En la medida que todo se hace digital, el atributo “digital” (sociedad digital, red digital, libro digital, música digital) se está volviendo redundante, del mismo modo que nadie llama hoy tecnología al automóvil o a un par de zapatos, porque forman parte “natural” de nuestro paisaje, como una extensión de nosotros mismos.
El verdadero desafío de la sociedad digital será justamente cómo adoptamos las tecnologías en forma natural para crear valor con ellas. Chile ha hecho bastante bien las tareas en cuanto a infraestructura tecnológica, a disponibilización de computadores y conexiones, pero ha sido mucho más lento en masificar la adopción de una mentalidad digital y prácticas en red para sacar partido productivo, emprender e innovar en la educación, la ciudadanía, la política y la empresa.
En poco tiempo el acceso a las tecnologías será trivial, porque éstas se irán haciendo cada vez más poderosas y baratas.
Desde 1965 se viene confirmando La Ley de Moore, donde cada 18 meses se duplica la capacidad informática de memoria, procesamiento y transmisión, y al mismo tiempo los costos se reducen a la mitad. Entonces, la diferencia no la hará el acceso a las tecnologías, sino que lo que seamos capaces de hacer con ellas. Aquí hay un desafío para el liderazgo en Chile, de comprender en qué consiste esta nueva era, cómo se pueden adoptar estas nuevas herramientas (casi todas gratuitas), pero especialmente cómo se masifica su uso con fines de producción de valor económico, social y cultural. Esa es realmente la gran transformación necesaria.
Existen muchos ejemplos que evidencian el cambio hacia la era digital. Linux, el sistema operativo que compite con el gigante Microsoft no es una empresa, sino que se ha desarrollado como una red voluntaria de millones de desarrolladores, al nivel que IBM lo adoptó para sus desarrollos, colaborando con esa red de programadores informales.
Procter & Gamble aborda el 45% de su I+D en la red InnoCentive, formada por 40 mil científicos independientes, a una ínfima fracción de costo. En la actualidad se pueden seguir estudios en universidades como MIT accediendo a todos sus contenidos gratuitos en la web.
Existen en el mundo más de doscientos millones de blog y algunos como The Huffington Post o TechnoCrunch, compiten en audiencias o son adquiridos por los principales medios en el mundo, y han hecho que toda la prensa evolucione hacia el formato blog de interacción con los lectores.
Dejamos para otra ocasión el nuevo salto hacia internet móvil, que también será otra transformación en las posibilidades.
Es interesante notar aquí que este proceso histórico desde sus orígenes ha sido movilizado principalmente no por la libre competencia sino por la cultura colaboración desinteresada de millones de creadores conectados a través del mundo. Ni la universalización del acceso a las tecnologías, ni el crecimiento de los nativos digitales (los menores de treinta años) aseguran que Chile se encamine hacia la creación de valor en la era digital.
Según Hugo Pardo (*), los estudiantes nativos digitales, si bien son “multitasking” y viven conectados entre ellos, reproducen las lógicas no digitales, y realizan trabajos de poca profundidad y calidad. Qué decir de los inmigrantes digitales (los mayores de cuarenta) en el mundo productivo y ciudadano.
Conectarse, colaborar, intercambiar, modificar, compartir, seducir, fidelizar, viralizar, diferenciarse, mezclar formatos multimedia, crear relatos, producir experiencias, montar identidades virtuales, crear comunidades de nicho, más que un nuevo argot de iniciados, son las habilidades básicas que se requiere masificar entre adultos y jóvenes para sacar partido de las posibilidades de la sociedad digital.
Es necesario un esfuerzo específico, transitar a una tercera etapa en el camino hacia la sociedad digital, que comenzó por la infraestructura y la alfabetización, pero ahora debe encaminarse a la adopción de las tecnologías con fines de creación de valor.
Manuel Castells, en el libro publicado durante el Gobierno del Presidente Ricardo Lagos, Globalización, desarrollo y democracia: Chile en el contexto mundial -cuyos desafíos permanecen totalmente vigentes- lo dice con claridad: “el modelo informacional es más cultural y organizativo que tecnológico. Es una transformación de las mentes, de la cultura y de las prácticas de gestión y organización de la sociedad”.
(*) autor de www.geekonomic.com 2010 libro físico y digital que se puede comprar o descargar gratis
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Foto: Aldea Digital – eduMac
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