Anoche, decenas de niños disfrazados se tomaron la plaza frente a mi edificio y algunos de los padres también lucían discretos atuendos como gorros de brujas o máscaras. Hace bien la mascarada y hace bien el juego. Si a usted le molesta, pues quédese en casa sin su cosecha de dulces.
Cada año en estas fechas, algunos medios intentan suscitar la polémica –siútica palabra– por la fiesta de Halloween.
Sorprendentemente algunas personas se lo toman en serio y atacan esta fiesta con dos maravillosamente ramplones argumentos: el primero es que la fiesta es extranjera y el segundo es que es pagana o satánica. En la época en que administraba una cafetería en el centro, me fueron a dejar un panfleto para advertirme acerca de los peligros del paganismo de origen druídico y que, en atención a ello, les quitara a las meseras unos divertidos gorros de bruja para mantener la identidad nacional y la moral espiritual de Chile. Debo decir que estas mismas personas me entregaban panfletos para que desistiera de la contratación de peruanos; no sé a qué grupo pertenecían, pero creo que no eran precisamente de extrema izquierda.
Con respecto a la primera objeción, debemos desmentir una vez más que Jesús haya nacido en Chimbarongo y ubicar su nacimiento en algún lugar de lo que hoy es Israel o Palestina y, según el evangelio de Lucas y el de Mateo, ese lugar es llamado Bethelen o Belén, en buen castellano. En todo caso es posible que este mito sea una invención para hacer coincidir a Jesús con la profecía de Isaías.
En ningún lugar de la Biblia se menciona la fecha del nacimiento de Jesús. El veinticinco de diciembre correspondía a la fiesta pagana del Sol Invictus que era la fiesta en la que se celebraba el solsticio de invierno o la victoria del sol. La razón de que se haya establecido esa misma fecha como el nacimiento de Jesús podemos encontrarla en que el cristiano emperador Constantino, que fue el primer emperador que se convirtió públicamente al Cristianismo, hizo decretar esa fecha porque él además participaba del culto del dios Sol. Esta es la misma razón por la que el día del señor pasó del sábado –día consagrado a Saturno, el dios romano del tiempo– al domingo, día que los romanos consagraban al sol.
He aquí como ya hace mucho tiempo que Chile celebra una fiesta foránea y pagana. En lo personal en esa fecha celebramos en casa el nacimiento de sir Isaac Newton, quien sí nació el 25 de diciembre según el antiguo Calendario Juliano, anterior al calendario Gregoriano que utilizamos hoy. Como parte de la celebración del descubridor de la Ley de Gravitación Universal, decoramos un pino artificial con luces y adornos y nos entregamos a la sagrada adoración de los dioses del consumo, como hace la mayoría de los cristianos. Llamamos a esa fiesta Newtonmass o Navidad de Newton.
En todo caso bienvenido sea el Halloween a un país sin carnaval y sin casi ninguna fiesta. Alguna vez creo recordar antiguas fiestas de la primavera en mi tierra de origen, pero ya para los ochenta no se realizaban, tal vez debido al gris del uniforme militar prusiano. Hay algo newtoniano en gravedad del chileno frente a la fiesta, frente a la alegría. Entiendo que Chile es el único país latinoamericano que no tiene carnaval, aunque no podría asegurarlo porque la verdad es que no me di el trabajo de verificar un dato tan irrelevante: basta con ser un país que no lo tiene para preocuparse y no es necesario que seamos el único. Ser personas serias y responsables no puede excluir el gozar ni el reír. Anoche, decenas de niños disfrazados se tomaron la plaza frente a mi edificio y algunos de los padres también lucían discretos atuendos como gorros de brujas o máscaras. Hace bien la mascarada y hace bien el juego. Si a usted le molesta, pues quédese en casa sin su cosecha de dulces.
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Foto: eltinku / Licencia CC
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