Señor Presidente:
La eliminación de un 25% de las horas dedicadas a historia, geografía y ciencias sociales en el sistema escolar, anunciada hace un mes por el ministro de Educación, Joaquín Lavín, ha motivado un amplio rechazo entre profesores y estudiantes de las disciplinas cuya enseñanza será afectada, expertos en educación, personalidades de la cultura, historiadores y otros intelectuales.
Actos públicos, columnas de opinión, entrevistas y reportajes en prensa, radio, televisión y medios digitales han expresado un consenso transversal verdaderamente extraordinario en contra de esa grave decisión ministerial, entregándose sólidos argumentos acerca de las indeseables consecuencias que la reducción horaria tendrá para la formación de las nuevas generaciones.
Este consenso se ha articulado en torno a la convicción de que el conocimiento de la historia nacional y global, así como la comprensión del entorno natural y cultural en que vivimos y la conciencia de nuestros derechos y responsabilidades, constituyen un capital cultural imprescindible para desenvolvernos con propiedad en el mundo actual. Y que es precisamente en el sistema escolar donde esos contenidos y competencias deben ser incorporados al acervo de los nuevos chilenos y chilenas.
En cambio, ningún argumento se ha esgrimido para justificar la reducción de las horas dedicadas a estas disciplinas. El ministro Lavín y algunos funcionarios que lo han secundado, se han limitado a sostener la pertinencia de aumentar las horas de lenguaje y matemáticas, pero no han dado una sola razón para hacerlo a expensas de la enseñanza de la historia, la geografía y las ciencias sociales. Ello puede hacer pensar que esas razones no existen o que serían impresentables.
Hasta hace unos días, estuve entre quienes preferimos pensar que el cercenamiento de las horas de historia, geografía y ciencias sociales había sido una decisión insuficientemente meditada por el ministro de Educación y sus asesores. Y que, en consecuencia, cabía esperar del propio ministerio una corrección de esa ligereza y el restablecimiento del tiempo imprescindible para la enseñanza de estas disciplinas.
Sin embargo, la respuesta del ministro Lavín a la consulta de si se puede revertir la ampliamente cuestionada reducción de las horas de historia, en una entrevista publicada en El Mercurio el pasado 13 de diciembre, revela su voluntad de perseverar en el error, a la vez que vuelve a exhibir una absoluta carencia de argumentos sobre este tema.
A falta de motivos razonables, en esa entrevista el ministro procura eludir la cuestión de fondo, confundiéndola con el establecimiento de “un currículum mínimo obligatorio, enfatizando Lenguaje y Matemáticas”, para luego afirmar que “nuestra intención es mantener la distribución del currículum”. Sobre la eliminación de las horas de historia, sostiene “que los colegios tienen seis horas de libre disponibilidad y, por lo tanto, reducir o no las horas de historia es voluntario”.
Sin embargo, el problema es precisamente lo que la respuesta ministerial intenta disimular: su insistencia en reducir en un 25% las horas de historia, geografía y ciencias sociales establecidas en el currículum mínimo obligatorio, sin entregar ninguna razón para hacerlo ni escuchar los múltiples y poderosos argumentos que –a lo largo de un mes- se han esgrimido en defensa de la enseñanza de estas disciplinas.
Es por eso que, como historiador y ciudadano, me dirijo a usted para solicitarle que, en su calidad de Presidente de la República, considere con el ministro de Educación dejar sin efecto la reducción de las horas de historia, geografía y ciencias sociales correspondientes al currículum mínimo obligatorio, optando por mejores alternativas para reforzar las competencias en las áreas de lenguaje y matemáticas, como utilizar las propias horas de libre disponibilidad para tal efecto y potenciar las sinergias entre las distintas asignaturas.
Le saluda atentamente,
Alfredo Riquelme Segovia
Doctor en Historia
Académico UC
(*) Si compartes la reflexión de Alfredo Riquelme, adhiere a esta acción.
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