Allá afuera, en el ancho y ajeno mundo, hay unos 8 mil millones de habitantes. Siete mil 800 millones, si nos atenemos exactamente a la proyección a la fecha. Esto es cuatrocientas veces la población nacional; 78 mil veces la de Aysén.
Estos números, que nada dicen fuera de contexto, cobran inusitada relevancia al hablar de modelos productivos. De mercado, de producir para vender y así, nos dicen, mejorar nuestra calidad de vida.
Ya lo planteaba en una columna pre pandemia: “Turismo: Cuando el cliente no siempre tiene la razón”. El título intencionadamente escogido causó incredulidad en quienes consideran al mercado como medida de todas las cosas.
En resumen, decía en dicha columna, basar la economía exclusivamente en la demanda (qué quiere el cliente) y no en lo que efectivamente deseamos ofertar (lo que estamos dispuestos a entregar), puede llegar a ser un grave error ambiental y social. Que tal premisa puede llevarnos a perder lo que en algún momento nos fue preciado y fundamental.
En eso he pensado tras la algarabía por la mega planta de producción de vacunas en Chile por parte del gigante chino Sinovac. “El ministro Paris destacó que con este hito el país pasará a convertirse en un centro de desarrollo de vacunas para Latinoamérica” ha dicho la prensa sobre la noticia.
Me recordó aquello esta otra frase: “Chile tiene una oportunidad única de abastecer al mundo con sus alimentos y de eso se trata esta reunión, de cómo enfrentamos los próximos 50 años y en eso estamos trabajando como Ministerio de Agricultura”. Palabras del ex ministro de Agricultura, Antonio Walker, ofrendada en 2019 a los líderes de la APEC que visitaban el país.
Ese tal el puntal de todo modelo exportador. Satisfacer las necesidades de allá afuera, antes de las de acá adentro.
Cuando esta premisa se desarrolla en un papel o, más modernamente, en un computador, funciona a la perfección. Con el dinero que entra, podremos comprar lo que necesitamos… quizás proveniente de allá afuera también.
El problema es cuando ponemos este modelo sobre la realidad, social y ecosistémica. Todo territorio y maritorio tiene límites biofísicos, sustentados en equilibrios locales y globales, que han operado por cientos, miles e incluso millones de años. Determinarlo es tarea de análisis e investigaciones.
Bajo este esquema, si queremos compensar con plantaciones de pino las emisiones globales de múltiples trasnacionales, como la vitivinícola Miguel Torres (con presencia en más de 100 países), quizás no haya Patagonia que aguante.
Si queremos alimentar al mundo, no habrá Chile que lo soporte. Y si queremos vacunarlo, tampoco.
El problema es cuando ponemos este modelo sobre la realidad, social y ecosistémica. Todo territorio y maritorio tiene límites biofísicos, sustentados en equilibrios locales y globales, que han operado por cientos, miles e incluso millones de años
Por ello los principales problemas socioambientales en los territorios están íntimamente ligado al consumo externo, principalmente global. Claro, a veces parten diciendo que su producción es para el país, como HidroAysén, pero a poco andar se devela que su mercado está puertas afuera.
Alguien dirá que para evitarlo existen las evaluaciones ambientales, las decisiones caso a caso. En esto, incluso, no es necesario entrar a la discusión sobre lo mal que funciona el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, permeado por la intervención política que ha permitido desastrosas intervenciones. La salmonicultura, el modelo forestal, la minería y proyectos específicos como Pascua Lama son claro ejemplo de ello.
No, no es necesario acudir al prontuario de nuestra institucionalidad ambiental para reforzar el punto. Sólo hay que recordar que las decisiones de política pública, la planificación, deben estar por sobre la casuística.
La tortura está prohibida en Chile. El principio es claro: el respeto irrestricto a los derechos humanos, un acuerdo global que lleva menos de un siglo y que tomó fuerza recién en 1945 luego de la II Guerra Mundial. No hay opción alguna de sopesar la posibilidad de torturar a alguien con evaluación caso a caso, y permitirlo dependiendo de los proyectados impactos objetivos. La tortura está prohibida.
¿Muy extremo el ejemplo?
El 12 de septiembre de 2000, mediante el Decreto 656, el Ministerio de Salud prohibió en Chile la “producción, importación, distribución, venta y uso de crocidolita (asbesto azul) y de cualquier material o producto” que contenga asbesto. Firmaron la norma Ricardo Lagos Escobar como Presidente de la República, Michelle Bachelet Jeria como ministra de Salud. El asbesto en Chile no se somete a evaluación ambiental. Está completamente prohibido.
Esta planificación es la que se siente aún falta en Chile. Y en ella, establecer los límites aceptables del y los territorios en su afán de exportar, bajo una premisa que pareciera ser “vender, vender, que el mundo va a perecer”, fomentada por la institucionalidad pública. La extracción del Sphagnum magellanicum nos recuerda día a día este paradigma.
Reflexionar sobre esto es parte de los desafíos actuales. Esos que se discuten en el hogar, las juntas de vecinos, las organizaciones, La Moneda y el Congreso.
Y, fundamentalmente, en la Convención Constitucional, que los desafíos de un modelo social y económico en armonía con los ecosistemas, las comunidades y, en el fondo, el planeta, también debieran ser parte de nuestra Carta Fundamental.
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paolo
Te encuentro razón en el argumento central, respecto a preocuparse de qué queremos ofrecer y no solo de satisfacer una demanda. Me parece un enfoque muy bueno, personalmente siempre fui critico de esta economia precisamente por lo que dices: es una economia pensada en satisfacer demandas y no en ofrecer algo que valga la pena. No se piensa en el aporte que puedes hacer, sino en ganar dinero como sea, es decir en satisfacer lo que sea. Esto vendría siendo lo que se dice comunmente como «mercantilismo», el marketing, los negociados, la transaca, «el mercado». Personalmente, soy partidario de la educación gratuita pero no soy partidario de regalar las creaciones artisticas, creo que los libros, pintura o música es bueno que se vendan, y esto me ha llevado a choques con otras personas. Y lo pienso porque, asi como hay gente que lo ve como rebajar el arte de categoría, «ensuciarlo» con dinero, yo lo veo como espiritualizar la economia, dotarla de sentido: preocuparse de QUE ofrecer, no solo de satisfacer una demanda, que no es mia, sino de ofrecer algo que sea un aporte. Cuando el mercado se usa para vender chimuchina, pues es bajo de nivel: pero si lo usas para buscar retribucion por algo valioso, espiritualizas la economia, le das contenido cultural, intelectual, moral, haces que la gente viva de aportar al resto. Incluso podriamos pensar como pais en qué queremos aportar: qué queremos realmente exportar. Me parece un enfoque bastante bueno.
paolo
El mercado es moralmente neutro, no es negativo, es un fenómeno que es neutro en un sentido moral, pero nosotros podemos darle sentido etico, no solo podemos sino que debemos. Podemos elegir que vender, queremos vender lo que sea, solo porque alguien lo va a comprar? Merezco aplauso solo por vender algo que yo sé que es basura, algo que no aporta, solo por el ingreso que voy a tener de eso? Pero podemos también elegir conscientemente vender algo positivo. Por eso para mi es en extremo importante la valoración economica de la actividad artistica. Arte, educacion y cultura no son los mismos conceptos, la educacion es bueno que sea gratuita, pero es bueno que el arte se regale? Yo creo que no, que no es bueno y que perjudica al arte porque lo vuelve soso, carente de tensión dramatica, y aburguesado. Lo vuelve inofensivo, porque ya no estas viviendo del arte, o sea, no estás corriendo ningún riesgo. Es importante lo que dices, vender lo que queremos ofrecer, preocuparnos por nuestra oferta. Qué ofrecemos al mundo, qué es lo que sale de nosotros. Porque si pensamos solo en vender lo que otro quiera comprar, degradamos la economia de nivel. Eso es el subdesarrollo, la exportación de materias primas, el rechazo a agregar valor. Y ademas en nuestro caso despilfarrando tiempo, recursos y conocimientos al formar gente en la universidad, gente endeudada por el CAE, solo para exportar materias primas.
any
Tambien he pensado con respecto a la nueva constitucion y un escenario de hiperinflacion, tal vez a los Sr. Dueños de todo sea mas rentables exportar que satisfacer necesidades basicas, tal vez en un futuro comamos los desechos de los paises del primer mundo, obviamente procesados.
Juan Pedro
Patricio Segura, el adalid de la pobreza