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Democracia del ping-pong

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“No nos dejaremos amedrentar por una minoría no representativa”. “No se puede convocar a un plebiscito vinculante porque no es la oportunidad”. “Se quiere derrocar a este gobierno”. Etc., etc. 
 
Hasta el día de hoy me pregunto ingenuamente,  ¿por qué si en alguna oportunidad reciente la mayoría de los chilenos según todas las encuestas existentes, más lo que todos percibían querían participar de un plebiscito vinculante, éste no se realizó? La actitud del gobierno y del afamado bloque izquierda-derecha era contraria a la voluntad de la mayoría, diciendo que esa no era la forma, que había que respetar a la autoridad, que había que llegar a consensos en el sistema “democrático” existente y cosas por el estilo. 
 
Al día de hoy no veo ningún cambio respecto de las demandas del movimiento estudiantil, sigo endeudado hasta el cuello, recibo una educación que encuentro buena pero por la que deberé pagar mucho y creo que mi país si la puede subvencionar, Siguen habiendo miles de jóvenes que por su situación económica deben definir su futuro y no por sus aptitudes o meritos académicos. Cuando pienso en lo anterior y hago un recuento mental de todas las cosas que dijeron las autoridades, de toda esa porquería que al final tenía como propósito debilitar hasta el quiebre el movimiento estudiantil; de todo lo que mostraban en la televisión, en la prensa, en la radio e internet para que la gente se horrorizara, de la campaña del terror impuesta por un ministro del Interior con aires de Mussolini; al final no veo cambio alguno.
 
Puedo seguir enumerando un sinfín de acontecimientos que sucedieron a lo largo de los meses de movilización y quedarme sin palabras por la rabia que posiblemente me dé al acordarme de tantas cosas, sin embargo lo que más me indigna es que la ciudadanía no es escuchada por sus representantes, sólo existe lo que denomino “la democracia del ping-pong”. 
 
Imagínense que todos somos espectadores de un partido de ping-pong por obligación, el cuál a ratos puede ser interesante (cada cuatro años aproximadamente) pero que en realidad los rivales pasan mucho tiempo (o casi todo el tiempo) sin marcarse puntos. Ahora imaginen que esos rivales son la llamada “izquierda”, que en Chile aglomera a la Concertación más todos los partidos “a la izquierda de la Concertación”, y la “derecha” que es representada por la Alianza más quizás los que se identifican con ideales “más a la derecha de la Alianza”. Si suponemos además que ver el partido de ping-pong es pagado, la mayoría de la gente tendrá que estar en galería, mientras los que poseen más dinero podrán ponerse más cerca de los jugadores y así sucesivamente. Por supuesto, el estar más cerca de los jugadores implica que puedes ser escuchado o imponer tu opinión respecto a cómo se está jugando. Así los que están en galería pueden reclamar pero no serán escuchados pues están muy lejos de donde se lleva a cabo el juego, tan lejos que ni siquiera los ven. Entre la gente, hay quienes apoyan a la derecha y otros quienes apoyan a la izquierda, sin embargo, un grupo muy considerable no está a favor ni de uno ni de otro, y está obligado a ver ese partido de ping-pong pues son la única forma de representación que tiene.
 
Al ser esta la situación, ¿qué podría esperar el común de la gente de este partido de ping-pong, si los que juegan en verdad no los representan, sino que fueron la única elección que tuvieron al momento de votar? Ahora imaginemos también que de acuerdo a la lógica de como suceden las cosas en Chile, los que están más cerca de los jugadores son los organizadores del partido, es decir, el dinero de la entrada que usted obligadamente tuvo que pagar para ver ese juego irá a los bolsillos de los organizadores que se encuentran al lado de los jugadores. Con ese dinero la gente que está cerca pone rejas y dispone de toda la seguridad para que los de galería no puedan tocarlos. Aparte, como los de galería están tan lejos, los que están cerca disponen “amablemente” de medios que “informan” acerca del partido, pero estos medios, que por cierto también son de ellos, sólo muestran cosas ajenas al partido y publicidad de muchas tiendas, que llaman a que la gente de galería se parezca a los que están cerca del juego solo si consumen sus productos.
 
Respecto a los jugadores, no se cansan y se van rotando de acuerdo a los que están cerca del partido. A menudo, y sin que la galería lo note, izquierdos y derechos juegan del mismo lado cuando aparece un contrincante “diferente”, para asegurar que los que juegan siempre son “izquierda” y “derecha”. 
 
La analogía anterior puede ser ridícula y absurda, pero nadie puede negar que en este país, las autoridades son campeonas indiscutibles del ping-pong.
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Andrés Martínez

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1 Comentario

arjorque

arjorque

Excelente analogía!
sólo agregar que el problema de la galería es que muchas veces no se organizan para tratar de llegar a jugar el partido de ping pong, en otras oportunidades simplemente no les interesa jugar ese partido, o lo que es peor, no saben cómo se juega.

Por último, El Estado debería tener un rol importante en enseñar nociones de ping pong a cada miembro de la galería… explicándoles desde pequeños las reglas y las estrategias para jugar bien.. Si no se les enseña a jugar.. solo tendremos espectadores sin ganas de jugar el partido… tendremos una galería dormida.

Saludos!

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Andrés Martínez

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