Los custodios de la moral, esos líderes de opinión que escriben editoriales o exponen monólogos interminables pretendiendo darnos un baño de lo que es correcto, de lo que es justo o injusto, de lo que merece o no ser aplaudido o condenado. Esos constructores ocasionales de una “sociedad más justa” son los mismo que guardan silencio cuando los temas no están de moda, son los mismos que dan vitrina, cámaras y portadas a héroes y heroínas que con el paso del tiempo terminan desinflándose con conductas que no tienen nada que ver con la imagen que pretenden proyectar.
Hoy es fácil sumarse al cuestionamiento y escarnio público al gendarme Héctor Palma. Hoy es fácil, y casi un imperativo ético y moral para algunos, condenar la falta del gendarme Héctor Palma al no actuar a tiempo para evitar los golpes contra dos ciudadanos ecuatorianos, pero ¿Dónde estuvieron todos antes de que se produjera el el asesinato de Margarita Ancacoy?, ¿cuántos de los que hoy se suman a la moralina de moda conocen las condiciones en las cuales Gendarmería hace su trabajo? ¿Cuánta responsabilidad nos cabe en su conjunto por los distintos hechos que nos impactan como sociedad?
Hace mucho que nuestros medios comienzan a replicar modelos que en otros lugares pueden tener relativo éxito, lugares que tienen una historia de desarrollo social y moral que nos supera. Esos medios, nuestros medios, levantan a la figura de eruditos personajes como Rafael Garay, para luego mirar hacia el cielo desconociendo que también hay una responsabilidad en la generación de confianza con un personaje que los propios medios ayudaron a construir y que luego estafó a un número no menor de personas.
Ese modelo de éxito en Europa y Estados Unidos, permite, en su mala copia, en nuestro país hablar de lo correcto o lo incorrecto con una impersonalidad que sorprende. Así para algunos es fácil hablar de igualdad de género en lo público, pero callar la violencia hacia la mujer en lo privado, así es fácil ignorar algunos temas que a la sociedad le importa, porque al término de la jornada, para quienes pretenden ser defensores de la moral, la empresa que se debe cuestionar permite con el canje estar a la moda para ver y sentirse sofisticados, modernos y actualizados.
Esos defensores de la moral son los que hoy alzan la voz para condenar por el trabajo que no hizo a un gendarme que tenía a cargo la custodia de 177 reclusos. Esos falsos moralistas, que hacen discursos llenos de verborrea para condenar al último conejillo de indias que la contingencia puso de moda, guardan silencio cuando esa misma contingencia les regala la posibilidad de pantallas, páginas, espacios radiales etc., para condenar con la misma locuacidad a quienes gozan posiciones de privilegio y administrar el poder económico o político sin ninguna decencia y mucho menos moral.
La sociedad en su mayoría ve con preocupación los alcances de una situación que el no buscó y que la propia sociedad construyó, por que no es su culpa la precariedad de las condiciones en la que les toca desarrollar su labor
Mientras algunos imponen sus parámetros de la moral por el caso del Gendarme Héctor Palma, haciendo gárgaras respecto a los derechos humanos, no se les escuchó la misma elocuencia para exigir justicia ejemplificadora por Margarita. No se les escuchó con anterioridad impulsar iniciativas que permitieran mejorar las condiciones labores de Gendarmería. No se les escuchó en su momento hablar de políticas migratorias más justas y modernas. Esos mismos que tratan de imponer una forma de interpretar la verdad son los que a la hora de hacer verbo el discurso se queda enredados en su propia agenda dejando el discurso sin acción.
Para consuelo del Gendarme Héctor Palma, la sociedad en su mayoría ve con preocupación los alcances de una situación que el no buscó y que la propia sociedad construyó, por que no es su culpa la precariedad de las condiciones en la que les toca desarrollar su labor. No es su culpa que, matemáticamente, 177 reos sean más que 1 gendarme. No es su culpa que medio Chile aplaudiera a los reos que pretendieron hacer justicia, no es su culpa que 2 delincuentes asesinaran a una mujer trabajadora y esforzada, aunque lamentablemente eso apara aquellos que ocasionalmente se transforman en defensores de la moral no sean argumentos válidos para asumir la culpa que tenemos como sociedad. Así es fácil entender porque nadie, por ejemplo, ha pedido públicamente perdón por construir figuras como las de Rafael Garay, esos mismos defensores de la moral, terminan consumiendo, aplaudiendo, criticando en lo privado, lo mismo que pretende obligar a una mayoría a no hacer en lo público.
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Pablo Correa
APLAUDO SU COLUMNA!! Por fin alguien con tribuna expresa lo que al parecer millones de chilenos estamos sintiendo cuando leímos en las noticias lo del brutal asesinato de la señora Margarita, una mujer de esfuerzo que pudo ser mi mamá, mi hermana, mi señora, mi hija, asesinada por esos dos hdp de los que no vale la pena ni hablar. Cuánta impotencia se siente leer cada día en los medios que los moralistas de siempre, los políticamente correctos, todos esos Carlos Peña, esas Rincón y esos Matamala que pontifican a voz en cuello creyendo que están por sobre el bien y el mal, que pretenden darnos lecciones de lo políticamente correcto, se preocupan más del bienestar del asesino que de la pena de las víctimas, ignorando que la cárcel ha tenido esas leyes internas desde que el mundo es mundo. Yo me alegré cuando supe de la parada de carros que el sindicato de gendarmes efectuó al gbno y también me alegré cuando al funcionario lo liberaron de esa ridícula y absurda prisión, así que solo me resta felicitarlo una vez más por su columna porque en lo personal, lo siento como un verdadero desahogo.