No sólo los estudiantes se sienten incomprendidos por el actual gobierno del presidente Sebastián Piñera. También nos sentimos así en el mundo pesquero. El 2010 nos golpeó duro el terremoto y el maremoto, pero también la caída en los desembarques de jurel, que provocaron fusiones y disminución de la flota industrial. Sin embargo, el Ejecutivo nada hizo para disminuir esa incertidumbre laboral; muy por el contrario, la acrecentó y dilató, negándose a anunciar un marco que diera estabilidad a la industria pesquera en el largo plazo. Al gobierno le toca resolver el destino del sector pesquero en su conjunto, porque el 31 de diciembre de 2012 expira la Ley que estableció el Límite Máximo de Captura por Armador, que fraccionó la cuota global por pesquería entre artesanales e industriales y asignó cuotas individuales entre los armadores industriales.
Lo lógico, dado su comprobado éxito, era que el gobierno volviera a extender ese régimen, de manera de darle estabilidad al sector. Con reglas claras, industriales y artesanales podrían proyectar su actividad a largo plazo y dedicarse a lo que mejor saben hacer: pescar y procesar. La gran tarea sería cómo lograr que las reglas para la conservación de los recursos fueran efectivas y parejas para todos. Pero el diablo metió la cola. La noruega Lota Protein pidió licitar las cuotas a través de un escrito al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia en abril del año pasado; o sea, rematar el pescado al mejor postor, dejando a los 10 mil trabajadores industriales de la VIII Región en un verdadero limbo legal. Cosa que el Tribunal rechazó en agosto y volvió ratificar en enero. Y era obvio, porque ningún país ha licitado cuotas de pesca de sus armadores históricos, tal como no remata las propiedades agrícolas ni las aguas de los agricultores.
Hasta ahí el gobierno permanecía mudo, y a través del Subsecretario de pesca, Pablo Galilea, retrasaba mes a mes la presentación del proyecto de ley de pesca. Los trabajadores estaban convencidos de que el gobierno tomaría una decisión sabia e informada, pero no. En abril de 2011, ese subsecretario salió con que se licitarían un porcentaje de las cuotas, que podría ser hasta de un 30%, y al mes siguiente ya se hablaba de hasta un 50%. El gobierno se hacía el sordo y tomaba la decisión entre cuatro paredes, escondiendo la cabeza en la arena y jugando al rumor. Hasta que el Ministro de Economía, Juan Fontaine, tuvo que reconocer las licitaciones a regañadientes a petición de la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados.
El cambio de gabinete trajo una salida, no la mejor, pero al menos una. Pablo Longueira asumió el Ministerio, promoviendo un acuerdo de fraccionamiento entre artesanales e industrial para frenar la licitación; y después lo convirtió en requisito: “si no hay acuerdo, se envía un proyecto con las licitaciones” (El Diario Financiero, 12 de agosto, página 29). Así de simple; dos pájaros de un tiro. Y el subsecretario lo profundizó: “La situación óptima en materia de fraccionamiento para los artesanales es que no exista subasta” (Estrategia, 10 de agosto., página 11).Y así se hizo. Los actores se sentaron a la Mesa de Trabajo por un mes y medio, se reunieron con sus bases, consensuaron porcentajes de traspaso de cuota de industriales a artesanales y, lo más importante, lograron que el gobierno se comprometiera a compensar a los trabajadores industriales que quedaran sin empleo.
Por eso ahora nadie entiende las declaraciones del Ministro Longueira a la prensa. Nadie entiende que diga que se licitarán los excedentes productivos, que siempre estuvo en sus planes hacerlo, o que en la industria “se van a sorprender por muchas cosas más”. ¿Acaso no entiende que los más afectados, una vez más, seremos los trabajadores pesqueros? ¿Hasta cuándo nos tratan como si fuéramos la parte más delgada del hilo? ¿Hasta cuándo el presidente intentará legislar para beneficiar a transnacionales en desmedro de la mano de obra chilena?
* Eric Riffo P., dirigente de los oficiales motoristas y consejero nacional de pesca.
Comentarios
28 de octubre
Que?! Ha funcionado bien esta ley según el autor… Pesquerías completamente sobreexplotadas, concentración en manos de pocos industriales que tienen capturados a los políticos. Esta bien que el columnista quiera defender a sus patrones, pero por favor esta ley es un desastre. Y longueira como el autor quieren que eso siga así en favor de unos pocos! Y quiere que los chilenos los aplaudan por pedir que los mismos pocos industriales (angelini y sarquis les suenan?) sigan depredando. Que descaro.
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17 de enero
“dado su comprobado éxito,” que patudos, con al ley vigente se ha depredado el mar, se han asignado cuotas que han llegado al doble de la recomendación científica, etc. Se ha extendido la cesantía entre los trabajadores, ese es el “comprobado éxito”
¡Como se puede decir que los trabajadores han sido beneficiados por este sistema si los despidos se han enseñoreado por el sector!!!
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