Para nadie es misterio que hoy en Chile vivimos una fuerte crisis de confianza: perdimos la confianza en nuestros políticos, con los casos de corrupción por los flujos de dinero entre empresarios y partidos políticos; perdimos la confianza en la justicia, pues no es capaz de enjuiciar debidamente a quienes cometen delitos comunes y existe un trato preferente a quienes tienen más recursos o son figuras públicas; perdimos la confianza en la institucionalidad del Presidente de la República, pues la brecha entre expectativas y lo que se ejecuta se alarga día a día, con una clara falta de liderazgo y pérdida de los atributos que convirtieron a su primer gobierno en exitoso: confianza, cercanía y asertividad.
Esto ha configurado un escenario donde quienes deben dictar las directrices para conducir el país, se enfrascan en un constante, y poco conducente, intercambio de opiniones bajas en contenido y dignas de panelista de programa de farándula, donde importa más descalificar al adversario y resaltar todos sus errores, que solucionar problemáticas palpables a ojos de cualquiera. En definitiva, estamos en una pelea donde todo vale con tal de capturar un futuro capital político. Por ende, junto con la confianza hemos llegado a una preocupante pérdida del sentido común.
Y ahora, ¿quién podrá defendernos? Esta parece ser la pregunta más pertinente. Más allá de las personas que ocupen cargos de elección popular en los próximos procesos eleccionarios, este escenario actual es una oportunidad para el empoderamiento de los profesionales de nuestro país: no de aquellos que en las redes sociales se dedican a reenviar cadenas, fotos o hacen retweet de comentarios incendiarios que otros hacen, sino de aquellos que motivados por las injusticias, o quizás por la incompetencia de profesionales y autoridades, o cuya experiencia cotidiana los hace tener contacto directo con problemáticas sociales, económicas y educacionales, podamos aplicar nuestros conocimientos y habilidades para generar pequeños y grandes cambios.
Por tanto, es tiempo de expresar la opinión y movilizar a la acción, pues en estas acciones demostramos que somos una sociedad emprendedora, innovadora y que gestiona de manera asertiva el cambio.
De esta “indignación” deben surgir las soluciones y respuestas que Chile, cada región y cada barrio requieren y esperan hoy. ¡No podemos esperar las decisiones de otros! Capital humano, talento, ingenio y creatividad hay de sobra en esta larga y angosta faja de tierra. Por tanto, es tiempo de expresar la opinión y movilizar a la acción, pues en estas acciones demostramos que somos una sociedad emprendedora, innovadora y que gestiona de manera asertiva el cambio.
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ROLANDO MÉNDEZ BRIERES
COMPLETAMENTE DE ACUERDO CON EL ARTICULISTA. ESTAMOS TERRIBLEMENTE CRISPADOS, MAS QUE INDIGNADOS CON LA CLASE POLÍTICA, CON LOS GOBERNANTES POR LOS CUALES VOTAMOS ALGUNOS ESTAMOS SUMIDOS EN UN CLIMA DE ENORME CORRUPCIÓN, SIN VALORES PERDIDOS TRATANDO DE CONSERVAR ALGUNA DIGNIDAD, SEPULTADOS EN UN CLIMA DE AMBIGUEDAD ESPANTOSA DONDE PUEDE PASAR CUALQUIER COSA CON UN APARATO JUDICIAL FRANCAMENTE ININTELIGIBLE DONDE LOS DELINCUENTES HACEN DE LAS SUYAS Y SALEN POR LA PUERTA ANCHA PARA ELLOS. QUE SE PUEDE DECIR DE LOS SUELDOS MILLONARIOS DE LOS PARLAMENTARIOS QUE HACEN PARECER RIDÍCULOS LOS SUELDOS MÍNIMOS Y LOS FAMOSOS BONOS QUE PARECEN VERDADERAS LIMOSNAS DA VERGUENZA VIVIMOS EN UNA CAPITAL DE DIEZ MILLONES DE HABITANTES CUANDO EL PAÍS TIENE DIECISIETE MILLONES LO QUE HABLA MUY MAL DE LA DESCENTRALIZACIÓN Y DESCONCENTRACIÓN ADMINISTRATIVA Y POLÍTICA MIENTRAS LAS REGIONES LANGUIDECEN PENOSAMENTE. VEREMOS QUE VA A PASAR EN LA PRÓXIMAS ELECCIONES CON ESTOS SEUDOS REPRESENTANTES QUE HACE RATO DESCUBRIERON QUE ESTOS CARGOS SON FAMILIARES Y LES SIRVEN PARA GANAR MUCHO DINERO LA ESTÁN DANDO OJALA LA CORDURA VUELVA A NUESTRAS COMARCAS PERO LO VEO BASTANTE DIFÍCIL DIOS Y EL DIABLO NOS LIBREN DE ESTOS SEÑORES