¿Ser cómplice de un blanqueo de imagen de una violación sistemática de los derechos esenciales de miles puede tener el mismo valor ético que la facultad de decidir a qué orden de creencias me suscribo y emito?
En primer lugar, debo exponer una enorme negativa, pues aquí muy sofísticamente se hace una confusión de planos, dado que una cosa es la potestad humana de levantar modelos de intuición y entendimiento de la realidad y las maneras de mutarla, pero una antípoda bastante opuesta es generar, participar y difundir actos de encubrimiento histórico de acciones vejatorias de la dignidad humana, dado que se siente el precedente de que la violencia, el terrorismo y la violación de DD.HH son situaciones que no tienen consecuencias.
Por otro lado, la inercia del aparato institucional frente a estos actos de propaganda de lo injustificable da origen a una sensación de angustia y desazón extrema en las victimas y familiares, al revivir la experiencia traumática de nuevo y viendo que quien la ordenó no recibe consecuencias por efectuarla.
Además genera una tensión social al dar validez histórica a la vejación y exterminio de otros como variable política metiendo a la república dentro de una peligrosa espiral.
La no condena a este tipo de actos constituye un terrible mensaje educacional: las acciones no tienen consecuencias. Imagen una población que tiene un jardín infantil donde se descubre una serie de actos de pedofilia y, luego de una investigación policial, se descubre que el Hombre P es el culpable. Tiempo después, un grupo de vecinos levanta un monumento al Hombre P por ser vecino y, ante las críticas, estos vecinos se avalan en la libertad de expresión. Entonces, qué mensaje se le da a los jóvenes de la población sobre lo condenable de la pedofilia.
Soy hijo de un torturado en Grimaldi y cuando niño fui prisionero politico, por lo tanto, quiero entregar una argumentación solida para refutar la realización del homenaje a Pinochet.
Por eso la condena a la acción de realizar el acto de un homenaje a Pinochet sin reconocimiento a las vejaciones a la dignidad humana es una cuestión vital para nuestra sociedad. Los pinochetistas tienen derecho absoluto a profesar sus ideas, pero sus actos son objeto de juicio ético y , en el caso que nos convoca ahora, merece condena absoluta como forma de encubrimiento histórico de la responsabilidad sobre crimines de lesa humanidad y como falta de respeto a las victimas.
Como síntesis quiero manifestar una vez más, desde mi experiencia vital como hijo de torturado y prisionero político cuando niño, que la cuestión más significativa de la vida ciudadana es que los derechos y su uso estén limitados por el respeto a la dignidad humana.
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