Soy un ex alumno de IV° medio generación 2015 y, al igual que muchos, rendí la tan temida PSU el presente año. No fui de promedios brillantes durante mi educación media; de hecho, pude remontar mis resultados sólo en III° y IV° medio debido a que me encontraba con dificultades físicas y de salud y que me impedían desarrollarme con normalidad en el estudio. A medida que fui recuperando mi salud y mis facultades psicológicas, también mis promedios mejoraron, llegando a obtener 6.5 de promedio en IV° medio. Pero no fue suficiente, pues salí con NEM 57,8. A aquel 57,8 le asignarían un puntaje, el cual sería una condena de por vida, al menos en el sistema actual de admisión para la educación universitaria.
Saber que el sistema de admisión actual provee un puntaje según el NEM y ranking de cada alumno sólo incita más a la competencia, y es indudable que no reflejará la capacidad de cada alumno; pues sólo es eso, un promedio, y no refleja lo que has sido al final de la educación media o si pudiste mejorar con el pasar del tiempo. No, el sistema no olvida, y aquellos errores que pudiste tener o las dificultades que incluso pudiste haber atravesado en tu juventud, punto de tu vida donde la inestabilidad emocional es generalmente la más grande y las decisiones no son las mejores, tampoco les incumben. No importan tu historia, tus problemas, tus dificultades, pues sólo eres un número, un puntaje.El ranking fue un parche para la herida de la desigualdad en el ingreso de los sectores más vulnerables a la educación pública. De ninguna forma fue una solución y siguieron existiendo las brechas en el ingreso a la universidad.
Es innegable que la PSU crea sólo desigualdad, pues no todos tuvimos las mismas oportunidades de aprender; nuestros profesores fueron distintos, y nuestras realidades también. La mayoría sabe que los establecimientos educacionales difícilmente logran pasar todo el contenido que abarca la PSU -y en algunos casos ni siquiera lo enseña-, por lo que muchos alumnos optan por entrar a un pre-universitario para poder rendir la PSU más preparados, asumiendo así un gasto de dinero muy grande para las familias de estos alumnos. ¿Pero por qué se deben asumir este gasto?
Los establecimientos educacionales deberían entregar todas las herramientas necesarias, en este caso conocimientos, para poder ejercer la PSU de una forma óptima. Pero no es el caso, y cuando sucede es generalmente en establecimientos particulares privados, en los cuales se ven siempre reflejados los mejores resultados, pues la educación media tiene especial énfasis en el ensayo para la PSU y los contenidos que esta abarca. Aun existiendo toda esta desigualdad, se nos aplica una prueba estandarizada, asumiendo que todos sabemos lo mismo y vamos en igualdad de condiciones a rendir la prueba, lo cual es totalmente incorrecto.
Y si el Demre conocía esta desigualdad, y es algo de lo que estoy seguro, pues por ello implementó el ranking de notas desde el 2012, pensando que aquello equipararía las cosas. Si bien muchos alumnos de liceos municipales pudieron entrar a la educación superior gracias al ranking, también muchos vieron su ponderación ahora con un factor más en contra, pues ya no solo importaba el NEM, ahora también el ranking tendría un gran peso.
El ranking fue un parche para la herida de la desigualdad en el ingreso de los sectores más vulnerables a la educación pública. De ninguna forma fue una solución y siguieron existiendo las brechas en el ingreso a la universidad. Me preguntó yo: ¿acaso es justo que aquellos que tengan notas deficientes para este sistema estén condenados a no poder estudiar algunas carreras independiente del puntaje que obtengan en la PSU? Incluso sacando 800 puntos en cada prueba algunos alumnos ven truncados sus sueños de estudiar Ingeniería o Medicina, entre algunas de las carreras que piden más puntaje. No es justo que esté condenado de por vida a no poder estudiar lo que quiero en mi país debido a que tuve malas notas.
El ranking de notas ayuda a algunos, pero también perjudica a otros, hoy miles somos perjudicados por esto. El NEM también excluye a miles de jovenes; en algunas carreras las ponderaciones entre NEM y Ranking alcanzan el 50% del puntaje total. No es justo que tengamos que sacar 800 puntos (aproximadamente 3 respuestas malas de un total de 75) o más para quedar en carreras que otros quedarían con 650-700 puntos. Pero no es un tema de puntajes, cada uno debería poder entrar a la carrera que desea, y luego de dar la pelea dentro podrá decirse si fue capaz o no. Lógicamente todos debemos tener la oportunidad de estudiar, es un derecho. No nos pueden cerrar las puertas solo porque creen que no seremos lo suficientemente buenos como para desempeñarnos en el estudio de algo en lo que ni siquiera nos hemos probado, nos cortan las alas antes de haber empezado, porque creen que no seremos capaces.
Por todo lo anterior, llamo a todos a la unidad, a luchar por un ingreso equitativo a la educación superior, a que todos tengamos las mismas oportunidades de realizar nuestros sueños y no dejemos que nos digan que no somos capaces, pues cada uno sabe lo que vale y debe luchar por ello. No seamos sordos ante esta realidad que nos afecta a nosotros, que afectó a los de antes y que podría afectar a tus hijos. Que tus sueños no sean cortados por este sistema desigual. No más PSU, no más desigualdad, sí a la educación de calidad.
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