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Un poeta chileno del siglo XXI cumple 71 años

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Entré al cité de calle OIivos (Recoleta) y Payo Grondona, ebrio, me sonrió desde un camarote desde una de las piezas de techo bajo y oloroso. Jorge tenía unos tecitos que humeaban y un libro abierto sobre la mesa: José Miguel Ibáñez Langlois: “La creación poética”.

Esa noche sentimos un helicóptero rondar. El próximo año, en esta misma fecha, ocurriría la Primera Protesta Nacional –11 de mayo de 1983. Jorge escribía una poesía que no servía para las barricadas. Ignacio Valente/J. M.  Ibáñez Langlois era cura Opus Dei.

Pia Barros no existía. Perdón, en esa casa. En el Colectivo de Escritores Jóvenes, Almte. Simpson 7, “Casa del Escritor” (esa casa hoy de verdad “viejísima” y tan friolenta, tan decadente. Tan diversa del “Estudio de danza” de Valero, justo al frente), “la Pia” también rondaba. Éramos sorprendentemente “jóvenes”. Lo somos –Jorge ni tanto, con el corazón averiado.

Nunca, en 35 años (me inicié ya “maduro”), he durado más de 2  sesiones en un “taller literario”. En el último tuve el inconveniente de toparme con Augusto Góngora –con la memoria aun wena pero pésimo para escribir siquiera una página de un solo cuento.

Jorjazo fue mi único “maestro” poético[1].

–“Lee ese capítulo”. No me dijo más, señalando la página abierta de Ibáñez Langlois.

A Jorge ya le dieron un Premio Literario en Chacabuco –ruinas de una salitrera a 100 kilómetros al noreste de Antofagasta y “campo de prisioneros” de un montón de “upelientos”. Montealegre era el “más cabro chico” de Chacabuco, y un caso casi arquetípico de esa hegemonía cultural: militante de la Izquierda Cristiana, o sea, católico-ateo-marxista-“de la liberación”, etcétera…, a los 18 años lo hicieron “prisionero político”, hizo el tour del Estadio Nacional y le asignaron el sol de Atacama para que comenzara su “aggiornamento” de disolución de las izquierdas en las finales del segundo milenio de esta época “después-de-Cristo”.

Pues, Jorge fue testigo presencial del derrumbe de los eurocomunismos en su bello exilio en Paris.  El “volverse rosa” de los rojos de 1970. Jorjazo fue allí padre de Natalia –un par de años antes que yo lo fuera, en la maternidad Cochin-Port Royal del 14e Arrondissement, de mi morena Justine. Como se ve, Jorge prefería los apelativos “latino-revolucionarios”, mientras yo los “literario-extremistas” (<Justine ou les Malheurs de la vertu>, los infortunios de la virtud), del marqués el único europeo que ha sabido escribir razón y sexo, o fundamentos racionales para la verdad de la violencia amatoria. Quien ha continuado unos pasos este notable juego de palabras fue Georges Bataille…

Mientras Montealegre escribía poemas cortitos, económico-lacónicos, hiperracionales en la banlieu de Colombes, yo ni soñaba con la poesía –pero tenía pesadillas de mañanas completas en una pequeña biblioteca de la rive gauche, intentando discernir qué me quería decir Antonio Gramsci desde su cárcel en Italia –anunciando ya entonces la “gran derrota” del progresismo occidental.

Pia Barros se le unió después que yo le dejé de tener como amigo. Esa amistad duró no más de dos años (breve como todos mis “talleres literarios”), y terminó con una carta mía (que él debe conservar como buen archivista), en que denunciaba cierta “cortedad de visión” suya para comprender a quien èl mismo había definido como un “francotirador” en la mesa de reuniones de ese colectivo de jóvenes escritores –dominado por una JOTA-bajo-la-dictadura.

Parece que Pia es buena escritora. En cualquier caso ella sabe “escribir pal lado” y su marido “p’abajo”[2] –una definición heterodoxa de las diferencias entre narradores y poetas mejor que miles de páginas de sesudos tratados de teoría literaria y título de innumerables “tesis de doctorado” del siglo XXI.

Otra gracia de Jorjazo, creo yo, es su afición por la diversidad de lenguajes, evitando a los academicistas y monopolistas literarios: desde ya su amistad con Payo (“Me dio mal la dirección”; «Il Bosco») –que se nos murió sin pedir ningún permiso. Luego sus chistes…, sus intentos. O su mejor amistad con los dibujantes de “tiras cómicas” –antes que pasaran a llamarse “comics”.

–“Si yo desde hace años solamente me junto con humoristas”, me contó alguna vez de esos 35 años en que no supe nada de él. En un pasillo de la U. de Santiago –que él ama aun (eternamente romántico y melancólico) como “Universidad Técnica del Estado”… Al menos nunca, creo, me ha repetido ese lugar común: “Ahí hicieron prisionero a Víctor Jara el 11 de septiembre por la tarde”.

Mientras Jorge escribía –bajo Pinochet y auspiciado por la familia Guggenheim-, yo lo intentaba olvidando incluso el nombre “mío” en el Registro Civil –por el del O. Mongol–, y habitando otra cité (Santiago-barrio Yungay). Visitando por períodos a las «tías» de Estación Central (escuchando «The Boxer”, Simon & Garfunkel – «Just a come-on from the whores on 7th Avenue/ I do declare, there were times when I was so lonesome/ I took some comfort there, la-la-la-la-la-la-la»).

¿A cuál “generación literaria” pertenece Montealegre, le pregunto a Rodrigo Verdugo? Inmediatamente suelta: de los 70; antes de la tuya. Una manera, esta de “las generaciones”, de sumergir la propia mediocridad en el romanticismo del “ser social” de Marx, me susurro una vez el Oscuro Mongol –desaparecido en 1987, no por la CNI sino por la danza-teatro.

Hoy me ha ocurrido “Estudio del sol” y a Jorge el corazón averiado. En cambio, Montealegre tiene “más de un millón de amigos” –ante la envidia del gran Roberto Carlos; vean la lista de “felicidades” de su facebook-, y yo ni “polola”/petite amie tengo.

Jorge es “doctor” mientras yo ni “magister”, para citar esta convención del siglo XXI usada para medir si eres inteligente y si talvez «has llegado a ser alguien» en tu vida intelectual -i.e.: si las Universidades “te dan bola” o no te la dan.

Desde Valparaíso, ex “puerto principal” de Chile, pues el tiempo y la muerte nos llegan a tod@s –este mes de mayo–, desde el Paseo Yugoeslavo (ese fantasma de país que recorre aun Europa), bailando un “Èxtasis de sol de otoño de 2024”, le mando mis saludos para que no se muera tan pronto –y podamos incluso ir a tomarnos un café un mediodía en esa “estación de intelectuales sin horario de oficina” que es hoy el restorán Tavelli (no ya «Il Bosco») del drugstore, Providencia…

Y a unos versos de Jorge:

“Cada uno de nosotros construyó con memoria de adobe su pasado;

ahora

nos queda la paja después del terremoto”

<Título de dominio> (ironía del poeta que se supone no posee propiedad ni “bien raíz” alguno; tampoco Jorge poseía felicidad de triunfo alguno ese 1985…

Los confronto con lo que ese mismo año sucedía en mi <La rata almizclera>:

El choro Maquieira me hablaba de la Tirana

mientras yo sufría la infidelidad de mi tirana Cecilia…”,

refiriendo esa fiesta sincrética del desierto de Atacama (la “chinita del Tamarugal”/“Virgen del Carmen”, que duran casi un mes)…

[1] El de Montealegre fue un poeta lacónico, Armando Uribe. Buen “progresista del siglo XX”: oligarca de alcurnia y democrático-popular por opción en las ideas. O sea, diplomático y luego a otro exilio entre sus exilios. Apenas se habla de él hoy (apenas se hablará de tod@s nosotr@s en este “(nunca salí del) horroroso Chile” –que describía E. Lihn desde Cuba con un mojito helado.  Nada de raro: ni Uribe ni yo figuramos en el internet más visitado por la “Universidad de San Google”. Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Poetas_de_Chile_del_siglo_XX.

[2] «Pía Barros y Jorge Montealegre: 35 años escribiendo pa bajo y pal lado sin invadirse ni competir». El Desconcierto / Periodismo digital independiente. Consultado el 30 de enero de 2024.

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3 Comentarios

viveroscollyer

viveroscollyer

Jorge M. responde =
Buen día… y muchas gracias Fernando… de
todo corazón (al menos con un pedazo, como dices).
Gracias también por recordar a Armando Uribe
(cierto: siempre he sentido que fue mi maestro).
Un abrazo,
Jorge
–y, como siempre mitad mentiroso, cumpliò
70 no 71 (1954)–

launion delrazonamiento detodas lastribus

Estimado Fernando:

Hay algo en particular que me apasiona por estos días. Te lo relataré de la siguiente forma:

Cada día, al caer este, viene la noche y con ella el sueño, el dormir, el no tener una consciencia activa del minuto a minuto que tenemos en el día, donde nuestros cinco sentido nos estimulan y nuestros pensamientos van y vienen.

Al despertar, nos alumbra la luz del día, la luz del sol y así comenzamos un nuevo día, uno más, otro más, habiendo dejado en el pasado todos los anteriores, en el recuerdo, en un posible recuerdo.

Y así es con nosotros cada día, cada noche y cada amanecer.

Sin embargo, para los seres humanos hay una mañana que no llega, un amanecer que no florece, una noche que no termina, donde no hay luz, donde no vemos claridad, ni tenemos consciencia de la oscuridad por estar en una fase larga de sueño que conocemos como el momento en que la muerte de nuestro cuerpo carnal no nos permite seguir respirando para volver a despertarnos por el descanso largo y los bombeos de nuestro corazón que oxigenan nuestra sangre.

En ese largo descanso, donde bien pudiéramos pensar que aún existe una consciencia de nuestro estado en nosotros, a pesar de esto, la mañana no llega, el día no amanece, la oscuridad no termina, porque se está en el lugar donde el alma espera dormida por un tiempo…

Entonces, lo que me apasiona es el hecho de que teniendo consciencia, sabemos de esa oscuridad, pero, la luz no llega, hasta que la luz de Dios resplandece en nosotros…

    launion delrazonamiento detodas lastribus

    La Biblia nos habla del momento que señalo, en distintos lugares y cuando te los encuentras, no siempre los percibes, o bien puede que no se ponga atención en lo que significan.

    El resplandecer de la luz de Dios y del Cordero de Dios en el ser humano es algo que sucede al menos de dos formas.

    Está la luz que es, y que fue, y que será, de la palabra de Dios en la vida de Jesucristo que resplandeció en todos quienes fueron alumbrados para ser rescatados de prisiones de tinieblas, de cárceles y sanados de enfermedades. El Cordero de Dios es sanidad a todas las naciones, a todos los que creen que es El Hijo de Dios y perseveran en su doctrina, en sus mandamientos, en su voluntad, en sus juicios, en su entendimiento , en la búsqueda del Señor, en el temor de Dios, invocándole y humillándose delante de Él, dándole gloria como a Dios, porque todo lo hecho, por Él fue hecho.

    Y está aquella luz física del Dios maravilloso y del Cordero inmolado, que resplandecen en la oscuridad y alumbrarán a las almas que despertarán de ese sueño largo, desde el que no se puede despertar por propia voluntad, sino hasta el momento en que Dios lo determine, cuando ya el tiempo no sea más. Si hubiéremos de despertar ¿necesariamente veremos luz que nos alumbre, como el sol alumbró nuestros días, o Cristo nuestras almas con la luz de sus palabras?

    No, no necesariamente, porque habrá un lugar donde será el lloro y el crujir de dientes.

    Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.