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La Guerra de las Galácteas

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Lo que partió como un debate local en el sur de Chile desembocó en las últimas semanas en una batalla campal mediática no solo a nivel nacional sino también de trasnacionales de la comercialización de leche.  Colún, Watt’s, Soprole, Surlat, Chilolac y quién sabe cuántas otras marcas se han trenzado en una controversia con conceptos como “gente buena leche”, “toda la magia del sur” o “esperanza blanca”, buscando ganar adeptos y bajar detractores, en lo que se ha convertido en una discusión que apunta a un tema sensible en materia de mercado: por qué compramos lo que compramos.

Esta pugna se enmarca en un dilema histórico.  Uno que alude a que la principal motivación del consumidor debe ser, inequívocamente, la ecuación precio versus calidad.

En el caso del valor monetario, y más allá del vigente planteamiento de que “lo barato cuesta caro”, pareciera no haber muchas duda.  Competencia por precios ha existido siempre y parte importante de la mercadotecnia se enfoca principalmente en esta variable.

Sin embargo, es en la calidad de un producto donde se abre un amplio abanico de posibilidades. Uno que irrumpe en el paradigma donde esta, la calidad, solo debiera estar basada en la satisfacción individual, sin componentes políticos o sociales que la contaminen.

En el área alimenticia nos hemos acostumbrado a incluir en tal ámbito principalmente los efectos en la salud propia o de los cercanos, el sabor, la durabilidad, la presencia.  En fin, las motivaciones son esencialmente personales, y algo se avanza en ello con la Ley de Etiquetado donde se informa sobre productos altos en sodio, calorías, grasas saturadas, etc.

Es en este aspecto donde se inserta la disputa entre las empresas productoras de leche. Una pelea que ha alcanzado tal nivel que se ha convertido en una especie de criolla Guerra de las Galácteas, recurriendo así al equívoco tuit del Presidente Sebastián Piñera en 2009.  Porque a la polarización generada, con bandos casi irreconciliables, se debe sumar la diversidad de argumentos en uno y otro sentido que podrían repletar el firmamento.

Me concentraré en un par.  Que son los que han generado, al final del día, esta discusión.

El primero, el sentido de cooperativa y desarrollo económico local.

Uno de los temas que se ha puesto en el tapete es si es mejor comprar leche que produce una sola empresa o la que se genera con el aporte de cientos, miles incluso, de pequeños y medianos productores.  Este punto fue el que cuestionó en su momento el gerente general de la junta de accionistas de Watt’s, Rodolfo Véliz, quien criticó que Colún compitiera en el mercado con ciertas ventajas asociadas a las exenciones y apoyos que reciben los pequeños productores.  “Uno ve y además se habla de que hay que replicar cierto modelo operativo que apela a la asociatividad (…) La verdad es que al final del día este modelo cooperativo se basa en un tema que es básicamente el no pago de impuestos”, señaló Véliz a fines de abril de este año.

En un mercado normal, según lo que nos han dicho, da lo mismo si la leche que consumo proviene de una gran empresa o de una cooperativa.   Lo importante es su precio y calidad.  ¿Y si en la calidad incluimos el aporte que genera el producto a la economía local donde se produce?   Es esta una discusión permanente en Aysén, vigente en el debate sobre la implementación de la zona franca con productos alimenticios de otras latitudes.

En el área alimenticia nos hemos acostumbrado a incluir en tal ámbito principalmente los efectos en la salud propia o de los cercanos, el sabor, la durabilidad, la presencia. 

Está claro que no todo se puede producir en esta tierra (no me imagino plátanos en Cochrane, aunque luego del salmón verde uno piensa que la creatividad del mercado da para mucho), pero sí hay muchos productos que salen de suelos y manos locales que podrían ser preferidos.  Por ejemplo, profundizando aquello en las adquisiciones que hacen en los servicios del Estado y las contrataciones de artesanía y banquetería. Eso, quizás, podría ir morigerando el llamado a que cada cierto tiempo nos lleguen a salvar las grandes corporaciones, muchas veces depredando la tierra que las aloja.

El otro aspecto relevante es la forma de producción.   Algo que se enfoca tanto en el bienestar animal como en las prácticas sustentables de generación de alimentos.

Quizás no a todos interese, pero la calidad de vida de los animales que surten nuestra dieta no es un tema menor.  Tanto así que hoy es fuente de promoción el trato que se les da, como un acto de ética interespecie que desde muchos espacios se ha impulsado.  Vacunos hacinados, estresados, alimentados con carne de otros animales es lo que se imputa a la industria agroalimentaria, al contrario de lo que sucede con los pequeños campesinos y sus planteles.  Y esto sin hablar del sobrepastoreo que ha erosionado muchos suelos del país.

Obviamente estas aristas no son las únicas.  El respaldo del nacionalista Movimiento Social Patriota (que rechaza ser neonazi) ha causado polémica y hace pensar que la campaña contra Soprole, por ejemplo, podría tener su origen en la defensa corporativa y extrema de lo que se entiende como identidad chilena.  Mal que mal, uno de sus argumentos es que la multinacional usa niños de color en uno de sus spots y que recurre a leche reconstituida de otros países.

O quizás tal información también sea parte de una contracampaña.  A estas alturas, difícil saberlo.  Y eso que acá no hemos entrado en el debate sobre el consumo de leche y el uso de animales como parte de la dieta del ser humano.

Lo que sí está claro es que tener información sobre el origen y formas de producción de lo que uno consume no es un dato menor.  Porque el acto de comprar (y producir) no es amoral, a pesar de lo que el neoliberalismo in extremis plantea.

Es nuestra forma de votar, en otro espacio, por el tipo de sociedad que queremos construir y habitar.

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[…] de corte nacionalista, como el Movimiento Social Patriota (MSP) a propósito de la controversia Colún vs. Soprole y Nestlé.  Donde mi espacio, mi metro cuadrado, los míos, son los mejores, superiores, más allá de los […]