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El mall y la muerte del espacio público

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Fue suficiente una mirada, como lo hicieron muchos, para enfrentar la magnitud del atentado a lo que considero urbano al escudriñar el impacto sobre el paisaje geográfico y humano que implicaba la emergencia del Mall en Castro.

No era per se algo malo la existencia de un gran centro comercial en dicha localidad. A todas luces lo condenable era la manera irresponsable de demoler la vida comunitaria de una urbe, su proyección turística y generar retroalimentaciones negativas para la vida cultural.

Pero lo más fuerte es la conceptualidad que se esconde detrás. Meditemos. La ciudad humana es un milagro, o más bien un canto como diría un poeta. Yendo a las fuentes mismas de la cultura occidental que existe en nuestro mestizaje podemos encontrar que, según Plutarco, Rómulo trajo constructores desde Etruria para tener instrucción sobre las costumbres sacras, dejando nota de las normas acerca de los cortejos que habrían de seguirse en la misma forma “que en los misterios” para la fundación de Roma. En primer lugar, cavaron un hoyo circular donde lanzaron ofrendas simbólicas de frutos de la tierra. Luego, cada hombre cogió un puñado de tierra del campo de donde procedía y los echaron mezclados en este hoyo, al cual se le denominó mundus (que a la vez significa cosmos). Alrededor de él, Rómulo trazó en círculo los límites de la ciudad con un arado tirado por un toro y una vaca. Allí donde se levantaría una puerta de la ciudad, levantaba la reja del arado y pasaba de largo. La ciudad fundada en la mencionada ceremonia solemne era de forma circular, oponiéndose a la tradicional y clásica descripción de Roma como urbs quadrata, la ciudad cuadrada.

Una elaboración teórica pretende armonizar estas visiones. La palabra quadrata debe comprenderse como cuatripartita, es decir, la ciudad circular fue cortada en 4 secciones por 2 arterias principales que van de norte a sur y de oeste a este. El punto de intersección coincidía con el mundus mencionado por Plutarco, el hoyo donde se juntaban y mezclaban las tierras originales, el espacio público. Justamente el modelo del mall de Castro constituye una absoluta negación de este mundus. La negación – según Sennett – del espacio público viviente está relacionada con una idea de una tremenda perversidad: la de volver al espacio contingente para el movimiento, derivado del movimiento. Esta idea toma las relaciones de espacio a movimiento producidas por los automóviles particulares, o desde otra perspectiva, relaciones de consumo expeditas, previsibles y controlables a cualquier costo, incluso diluir la identidad cultural o vaciar el mundus fundacional. Este es, a mi juicio, el drama que encierran los distintos mall que surgen como atentados a la vida cultural de nuestro país.

* Sobre este mismo tema, te recomendamos leer también la entrada "El centro comercial de Castro y la falacia de la creación de empleo", de Javier Ruiz-Tagle.

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Foto: William Hernández F. / Licencia CC

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