Aún recuerdo las frases y melodías que acompañaron su cumpleaños número 50.
En ese Iquique de fines de los 80, que como todo Chile ya emprendía vuelo hacia esta -en ese entonces- insondable democracia. En casa fuimos voto No, aunque nunca -debo reconocer- en primera línea en la lucha contra la Dictadura. El trauma de los primeros años del Golpe caló hondo en mi familia, transformando en silenciosa crítica, temeroso cuestionamiento, nuestra ligera oposición al régimen. En casa se intentaba, simplemente, sobrevivir a la cotidianeidad.
“A partir de mañana empezaré a vivir la mitad de mi vida; a partir de mañana empezaré a morir la mitad de mi muerte; a partir de mañana empezaré a volver de mi viaje de ida; a partir de mañana empezaré a medir cada golpe de suerte”.
La canción de Alberto Cortez resonaba fuerte esa noche de cumpleaños en el living de nuestro hogar. Con Carlos, mi padre, abrazando a Patricia, mi madre. Y mis hermanos Carlos y Luis, ya casi en la mayoría de edad, entrando de sopetón en la anhelada adultez. La imagen que retengo de aquella escena es la de un varón resuelto, nuestro propio ciudadano Kane de cinco décadas, quizás por la perspectiva en contrapicado que me daba estar sumergido en el sillón.Gracias a él cobijé el amor por las lecturas, de todo tipo y pelaje. Alegría fue la que sentí cuando llegó algún día con una enciclopedia Sopena, de duros lomos verdes, gracias al empeño de quizás qué pertenencia familiar. Asiduo compañero suyo fui a principios de los 80 en sus trayectos de horas a pie
Mi papá (pampino, vendedor viajero, feriante, detective, animador, preso, padre protector, esposo con claroscuros, hijo preocupado) falleció el 17 de diciembre de 2017. El día de la segunda vuelta en que fue electo por segunda vez Sebastián Piñera.
Nunca hablamos mucho de política. De la contingente, porque de visiones de sociedad hubo bastante. Sí sé que sus añoranzas iban por la marcha de la Patria Joven, Tomic que alguna vez visitó la pampa donde nació y se crio, y como partícipe activo en una pretérita y juvenil elección liceana protagonizada por Jorge Soria. El Choro de Iquique.
De nuestras conversaciones aprendí la importancia del esfuerzo personal, pero también del soporte colectivo que debe entregar la sociedad, todos nosotros. De relevar nuestros aciertos pero también de reconocer errores y enmendarlos, y resarcirlos cuando han afectado a otros. Y a otras.
Gracias a él cobijé el amor por las lecturas, de todo tipo y pelaje. Alegría fue la que sentí cuando llegó algún día con una enciclopedia Sopena, de duros lomos verdes, gracias al empeño de quizás qué pertenencia familiar. Asiduo compañero suyo fui a principios de los 80 en sus trayectos de horas a pie, desde nuestra periférica casa hasta el terminal agropecuario, para vender cachureos e intercambiar libros y revistas usadas, cuando la recesión pegaba fuerte por allá en el norte de verdad.
No fui su mejor alumno, reconozco. Así como él tampoco fue mi mejor profesor. Porque la perfección no existe, ambos fuimos y somos hijos de nuestra historia, pasares y pesares. De nuestras correctas y erradas, memorables y trágicas decisiones personales. Eso lo aprendí de él, también. Cual aprendiz de Quijote, dijera Cortez.
Asiduo compañero suyo fui a principios de los 80 en sus trayectos de horas a pie, desde nuestra periférica casa hasta el terminal agropecuario, para vender cachureos e intercambiar libros y revistas usadas, cuando la recesión pegaba fuerte por allá en el norte de verdad.
Hoy me ha venido a la memoria su recuerdo. Los 28 años que sobrevivió luego de esa noche del 89 cuando lo vi bailando y llorando al compás de una letra de contenido lejano, de un un lugar en Nunca Jamás. A mis 17 años, la vida comenzaba, no eran momentos para revisiones o miradas por el retrovisor.
Ha pasado mucho desde aquella jornada. Nuestras vidas recorrieron raudas por cauces confluyentes y divergentes. A saltos y tropezones, a llantos y carcajadas. De planicies y llanuras también, que las ha habido y muchas, que el tráfago cotidiano nos empuja a pensar son tiempos de sinsentido, cuando es la calma que permite descansar. El peldaño, necesario para continuar. Son los momentos de sosiego, latencia, como la naturaleza que se recoge en invierno, atesorando las pocas energías guardadas para renacer en primavera. Millones de años generando vida no pueden estar equivocados.
También escuchaba mi padre a Sinatra y su interpretación de “My way”. “Viví a mi manera” dejaba caer cada cierto tiempo, aunque en sus últimos días el arrepentimiento llegó a su vida, de la mano de su renacido compromiso espiritual. En línea con la época, donde los superhéroes no existen (o al menos no debieran), porque sabemos la historia es fruto de individualidades entrelazadas. Cada una excepcional y especial en su esencia. Es lo que las nuevas generaciones conscientes de su responsabilidad política (no la de los influencer) han ido instalando. Retomando la senda que cada cierto tiempo recorre cada sociedad.
Este 1 de agosto comencé a recorrer sus pasos. Con buena compañía para no ponerse gil, como alguna vez escribí hace ya casi dos décadas. Con esperanza en el futuro, por mí y por todos mis compañeros, como decíamos en las calles llenas de tierra e infancia. Y, por qué no decirlo, también con la incertidumbre que se cuela por doquier: arriba, abajo, desde el interior. No son días éstos que fomenten la tranquilidad, precisamente. La crispación nos ha arrastrado a todos, conscientes muchos y muchas de los desafíos a los que nos enfrentamos.
No me atreveré a aventurar si votaría Apruebo o Rechazo este 4 de septiembre, día de la principal decisión colectiva a adoptar en las últimas décadas. Sí sé que viniendo ya de vuelta, sabría que ésta es una estación, importante por cierto, pero una más en su camino recorrido, pasajero como fue de la Guerra Fría, la Revolución en Libertad, la Unidad Popular y la Dictadura Cívico-Militar.
Pero tal es la esencia de la existencia, cual reflexión de autoayuda. Que no existen las vidas normales, sólo existe la vida. Y debemos asumirlo como tal. Tal es una herencia intergeneracional.
Todo esto espero poder profundizar. A partir de mañana.
Comentarios