas podrían explicarnos “un tiempo de nuestra vida que nunca entendimos, el significado de tantos años transcurridos, de aquello que entonces se nos escapó, esa historia única y fundamental”. Escuchar hoy las canciones Schwenke & Nilo es regalarse una carta del pasado, es encontrar esa quebrada donde un cartero ya jubilado botaba las cartas para no tener que entregarlas y sentarse a contemplar esos sobres, esas letras, esas ansias.

Escuché con atención sus canciones por primera vez el año pasado, durante una noche larga. Había comprado, a un precio vergonzante, una antología de música de los 80 que el diario La Nación había compilado alguna vez. Con el diario desaparecido de los quioscos, en sus oficinas sus promociones menos afortunadas se venden a precio de huevo, hasta hoy. Aparecían en el listado nombres que seguramente están en alguna parte de Chile, seguros de que, salvo que los atropellen, no van a ser escuchados: Payo Grondona, Rolando Alarcón, los grupos Abril, Aquelarre y Ortiga, y así, vamos sumando.

Lo primero que llama la atención de Schwenke & Nilo es la dignidad que le confieren al género canción, la solemnidad con la que dicen lo que tienen que decir. De espaldas a la velocidad y la rápida obsolescencia, sus canciones son siempre un momento completo en sí mismo, complejo, de alguna manera urgente: eso que están diciendo sólo lo pueden decir juntos, con esas guitarras, con esos coros. No son intercambiables. Se adivina que para ellos interpretar una canción es algo de primera importancia, tanto como para otros puede ser averiguar el precio el dólar interbancario.

Escuché decenas de veces sus canciones, investigué lo que pude en Internet. Después de los 90 “desaparecieron del mapa”, decía en un portal. La democracia fue un mal negocio para ellos, al parecer la idea general era que no quedaba más que denunciar, que recordar, que ya no eran tiempos de tristezas. Ellos siguieron sacando discos, pero los lugares donde tocaban se transformaron en farmacias o sucursales bancarias. Experimentaron nuevos sonidos y fue para peor: los pocos que los recordaban querían escuchar las mismas canciones de siempre, no estaban para novedades. Se decía que Nelson Schwenke trabajaba en una ferretería en La Calera, y entonces el sinsentido obligaba a suspender la lectura; ¿existe algo más distinto a la lluvia de Valdivia que un delantal azul y una repisa de tornillos en un pueblo donde hay menos árboles que postes de luz? ¿Qué podía hacer un tipo que escuchaba al Calle-Calle hablar en silencio detrás de una caja registradora, con el horizonte repleto de ollas de aluminio?

El tiempo ayudó a serenar el diagnóstico. Al parecer se enamoró de una mujer de allá, y en vez de llorar por un Fondart o por la enésima contratación de un alcalde en campaña se retiró a trabajar con sus manos, en un acto que, bien mirado, es de una dignidad absoluta, una lección estremecedora. “Cuando hay algo para decir siempre se encuentra una hora para robarla al sueño, al amor o al patrón”, dice Onetti, y Schwenke no necesitaba leer eso para saberlo.

Algunos meses después, aprovechando un viaje por ahí cerca, entré a La Calera a ver si encontraba la ferretería aquella. Quería darle un abrazo, decirle que con 30 años recién cumplidos sus canciones me parecían perfectamente actuales, que de ninguna manera su esfuerzo había sido en vano. Me di un par de vueltas infructuosas y me fui de allí sin haberlo visto. “Entre el nicho y la cesárea / me sostengo con la risa”, dices en una de esas canciones en que tu voz se escucha más clara. En tu velorio me contó alguien que era tu amigo que siempre fue así. Cuánto me alegro. Que tengas un buen viaje.

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Foto: 24horas.cl

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14 Comentarios

Susana Maldonado

Gracias Pato. No puedo menos que compartir estas letras (ya lo hice en facebook), pero a la vez comentar que lo de Jurgensen en La Tercera me pareció penoso. Gracias por decirlo.

    phidalgo

    phidalgo

    Abrazo para ti, Susana, muchas gracias por tus palabras.

Guillermo Bastías

Bello y sublime escrito.Gracias por el deleite Sr.Patricio Hidalgo

    phidalgo

    phidalgo

    Abrazo para ti, querido Guillo.

Solo Belisa

Schwenke y Nilo No desaparecieron después de los 90, escuchar sus canciones que hablan del sur nunca van a pasar de moda y en cada parte que se presentaban se llenaba, en su página que antes tenia un muro, de todas partes de Chile les preguntaban cuando iban a sus ciudades, te hablo año (2000 en adelante). En Osorno estuvieron en un Centro Cultural igual al que iba ese día a Puerto Montt. Conocer a Schwenke es saber porque termino en una ferretería en Calera y también es entender porque no se vendió algún sello o a la TV. Y somos muchos que lo recordábamos!!!, eso quedo demostrado en todas las partes en que se le hicieron homenajes.

    phidalgo

    phidalgo

    Hola Belisa:
    La idea era, precisamente, comparar la pervivencia real del dueto, fácilmente verificable en su velorio, con el silencio de los medios masivos de comunicación.
    Y lo de la ferretería lo destaco justamente como un acto de integridad moral que es un ejemplo.
    Te agradezco la lectura, y te mando un abrazo

Pablo Enrique

La verdad es que no alcanzaste a conocer a Schwencke. Primero Schwencke & Nilo nunca desaparecion para las personas que lo conocimos bien. (Por lo visto no eramos pocos). Si no estaban en TV ni en publicidades, o farandula, no es por que desaparecieron. Es por su CONSECUENCIA que no es muy común ver en esta sociedad.

    phidalgo

    phidalgo

    Hola Pablo:
    Como le digo a Belisa, la idea era, precisamente, comparar la pervivencia real del dueto, fácilmente verificable en su velorio, con el silencio de los medios masivos de comunicación. Probablemente este silencio tiene que ver con no participar del circo mediático de ninguna manera, y eso no se puede sino llamar, tal y como la nombras, consecuencia en mayúscula.
    El que muchos llegamos tarde a conocerlos es un dato, y seguirá ocurriendo con los que ahora son mas chicos. Afortunadamente, sus canciones no envejecen como lo hacemos nosotros.
    Te agradezco la lectura, y te mando un abrazo

guillermo elgueta urrutia

gracias pato, por el recuerdo por la emoción y por enfrentarme al fantasma del olvido. Conocí al duo cuando creamos la primera agrupación cultural durante la dictadura. después ayudamos a crear la ACU (agrup. cult. universitaria) y ese fue el paso decisivo para la lucha antidictatorial.
aquí en la montaña lloré muchas horas por el tonto accidenta por su partida prematura y reescuché mil veces sus canciones.

un abrazote

phidalgo

phidalgo

Gracias por el recuerdo, Guillermo. Con lo que cuentas más claro queda que quedan las canciones. Abrazo

Mauro Sandoval

Una de las cosas que me llama la atención de esto es que a pesar del florecimiento de las redes sociales y que son medios masivos, la consagración esté tan ligada a medios tradicionales y sobre todo a la televisión. Schwenke & Nilo estaban vigentes, hicieron giras los últimos tres años (conozco a la manager) y entiendo perfectamente que no eran U2 llenando estadios, pero siempre contaban con el público de un café o una peña.
Ojalá que la siguiente generación valore ese tipo de cosas antes que una banda o solista aparezca con el Rafael Araneda de turno. Gracias por tu artículo.

    phidalgo

    phidalgo

    Hola Mauro:
    A propósito de los otros comentarios, te reitero que la idea era precisamente comparar la ligazón real de su música con la gente (por enésima vez, reflejada irrebatiblemente en su velorio) con la impavidez de los medios masivos de comunicación.
    Gente de su entorno me ha comentado que en los últimos años (digamos, 4 o 5) habían tenido un segundo aire, pero que la década de los 90 había sido durísima. Pero las buenas canciones no mueren ni envejecen, independiente de quien las promocione. Gracias a ti por la lectura.

Bea

Gracias por mantenerlo presente, a ese ser que nos hizo con sus canciones y su desgarrada voz, seguir buscando la consecuencia, entender que nunca era suficiente… Él que era capaz de dolerse profundamente y empatizar con todas las causas con sentido, sin embargo, buscar la alegría, el optimismo, e ironizar constantemente para no convertirnos en «tontos graves» pero, no vendernos ni claudicar.

    phidalgo

    phidalgo

    Hola Bea.
    Esa mezcla de seriedad en la denuncia y risa en el día a día es una de las cosas que hace más interesante a Schwenke, la vieja (e imbatible) combinación de amor y humor.
    Gracias por la lectura.