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Errores en política: un problema de mayorías

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Está de moda ir por la vida definiendo los errores y aciertos de los demás. De calificar y predecir el futuro, augurando desastres de todo tipo por las acciones del resto. Aunque en la vida personal, familiar, laboral, profesional los pasos en falso pueden ser más o menos objetivos, indefectiblemente dependen del contexto.  El punto de vista de quien evalúa, la mirada de largo y corto plazo, los costos de todo tipo asociados a tal o cual decisión, siempre serán elementos para una evaluación.

Donde el concepto de error pierde todo sentido es en la política.  En la política en general, pero particularmente en la actual, donde la trinchera en que se parapetan los interlocutores predefine equívocos y logros. El análisis ecuánime ya no tiene valor: sería, bajo la lógica actual, simple ingenuidad que surte de municiones al enemigo en el campo de batalla en que se ha convertido el espacio público.

Si a este escenario agregamos el componente de los medios, el resultado se exacerba. Los medios dejaron hace mucho de ser reflejo de la realidad, si es que alguna vez lo fueron. Son instrumentos que la transforman, manipulan en muchos casos.  El problema es que a un vasto porcentaje de la población, incluidos periodistas y dueños de medios, aún no les han avisado.

Ejemplos hay por montones.  Veamos solo uno:

Las declaraciones del Presidente Gabriel Boric sobre las violaciones a los derechos humanos en Perú fueron calificadas como un error por distintos actores políticos. Críticas a las cuales la prensa dio amplia cobertura, amplificando hasta la saciedad las repercusiones de sus palabras convirtiendo, lo que pudo ser un debate político con distintas miradas, en una verdad irrefutable. Cualquiera que sepa cómo operan los medios, sabe que de interpretaciones elegidas selectivamente están hechas muchas portadas.  Y más aún cuando entre sus fuentes eligen medios con clara tendencia al liberalismo económico, como el británico The Economist  el mismo que llamó a rechazar la propuesta de nueva Constitución votada en septiembre.

¿Fue un error expresar preocupación por los más de 50 muertos durante las protestas en Perú en contra del gobierno de Dina Boluarte, quien asumió la presidencia tras la destitución de Pedro Castillo el 7 de diciembre?  ¿Fue un error hacer un llamado a que se respeten los derechos humanos en todo gobierno? Para quienes creemos que el Estado debe ser el primero en cumplir con la institucionalidad y el respeto de las personas, por cierto que no.

Gracias a esa arremetida, incluso en las redes sociales quienes nunca se han interesado en lo público incluyen este episodio en el listado de supuestos traspiés del gobierno.

En el lado contrario, Renovación Nacional propuso al ex senador y ex ministro Hernán Larraín Fernández como integrante de la Comisión de Expertos del nuevo proceso constitucional, quien fue ratificado por la Cámara Alta.  Y este lunes, según establece el reglamento, fue ratificado como su primer presidente.

Incluso con este historial no se ha visto a medios como La Segunda, El Mercurio, La Tercera, Canal 13 o Biobío calificar tal designación como un error de la derecha o como un traspié, al menos o rasgar vestiduras con la defensa de la fe pública. 

Se trata del mismo Hernán Larraín que fuera uno de los principales defensores del centro de torturas y abusos sexuales contra menores en que devino Colonia Dignidad.  El amigo de Paul Schäfer y quien alguna vez dijera sobre el actuar de la justicia que “se ha utilizado violencia innecesaria, se ha amedrentado a personas que tienen el derecho de vivir en paz y el respeto a su dignidad como tales. Todo ello, por la denuncia de un menor que se ha formulado en contra de un anciano de casi 80 años”.

Paul Schäfer falleció en 2010, en la Penitenciaría de Santiago, condenado por abuso sexual de al menos 25 menores de edad.

Incluso con este historial no se ha visto a medios como La Segunda, El Mercurio, La Tercera, Canal 13 o Biobío calificar tal designación como un error de la derecha.  Como un traspié, al menos o rasgar vestiduras con la defensa de la fe pública; de la República, si se quiere.  Más aún cuando por estos días llegó el canciller alemán Olaf Scholz, quien aboga por transformar a Colonia Dignidad como espacio de la memoria contra estas atrocidades.

Y así, por la falta de eco mediático, tal decisión ya no es un error. Tampoco involucra complejidades política o éticas.  En el fondo, el sentido común mayoritario no ha sido alertado por intereses hacia los aspectos de fondo involucrados en esta decisión de Chile Vamos en esta vergonzosa determinación.

Así estamos hoy. Aunque en realidad, así ha sido siempre.  La diferencia es que por estos días se actúa con inusitada desfachatez.

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