Se viene un nuevo 8 de marzo y el debate sobre el aborto vuelve a estar en la palestra. Durante el verano el gobierno presentó un tímido proyecto de ley para legalizarlo en tres situaciones. A saber: cuando la vida de la madre corre riesgo, en caso de inviabilidad del feto y en caso de violación. Junto a ello, el diputado Lorenzini nos sorprendió con declaraciones retrógradas, condenables desde cualquier perspectiva, cargadas de machismo, intolerancia y misoginia. Sin embargo, frente al mezquino proyecto del gobierno, sus declaraciones son plenamente contingentes.
Cuando hablamos de aborto como excepción, como problema de salud o como solución al trauma producido por la violación, estamos desviando el foco. El tema de fondo es un problema de poder, libertad y reconocimiento, intrínsecamente relacionados. Poder, porque golpea las estructuras de poder patriarcal y democratiza la decisión sobre la maternidad en muchos casos, hasta ahora, condena. Libertad, porque permite a las mujeres decidir sobre su cuerpo, sin que nadie las obligue a ser madres. Reconocimiento, porque asume el idéntico valor y capacidad de decisión que tienen las mujeres.Cuando desviamos el foco, olvidamos el fondo emancipador en que se mueve el aborto, que aspira a una sociedad donde se acepte a todos sus miembros en igualdad de derechos y dignidad, reconociendo la diferencia.
Cuando desviamos el foco, olvidamos el fondo emancipador en que se mueve el aborto, que aspira a una sociedad donde se acepte a todos sus miembros en igualdad de derechos y dignidad, reconociendo la diferencia. Al hacerlo, abrimos el flanco para el razonamiento misógino –como el de Lorenzini-, mantenemos intactas las estructuras patriarcales y el sentido común vaciando de contenido una lucha histórica.
Este viernes, mujeres y hombres marcharán para exigir un aborto pleno y sin titubeo, para transformar un sentido común machista, para seguir luchando por un derecho básico: el de decidir sobre nuestros cuerpos.
Comentarios
06 de marzo
No sé si este este articulista tendra edad para sopesar lo que expone, a veces la edad, la vida misma temperan las convicciones, cuando se trata de la vida de otro ser, quizás sean las mamas, mujeres, que estan dotadas de otros sentimientos, de otras sensibilidades las que debatan, opinen, en especial las que ya tienen otros hijos, politicos, banqueros, religiosos y estudiantes mechones, deberían abtenerse.
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07 de marzo
Que comentario más conservador que invalidar una opinión por la edad… Y peor aún invalidar por el género si justamente el columnista aspira a una igualdad de derechos independiente del género.
Saludos!
12 de marzo
Es cierto, no hay que perder el foco. Ese letrero en realidad dice:
QUIERO LA PROPIEDAD SOBRE MI DESCENDENCIA.
QUIERO EL PODER PARA MATAR A MI DESCENDENCIA ANTES DE QUE PUEDA HABLAR
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