Durante 30 horas, cientos de estudiantes, padres, apoderados, profesores y ciudadanos que adhieren al movimiento por una educación gratuita y de calidad corrieron por las calles de Coyhaique. Corrieron con una bandera que rezaba “Educación gratuita ahora” y otra que decía “Patagonia sin represas”. Corrieron sobre el pavimento, pero también sobre el lastre de quienes les han machacado por años la sinrazón de exigir lo difícil, la necesidad de apoltronarse en la comodidad del pragmatismo.
En una sociedad como la chilena, y más aún en una como la aysenina, sacudirse del molde que beneficia a unos pocos para cambiar la horma es peligroso. Sedicioso, subversivo. Conservadores de todo tipo y pelaje se agolparán en las rejas de los colegios para que sus hijos puedan estudiar, de preferencia sacarse buenas notas y ser hombres y mujeres exitosos, entendiendo esto en la medida de la billetera futura. Del tamaño del auto, de la casa. A veces, desgraciadamente, dando lo mismo a quienes se deba pisotear en la ruta.
Hace poco conversé con una persona cuya principal frase, reiterada durante todo el diálogo, fue “oportunidad de negocio”. Con tierras, con derechos de agua, con energía; cualquier micro del mercado le servía. Aunque su transacción estuviese basada en leyes ilegítimas como las que rigen la mecantilización de los bienes comunes, algo que él decía repudiar, si existía ganancia de por medio, le era útil.
En la vereda opuesta, aún hoy escucho a una estudiante del Liceo San Felipe Benicio, expresando en plena toma que ellos sabían que tenían una buena educación. Y que su movilización no era por ellos mismos, sino en adhesión a un proceso que buscaba que todos los niños y jóvenes de Chile hoy y mañana tuvieran derecho a una educación como la suya. Que ésta fuera un derecho y no el premio para algunos afortunados. ¿No vale tal fundamento más que varios 7 en matemáticas?
¿Quién tiene más educación? ¿Mi amigo negociante del primer ejemplo? ¿La joven movilizada del segundo? ¿Quién necesita una mejor enseñanza?
Todos quienes aún creen que la construcción de la sociedad no pasa por el exitismo mercantil apostamos por la segunda. Que el aporte de la muchacha a su comunidad será mayor que el que pueda hacer un adelantado estudiante de la excelencia medida sólo en las calificaciones.
Las palabras de esa estudiante dan cuenta de que el Liceo San Felipe Benicio sí les ha dado una buena educación. De la educación de verdad, de la que forma ciudadanos y no sólo gerentes. Extraño, a la luz de los planteamientos de los docentes y apoderados frente a las demandas de sus alumnos e hijos.
Tiendo a creer que algo pasa entre medio. Que algo se ha roto hay entre la mirada de unos y de otros. Y ese algo se rompió en la sociedad chilena hace ya muchos, muchos años. No es temor a la represión, solamente. Es temor a soñar, a luchar por ideales colectivos, más grandes, más lentos que pagar la cuota de las vacaciones de este verano o el plasma para ver el mundial, artículo ícono de la sinrazón del mercado.
Hoy por hoy, mucho tienen que aprender ciertos adultos. Aprender a perder el temor, ya no a la represión, sino a la capacidad de soñar con una sociedad mejor. Para ello, los mejores profesores pueden ser sus propios hijos. Y, al contrario de lo que ocurre hoy en Chile, esa enseñanza nos la ofrecen diariamente gratis.
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Imagen: Teacher and students tied to ground (James Yang – Stock Illustration Source)
Comentarios
28 de septiembre
Estimado Patricio:
Adjunto link de los resultados de la encuesta CERC, sería interesante analizar el gráfico «La Educación como problema más importante» pág 9 y preguntarse ¿A qué se debe el alza este año? ¿Antes estabamos durmiendo? o simplemente hoy estamos influenciados.
http://bit.ly/nSJ9XJ «Encuesta CERC septiembre».
Saludos,
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