No es menor escuchar, leer y conversar en torno al Cambio Climático y todo lo que debemos hacer en el corto y mediano plazo, así entregaremos un futuro al menos con algo de estética a los que vendrán.
En este contexto los invito a dudar y sincronizar, tanto desde la perspectiva causa/efecto, como también desde el pecho apretado conectado al sentir. Todo esto en la incertidumbre climática actual y futura.
El sueño americano del chorreo económico, concepto que quizá haya escuchado en algún artículo, debate, conversa o alguna parranda (sería lo mejor). Especialmente si hay de por medio alguien con ganas de aparentar que sabe mucho, es el de trickle down economics.
Lo digital es visible y evidente, la analogía por el contrario es reflexiva y se esconde al alcance de los sentidos primarios del ser. Entonces proponer un parangón al explicar como la teoría neoliberal del chorreo en los mercados financieros ha generado la teoría del goteo y el desierto espiritual en nuestras comunidades no es insulso.
Imagínese con un poco de sentido estético lo siguiente; una colina en su máximo esplendor y en su cresta una gran piscina flamante esperando repletar su capacidad. Luego de un tiempo razonable ¡o no !, logra su capacidad máxima, sobrepasando sus márgenes calculados. En ese preciso momento acontece el escurrimiento de agua o chorreo. Comenzando este chorreo a ser recibido por todas las piscinas que se encuentran a menor altura, así hasta llegar a la última pileta, batea, lavatorio del hogar ubicado en la agonía de la loma.
En términos digitales, esta teoría sustenta que los más ricos se pueden enriquecer más y todo lo que puedan, hasta cuando su capacidad de almacenar este repleta o pochita. Todo lo sobrante que les siga llegando chorreara al resto de los actores más abajo, normalmente manifestados en puestos de trabajos o nuevas inversiones. Ósea en el horizonte lejano ganan ellos, pero también yo, tu, ellos y también vosotros. Aunque este beneficio está restringido por la coyuntura del óptimo de Pareto. En buen romance, todas estas procesiones intelectuales están dirigidas y se reducen a términos financiaros y sus mercados y no en términos intelectuales, no merecen tal mérito. Ya que lo que buscan en su fondo y forma es “fomentar un clima favorable para la inversión”. Desestimando los acontecimientos desencadenados de la poca o mucha agua o dinero que pudiera fluir con este chorreo.
Donde podemos cruelmente verificar todo lo que la hermenéutica servil y utilitaria no pueda responder.
No las futuras, si no las actuales confrontaciones son por agua, entenderemos que los hogares aguas abajo viven sufriendo los efectos del goteo y no disfrutan el caudal libre de las mismas. Es decir, beben gotas de agua, realizan su aseo personal con gotas de agua, riegan sus huertos con gotas de agua, sus animales vienen gotas de agua. ¿y que podríamos decir de la calidad? /sepa Moya/. Entonces existe una sincronización de efectos financieros y efectos ambientales, derivada por la victoria de la verdad tecnológica, económica por tanto la desesperanza por la defensa de la vida. Un tipo de ciudadano naturalizado a recibir agua por camiones aljibes a lavarse por partes o presas, en definitiva, a vivir en la máxima utopía de la sustancia del goteo.
En ocasiones la hermenéutica complica las cosas, más aún si despojada de lo sagrado y artístico para ser prostituida en la verdad jurídica, ejemplo es lo que ocurre en nuestra constitución que en su artículo 19 numeral 24 inciso 11. Nos dice, “Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos”: Donde podemos cruelmente verificar todo lo que la hermenéutica servil y utilitaria no pueda responder.
Sostengo parar –detenernos, no continuar, derrocar el tiempo lineal, pausar y mirar el gran basto en lo espacial, neutral- y entender que el tiempo como lo conocemos no existe más, solo es un veranito de San Juan. Sospecho que debemos reflexionar nuestra manera de estar en el mundo, acariciar a cada perro, visitar cada casa y buscar lo más simple. Necesitamos con urgencia un dios de la calma del no avanzar, solo así pararemos los movimientos y se corregirán los perjudiciales, quizás Confucio tenía razón demos hacer sin hacer y volverán las aguas a sus causes, completas y boyantes hacia el mar.
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