En twitter se desató una guerrilla de hashtag: #esdefacho vs. #esdecomunista. Los twitteros aplicaron toda su creatividad buscando frases, momentos o circunstancias que caracterizaran, ironizaran o atacaran a uno u otro grupo.
A pesar de que muchos de los twits nacían motivados desde el humor, la gran mayoría de ellos provenía desde un lugar atrapado en la ceguera-país. Desde un sitio que no nos gusta, que no reconocemos. Que, aunque desfile frente a nosotros, preferimos ignorar. Nacen desde la rabia, y sus diversas formas. Nacen desde la rabia transformada en prejuicio, en generalización. Nacen desde la rabia que impide y ha impedido conocer ese otro mundo, el de los “fachos” o los “comunistas”, que son tan lejanos en teoría, pero que en la práctica, son vecinos.
Nacen desde la rabia que se transforma en miedo.
“Facho”, derivado de fascismo y en la práctica cualquier persona de derecha, y “comunista”, aplicado a cualquier persona de izquierda sea o no sea realmente del Partido Comunista. Desde esta mediagua mental twitteros lanzaron sus dardos. Desde esa precariedad sitúan posiciones y se ordena el mapa mental de algunos. Se divide a la sociedad en dos como una naranja. Se crea una caricatura de ambos sectores y se busca agredir, ganar (no sé qué), descargarse, convencer (?) o simplemente lanzar panfletos de ”la verdad”.
Incluso, algunos llegan al absurdo de insinuar que si no entras en alguna de estas dos categorías no tienes postura política. O peor: no tienes “ideología”. Sorprendente.
Por suerte, este mundo actual es mucho más que una naranja partida en dos mitades, por muy binominal que sea nuestro sistema electoral. Afortunadamente cada nueva vez que este universo de “fachos” y “comunistas” reflota, aparece más débil. Se asoma colgando desde los hilos gastados de la memoria emotiva, desde los miedos nunca superados ni tratados, desde la injusticia fosilizada en la historia, y desde la ignorancia de no conocer al otro. Surge desde la división cultural de la que nunca hemos salido. Desde las grietas de una reconciliación mal estucada y cínicamente llevada.
La diversidad de planos, de formas y de circunstancias en la que el hombre se desarrolla en la vida permite miradas profundamente más amplias en todos los aspectos. La horizontalidad chata que plantea esta división política entre izquierda y derecha soslaya cientos de otros planos, formas y dinámicas en las que se desarrollan los humanos. Instancias en donde los “comunistas” y “fachos” muchas veces son pares y comparten intereses, lugares y cariño sin fijarse en qué lado de la línea política están, construyendo proyectos, amistades, vecindarios, familias y muchas otras partes del puzzle social en el que nos movemos.
Son los mismos “fachos” y “comunistas”, los que, alejados de las caricaturas ridículas, arman las partes de este territorio social común en el que todos vivimos, reímos, lloramos y morimos.
Son los mismos” fachos” y “comunistas” los que juntos rezan, hacen yoga, se coquetean, bailan, juegan fútbol, parrillan, comparten el colectivo o saltan en una tocata. Es entonces cuando esos “fachos” y “comunistas”, tan normales, tan cercanos, tan tangibles, se caen del estereotipo. Dejan de existir. Son todos y nadie. Ese naranja partida en dos se desgaja y aparece de pronto el mundo en el que vivimos, de muchas realidades, formas de pensar, dioses en que creer, utopías para ilusionarse y personas para querer.
Entonces ese mundo ficticio de “fachos” y “comunistas”, separados por la Plaza Italia, una gran muralla construida en el imaginario colectivo, se desploma. Y continuamos viendo al otro, de derecha o de izquierda, arriba o abajo, como un ser válido. Y así empiezas a ver su ciudad, tu espacio, tu país como un lugar más grande, más amplio, más profundo. Empiezas a ver un territorio con más dimensiones.
Y empiezas a verte más libre, más tranquilo, más empático, con ideas nuevas que te permitan, desde tu punto de vista, colaborar en mejorar, junto a otros, este Chile.
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Foto: Licencia CC / Jorge Jorquera
Comentarios
12 de septiembre
No hagamos problemas: los twitteros simplemente son los grafiteros virtuales. En los muros cada uno puede escribir lo que se le ocurra.
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12 de septiembre
Creo que es una mala herencia la de dividirnos entre fachos y comunistas. Mi posición politica está mas cercana a la gente de izquierda pero no me considero comunista. Y no por el miedo a extremar mi posición ni pertenecer a la tibieza del centro, sino simplemente por darme cuenta, a estas altura, que hace rato no existe tal dualidad en el pensamiento y la acción politica.
No estoy de acuerdo con no hacer problemas con la opinión de los tuiteros; me gusta la analogía del tuitero = grafitero, solo que para mi son el fiel reflejo de una gran parte de los habitantes de nuestro país que prefieren la facilidad de ver en aquel que no opina lo mismo, su antípoda. Y a partir de esa trinchera, disparar toda la batería de insultos y monsergas extremas.
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12 de septiembre
¿Tibieza del centro? Un #esdedece y tenemos los tres tercios.
14 de septiembre
Interesante columna, muy bien escrita. Felicictaciones. Ahora con el fin de comentar… Estoy de acuerdo contigo que así como lo planteas en tu columna es una manifestación que no tiene relación verdadera con lo que vivimos en lo cotidiano. Es por eso que difiero cuando dices que viene de una rabia oculta o de los miedos no superados de una transición mal llevada. Creo que los conceptos de «fachos» y «comunachos» son nada más que una vía lúdica de expresión. En el fondo son muy pocos los que en acción son capaces de agredir al otro, lo veo mas como una manifestación lúdica de garabatos, como cuando dos cabros chicos pelean por jugar a pelear, pero después andan abrazados, porque saben que es sólo una forma distinta de hacernos cariño.
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