Está claro que el Partido Socialista no está pasando por su mejor momento. Algunos bajan el perfil a la situación debido a la rapidez con que logró su refichaje y que hasta hace algunas semanas era motivo de orgullo en toda la militancia, sin embargo, rápidamente el orgullo se transformó en frustración producto de la decisión del CC de bajar la consulta ciudadana. A esto se suma otra tensión inevitable que va a pasar por la definición entre Lagos y Guillier, la cual no va a terminar bien en cualquiera de las dos opciones, como detallaremos más adelante.
No son pocos los dirigentes políticos históricos del partido, que han señalado su preocupación por el momento que vive el PS y sus profundos grados de descomposición y despolitización. Ricardo Núñez hace algunas semanas retrataba este momento con la frase “El PS está en el intríngulis más delicado que ha vivido en muchos años” refiriéndose con ese curioso término a que detrás de la definición presidencial existe una amenaza oculta que no todos logran visualizar.
Para poder entender mejor la situación que vive el PS, es conveniente revisar la historia del propio partido, sabemos que la historia muchas veces es cíclica y lo que vivimos hoy se puede encontrar reflejado en otros períodos, sin que los sucesos ni las coyunturas se desarrollen de la misma manera por razones obvias.
En este sentido, no son pocos los analistas e intelectuales socialistas que observan en el período comprendido entre 1939 y 1946 una situación similar a la que se vive hoy, en ese tiempo con la participación del PS en los gobiernos radicales que primero formaron el “Frente Popular” y posteriormente la “Alianza Democrática”.
La participación del partido no estuvo exenta de complejidades y terminó con quiebres incluidos al final del periodo, precisamente porque la participación en el gobierno derivó en tensiones que se provocaron tanto por las definiciones sobre política internacional (que dividía a la izquierda por sus grados de apoyo a la URSS en el periodo entre guerras) como también por diferencias internas, estas últimas pasaban justamente por una división del partido entre dos bloques: “los inconformistas” y los “colaboracionistas”.
Los primeros acusaban a la dirigencia de una política burocrática que dominaba el partido y se mantenía sobre la administración de prebendas del Estado y redes clientelares, además de una fuerte política de exclusión de los frentes de masas y movimientos sociales. Los segundos, argumentaban que la participación del PS había sido fundamental para evitar el triunfo de la derecha y el intento de golpe del General Ariosto Herrera, además de avances importantes en salud y educación como las que había tenido el gobierno de Pedro Aguirre Cerda (donde incluso Allende había sido ministro).
Sin embargo, la conducción excluyente y burocrática de la dirigencia partidaria en ese entonces, sumado a una pérdida de norte político que se reflejaba en la inexistencia de proyecto y la promoción de salidas “populistas” como los intentos del Grovismo en el gobierno de Juan Antonio Ríos, terminaron con un PS dividido y desarticulado que tuvo una derrota estrepitosa en el 46 y que no logró encontrar el camino correcto hasta el año 47 con el famoso programa redactado por Eugenio González, que lo acompañó una generación brillante de nuevos liderazgos como Raúl Ampuero, Aniceto Rodríguez, Salomón Corbalán y unos jóvenes Clodomiro Almeyda y Carlos Altamirano que lograron conducir al PS posteriormente hasta el período de la Unidad Popular.
Para poder entender mejor la situación que vive el PS, es conveniente revisar la historia del propio partido, sabemos que la historia muchas veces es cíclica y lo que vivimos hoy se puede encontrar reflejado en otros períodos, sin que los sucesos ni las coyunturas se desarrollen de la misma manera por razones obvias.
Pues bien, volviendo al año 2017, lo que observamos es que este tipo de divisiones, la fuerte influencia del “clientelismo” y la notoria despolitización del partido, reflejada en la ausencia de un proyecto político claro de transformaciones, genera un efecto similar al ocurrido en la década del Frente Popular. Los argumentos del día sábado en el CC dan cuenta de aquello, el factor más importante detrás de la decisión de algunos dirigentes eran las encuestas, no había ninguna otra razón política de fondo, esto quiere decir que esos dirigentes podrían haber estado con cualquier candidato, independiente del partido, que tuviera mayores opciones de ganar y les asegure mantener las redes clientelares que hoy son su principal fuente de poder interno.
Como lo afirmaba Ernesto Águila en su columna de ayer, existe un “PS militante” y otro “PS clientelar”, esas son las dos almas que se disputarán la conducción en el futuro, pero en el presente esta es una muy mala noticia para la Nueva Mayoría, debido a que gran parte del futuro de la coalición depende hoy de la definición del Partido Socialista.
Los escenarios no son auspiciosos, ya sea proclamando a Lagos o proclamando a Guillier. En el caso de proclamar a Lagos, gran parte de los militantes trae a la memoria lo ocurrido en 2009, las dificultades que hubo para hacer campaña con un candidato que nunca prendió en la ciudadanía y las consecuencias que tuvo la derrota ante la emergencia de los movimientos sociales que fueron la principal oposición a Piñera y que nunca reconocieron liderazgo en los partidos, lo que hoy se refleja en el surgimiento del “Frente Amplio” como amenaza para el electorado tradicional de la Izquierda.
Por otra parte, la proclamación de Guillier puede significar el término de la alianza entre el Centro y la Izquierda al menos hasta primera vuelta, no es un misterio que Lagos en ese caso no llegue a la primaria y decline su candidatura, su diseño político habría sido un rotundo fracaso sin el apoyo de los tres partidos que contaba en el bolsillo al momento de lanzar su opción presidencial (PPD, PS, DC, en ese orden) lo que podría provocar que algunos dirigentes renuncien al PS y se vayan “pa la casa”, así como también que la DC decida ir a primera vuelta, condicionando fuertemente su apoyo al candidato de la izquierda en segunda vuelta.
Ante todo, la ventaja la sigue teniendo la derecha, pero por orden no por ideas, y lo que ocurriría luego de una eventual derrota ante Piñera da para otra columna más adelante, sin embargo, es preciso preguntarse ¿habrá sido una buena decisión bajar la consulta ciudadana? Esto lo tendrá que responder la nueva mesa directiva del Partido Socialista.
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Menos mal que se saltó el paríodo en que el PS establecía en sus principios que la via armada era el único camino posible.
Porque dice que la derecha no aventaja por ideas? Que ideas tiene ahora la izquierda despues de los resultados de su gobierno mayoritario, las dos cámaras del congreso, las municipalidades, todo, todo estuvo a su favor. Y ahora que vemos como está trerminando todo eso ¿Tiene otras ideas?
Saludos