Agradezco la invitación que elquintopoder me hiciera para responder a la columna de Patricio Hidalgo sobre la candidata a reina del festival de Un Techo para Chile. Desde la perspectiva de lo que debiera enfocarse en el debate público, su columna no ameritaría respuesta si se trata sólo de enjuiciar a la fundación y su modelo de intervención. Más allá de la opinión personal de Patricio sobre Un Techo para Chile, quisiera aprovechar esta oportunidad para poner el énfasis donde corresponde: ¿conlleva la participación en plataformas de difusión masiva para posicionar problemas sensibles que tenemos como sociedad su necesaria “farandulización”? ¿Deben los representantes de la sociedad civil tener una responsabilidad activa de contribuir a la solución de estos problemas sociales o ello debiera ser el monopolio exclusivo del Estado y las estructuras de poder político?
Utilizar el término “farandulización” para calificar la intervención resulta al menos curioso. Desde ya se sustenta en una premisa no revelada: que toda utilización desde la sociedad civil de medios de comunicación social o contextos artísticos para recordarnos como país los problemas que nos aquejan implicaría “farandulizarlos”. Puesto en esos términos, es difícil emitir opinión sobre si dicha “farandularización” es necesariamente negativa. Quizás lo mejor, antes de calificar, es poner las cosas en contexto. La campaña que exitosamente lanzamos y que fue la decimoprimera tendencia en Twitter con más de 500 publicaciones en apoyo de la iniciativa y sólo 3 en contra, 5 publicaciones en medios online y más de 8 minutos al aire en televisión abierta y radio, buscaba precisamente posicionar una realidad al menos incómoda, y en nuestra opinión ciertamente inmoral. Natalye (y aquí también respondo a los comentarios de Andrés Cubides a la columna de Patricio) fue libremente quien se ofreció a participar de esta iniciativa que busca, como bien señala Patricio en su columna, dar cuenta de la realidad en que viven actualmente más de 30 mil familias en campamentos a lo largo de Chile, y particularmente más de 12 mil familias en la quinta región, la que hoy tiene el vergonzoso récord de ser la región con más campamentos del país, seguida por Bío Bío y la Región Metropolitana, respectivamente.
Ahora bien, si nos remitimos a la definición de la Real Academia de la Lengua Española, donde “farándula” se define como: “profesión y ambiente de los actores”, es difícil entender cómo esta intervención podría calificarse de tal. Natalye no es actriz, ni como aficionada está representando personaje alguno. Ella simplemente ha tenido la entereza y valentía necesaria para dar un paso adelante y someterse al escrutinio público para mostrar -escuchen bien- su realidad. Pero no sólo la de ella. El interés que generó la voluntaria postulación de una reina proveniente de un campamento se explica porque también representa realidad que hoy Viña del Mar y la región de Valparaíso en general, sonrientes con la llegada de turistas, artistas y “noteros”, esconden detrás de los cerros. Los medios decidieron cubrirlo porque es algo extraordinario (fuera de lo normal) que en el contexto del prestigioso Festival de Viña exista una candidatura levantada desde una ciudadanía, que ya cansada de la silicona y la ridiculización de la mujer, entiende que Natalye debe tener el mérito de ser nuestra reina del festival pues, de algún modo, representa a la mayoría de nosotros: tiene dos hijos, es jefa de hogar y trabaja esforzadamente como tantos otros.
En este sentido, el acto de presentar a una candidata a reina, lejos de ser “banal” como califica Patricio, tiene una importante significancia e impacto en al menos dos sentidos. Primero, pone en una posición incómoda a los canales al desafiar sus políticas internas ya establecidas en cuanto a “quien será el próximo rostro” y testear cuanta sensibilidad y “responsividad” tienen con el sentir ciudadano. Como responsables del principal medio de construcción del espacio y la agenda pública, resulta interesante ver cómo los canales reaccionarán a este llamado. Y segundo, pone también una posición incómoda a las autoridades políticas y de espectáculos que forman la comisión del festival al re-posicionar el debate sobre el grado de vinculación que estas plataformas y espacios debieran tener con los problemas sociales que nos aquejan.
Resultan al menos curioso en este sentido, las declaraciones de algunas autoridades políticas que han calificado este acto como una “presión”. Chile debe cuidarse de caer en la paranoia de descartar cualquier forma de manifestación pública fuera de los canales político-institucionales al calificarla como facciosa. Ello conlleva el riesgo de presentar siempre en una narrativa de “captura”, lo que en realidad es la responsabilidad principal de las autoridades como representantes: la “responsividad” hacia la comunidad política que los eligió. Esperamos entonces conocer las razones públicas que justificaría que Natalye no pueda al menos competir en igualdad de condiciones con las demás candidatas por ser nuestra reina del festival.
Frente a imputaciones de “clasismo”, sólo cabe aclarar que como organización de la sociedad civil, uno de nuestros objetivos es precisamente posicionar la pobreza para hacer de esta realidad un tema país, que genere el desarrollo y la implementación de políticas públicas integrales que hagan parte de la solución a los (as) involucrados (as), entendiendo que es el Estado quien debe asumir la responsabilidad principal de implementar medidas y coordinar con los distintos actores para cumplir el objetivo de terminar con los campamentos de Chile.
La pobreza es una realidad al menos incómoda, y en mi opinión ciertamente inmoral. Limitar sus canales de difusión solamente a cifras y vías “oficiales”, lejos de “des-farandulizarlo” parece sólo contribuir a acentuar su problema endémico: la marginalización del problema y, lo que es peor, de las personas que se encuentran detrás de él.
Lo que a mi parecer es un error grave, y que de alguna manera refleja un tipo de pobreza mayor, es pensar que una persona que vive en un campamento o cualquier otra comunidad, sea materia de “exposición a la burla, al sinsentido, a la mujer como material de piropo”, como citó Patricio, al margen (como bien plantea) de una campaña publicitaria, entendiendo la publicidad, como el ejercicio de hacer público algo.
Repito, la pobreza es una realidad al menos incómoda, y en mi opinión ciertamente inmoral. Limitar sus canales de difusión solamente a cifras y vías “oficiales”, lejos de “des-farandulizarlo” parece sólo contribuir a acentuar su problema endémico: la marginalización del problema y, lo que es peor, de las personas que se encuentran detrás de él.
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CLRC87
Lamentablemente leyendo tanto esta columna como la de patricio veo que esto es tarea de todos, no es solo darle mayor connotación ocupando los medios de comunicación mas «populares», que han llevado la idiotez a la máxima divulgación y salvo contados casos son fuente de información y real aporte o contribución a los valores sociales. Como dije a patricio ¿y tu que haces para cambiar esto?… el problema parte por ahí, no sacamos nada con criticar algo si realmente nuestra consciencia social esta ajena a la materialidad a la practica de labores que logren ese cambio global como sociedad.
¿Que hago yo? ¿Que puedo hacer? son cuestiones que ni siquiera debiéramos estar preguntándonos, basta ver que muy bien puedo estar ahora sentado en un escritorio en mi oficina donde me gano la vida tranquilamente, tengo mi buena casa, mi buen auto y las vacaciones donde quiera y cuando quiera, y mientras tenga esta posición, el resto que se pudra, a lo mas podré si mi consciencia moral me lleva a poner una voz de alarma, y con eso quizás salvare en poco el fuego interno de saber que las cosas no están bien mientras yo gozo en abundancia y se que mi prójimo esta sufriendo en la escasez.
Los invito a pasar de la crítica a la acción.. y felicito la labor de un techo para Chile en su contexto, pero siempre se puede hacer algo mas, y eso parte también por cada uno de nosotros mas que la dilación en panfletos que busquen adhesión o crítica.
DMV
Cue cue cue cue… Aire y más aire.
Sorry pero poca respuesta y poca sustancia. Concuerdo con P Hidalgo.
joaquin
Creo que es un error, basado en buenas intenciones, pero en definitiva un error, asumir las responsabilidades propias del estado y esconder, quizás mínimamente, las graves falencias que generan sociedades tan patologizadas como la nuestra. Por otro lado muestra de la enfermedad social es ocupar, por parte de los bien intencionados, las mismas técnicas alienadoras que utilizan los medios de información controlados por el poder económico.