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El Paro del 11 y el Chile Posible

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Este jueves 11 de Julio se realizará el primer Paro Nacional convocado por la Central Unitaria de Trabajadores. La convocatoria se ha realizado con eficiencia y creatividad. La presidenta de la multisectorial ha recorrido el país difundiendo y convocando. El magisterio, los gremios del sector público, portuarios y casi el 80% de los gremios de la salud han respondido al llamado y se han plegado a la jornada de movilización, así como, en apoyo solidario y entendiendo las demandas de los trabajadores como suyas, en tanto atienden la necesidad imperiosa de derrotar la desigualdad y diseñar democráticamente una nueva institucionalidad laboral para Chile, los estudiantes universitarios, organizados en la CONFECH han decidido participar.

Junto con la paralización de actividades productivas, se esperan marchas en todo el territorio nacional. En Santiago se espera la adhesión de más de 100.000 personas, en un desfile que terminaría en una de las concentraciones más grandes de la era post-dictatorial.

Las demandas son claras, enunciando concretamente la exigencia de una Reforma Tributaria sustantiva, que eleve el aporte de los grandes empresarios al erario público y así posibiliten la realización de grandes iniciativas estatales en áreas estratégicas del desarrollo nacional, como lo son la educación, la salud y la descentralización. Una nueva institucionalidad laboral, que permita, promueva y profundice el derecho a sindicalizarse de los trabajadores, el respeto y ampliación de los derechos laborales y la materialización y masificación del ejercicio de la negociación colectiva como herramienta de lucha para la clase asalariada. El fin del sistema de AFP y su reemplazo por un modelo de reparto solidario, en el que los sectores activos de la población garanticen la dignidad y la felicidad de nuestros adultos mayores y el aumento del sueldo mínimo a $250.000.

Claramente, el Chile en el que se desarrollará esta jornada de movilización es muy distinto al de los últimos 20 años. Un nuevo ciclo histórico se siente venir, en tanto las condiciones estructurales que permitieron la convivencia social y la administración política post dictatorial se extinguen rápidamente. En el Chile de hoy es posible agitar estas reivindicaciones con la certeza de que pueden concretarse, en tanto hoy y sólo hoy, a pesar de ser igual de justas que ayer, forman parte de la discusión nacional, obligando a partidos políticos, candidatos al poder ejecutivo y parlamentario a emitir juicios, a reaccionar y a firmar compromisos.

Los trabajadores son hoy protagonistas de la agenda política y mediática, ademas de avanzar, conforme esta movilización cumpla sus objetivos de masividad y visualización, en la agenda social, de la conversación de las señoras en la propaganda de la teleserie de la tarde, de los hombres en la cantina, del peluquero de tu barrio y de las señoritas que conversan en la micro detrás de ti.

Claramente esta es una oportunidad única y conlleva también nuevas responsabilidades para el movimiento social, que tendrá que saber ampliar su espectro de difusión, saber llegar a más personas y así mismo plantear su propuestas con cada vez más contenido. Pasar de la agitación a la propaganda y por qué no decirlo, de la galería a la cancha.

Porque no es azaroso que hoy existan a lo menos cuatro candidatos presidenciales que se han manifestado con respecto a la necesidad de generar transformaciones estructurales en la institucionalidad para inaugurar un nuevo ciclo político y social, una nueva convivencia, una nueva era. Todos ellos, con más o menos matices, contenidos o reparos, intuyen que el modelo de desarrollo y las estructuras simbólicas que dominaron nuestra economía y nuestra política en los últimos 24 años se resquebrajan y ya no aseguran la gobernabilidad, aquella utopía de los políticos de todos los siglos. Por cierto, una de esos 4 candidatos cuenta hoy con posibilidades reales de ser electa en primera vuelta.

Los trabajadores son hoy protagonistas de la agenda política y mediática, ademas de avanzar, conforme esta movilización cumpla sus objetivos de masividad y visualización, en la agenda social, de la conversación de las señoras en la propaganda de la teleserie de la tarde, de los hombres en la cantina, del peluquero de tu barrio y de las señoritas que conversan en la micro detrás de ti.

Y así como hay conglomerados políticos con la capacidad de visualizar la profundidad de dichas reivindicaciones y avanzar en la concreción de las demandas que la CUT visualizará este jueves en todo el país, cada vez es más profunda la convicción de la posibilidad de un cambio en el sentido común de la gente. Cada vez resulta más clara la cruel aberración de las AFP, que teniendo utilidades millonarias sólo garantizan pensiones dignas a un segmento mínimo de la población. Cada vez resulta más sencillo entender que con un sueldo mínimo más alto, el mercado se dinamizará ya no a base de endeudamiento y dinero ficticio, si no del fruto del trabajo de las fuerzas productivas del país.

Cada vez resulta más claro la sindicalización no es el talón de Aquiles de la producción, si no la opción de poner en el centro del desarrollo económico del país la dignidad de las personas e incluso que puede reportar beneficios a la macroeconomía nacional.

Cada vez está más claro que las grandes transformaciones en Salud, Vivienda, Descentralización y por sobre todo en Educación sólo serán posibles si el Estado cuenta hoy con un erario poderoso, enriquecido permanentemente con la tributación de las grandes empresas y que esto no constituye la ruina del pequeño y mediano emprendimiento, si no la posibilidad de educar a sus hijos, gozar de un sistema de salud digno, vivir en viviendas, barrios y ciudades inteligentemente diseñadas y dormir tranquilos cada noche, a sabiendas de que nuevas generaciones tributarán en beneficio de su vejez, mediante un sistema de reparto que destruya el modelo de AFP y apele al valor más innegable del pueblo chileno, la solidaridad que nos hermana y nos hace avanzar juntos hacia el desarrollo.

La posibilidad está, la propaganda está hecha y la apuesta es alta, pero resulta posible darle carne al esfuerzo unitario de la dignidad nacional, y en esta apuesta todos podemos ganar en tanto estemos dispuestos a trabajar juntos, sin sectarismos, al paso de los más lentos, educando y aprendiendo, pero por sobre todo, avanzando, hacia el país que soñamos y queremos.

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