Desde el 18 de octubre hasta estos días, pareciera ser que la frase “Chile Cambió” adquiere sentido tras la manifestación de algunos hechos (interconectados entre sí) que dan sustento a tal aseveración. Entre ellos:
a.- Una multitudinaria y masiva geografía nacional se activó desde el alza del pasaje. La esquina, la ciudad y diversas regiones del país, transversalmente cuando de clases sociales se refiere, durante varios días, se movilizaron masivamente. Aunque dichas movilizaciones menguaron desde los acuerdos generales que logro el sistema político por una Nueva Constitución, siguen siendo vigentes, sobre todo en sus expresiones más radicales;
b.- Una tibia agenda social, asimétrica, no sólo con las movilizaciones, sino que también con lo que respecta a los abusos (en todas sus formas), con la toma de conciencia que logró la población, que de no ampliarse los márgenes respecto de las demandas sociales (pensiones, sueldo mínimo, salud, educación, medio ambiente, entre otros varios más), pronto se encubarán nuevas movilizaciones;
c.- El establecimiento del Estado de Emergencia, el Toque de Queda y la repulsa general de la sociedad civil a tal determinación, más cuando Carabineros ha vulnerado los derechos humanos, situación corroborada por organismos ad hoc[1], y aún a la espera de los informes de las Comisiones de derechos humanos de la OEA y la ONU, permitiendo la ironía de la política, que Michelle Bachelet timbre el pronunciamiento ONU;
d.- En esa línea, entre varios vulnerados, se encuentra Gustavo Gatica, estudiante de la Universidad Academia Humanismo Cristiano quien, junto con perder su visión física, en sí mismo fue, irónicamente, el delator más asertivo de la errada política de Carabineros para enfrentar la manifestación democrática de la ciudadanía;
e.- También se observa la evidencia de un presidente Piñera desfondado políticamente y sin ideas que permitan certidumbres (con un programa de gobierno caduco producto del nuevo escenario social y político, que iba por el desmonte de lo avanzado por el gobierno anterior) sin perjuicio del cambio de gabinete que logró modificar el rostro de gestión política de la tensión social. Evidencia de ello, entre varios otros aspectos, es su baja sostenida en las encuestas, hoy con esfuerzo llega al 10% de aprobación[2];
f.- Aunque suene redundante, hubo un Acuerdo por una Nueva Constitución, logrado e integrado por parte importante del sistema político nacional, esto es, expresiones mayoritarias del Congreso Nacional, del sistema de partidos y algunas expresiones de la sociedad civil que, sin perjuicio de la crítica fundada sobre el mismo, es un paso adelante, que hay que cuidar para que no se cumpla el dicho, gatopardista “cambiarlo todo para que todo quede igual”;
g.- Antes de ello, una maestra jugada del mundo municipal/local convocando a plebiscito para la primera semana de diciembre, forzando al ejecutivo concurrir al acuerdo constitucional por una nueva constitución preguntando inclusive por el método para abril 2020 (el encuentro previo del Presidente con algunos alcaldes en los primeros días del estallido social, difícilmente se vinculó con lo que terminó ocurriendo). Aún perseveran en su consulta para esta quincena de diciembre;
h.- También se concretó la consolidación de la Mesa de Unidad Social después de su llamado a huelga general del 12 y 26 de noviembre, obligando al gobierno su convocatoria (27 de noviembre) en el afán de profundizar la agenda social, sindical y gremial, avanzando en el ahora denominado Pacto Social, contribuyente al Pacto Constitucional (ausente del acuerdo constitucional logrado previamente);
i.- En esta vorágine de hechos, la clase empresarial y la oligarquía nacional (y porque no también la internacional), constataron que no habían tenido ‘la oreja suficiente’ para escuchar mejor (más de 30 años) la precariedad y desigualdad social en amplios segmentos de la sociedad, avanzando varios a confesar que se precisan cambios centrados en lo social, entre ellos, el aumento del sueldo mínimo;
j.- se suma, también, el lanzamiento de una nueva agenda de ‘orden público’ por parte del gobierno, la que contempla leyes contra la barricada, la capucha, el saqueo y otras consideraciones que impidan, ahora, la violencia desmedida y el vandalismo en general, la cual operaría en territorialidades de comunas populares prioritariamente. Se debe agregar, el proyecto de ley que busca instalar a militares en ‘infraestructura critica’, para su resguardo de los atentados que perpetran los violentistas. Esta agenda, como es de suponer, disputa contra la de profundización de la agenda social por parte del gobierno (¿de paso criminaliza a la protesta social?).
k.- Así, hay varios aspectos más que se deben considerar, que en esta opinión no es posible abordar, por asunto de espacio, pero que, sin lugar a dudas, siempre se deben tener en consideración para comprender este escenario de la complejidad toda.
La desconfianza y confianza
En este marco de tensión social y política, entre varios intelectuales, científicos sociales e ideas que plantean, vale rescatar la de contra-democracia (concepto desarrollado por Pierre Rosanvallón, 2011), permitiendo la interpretación de los altos grados de desconfianza que inundan los imaginarios personales y colectivos sobre el quehacer del gobierno y actores políticos en general, y por defecto, entonces, sobre los acuerdos constitucionales que ha logrado el sistema político en cualquiera de sus formas, como también en los logrados en la Agenda Social, los cuales, entendidos como precarios, contribuyen a profundizar la desconfianza (Sueldo mínimo, pensiones, pilar solidario y la gradualidad de pensiones difícil de aceptar para los más viejos).
Lo que reina es la desconfianza. Sin embargo, Rosanvallón, indica que la democracia institucional en sí misma es un sistema de desconfianzas, hecho corroborado en los contrapoderes que permiten la separación de los mismos (ninguno sobre el otro). Históricamente, indicará, la instalación de la democracia, en cuanto régimen político, buscó impedir que las prácticas absolutistas se reinstalaran a fines del siglo XVIII y siguientes, cuestión, que inmediatamente y de forma paralela observó y se relacionó con un sistema de cuestionamiento sobre las acciones institucionales (opinión pública, organizaciones ciudadanas, gremiales y otras provenientes de la sociedad civil), denominada como una democracia ‘democrática’ o no institucional[3]. De ahí, la comprensión de la siguiente tensión del sistema contra-democrático: Democracia Institucional electoral en cualquiera de sus formas v/s la de la ‘democracia democrática ciudadana no institucional’.
Esa complejidad dinámica, se proyectó con todos los dispositivos sociales, políticos y culturales que hoy explican las democracias, o cómo diría Rosanvallón, los sistemas contra-democráticos, traducidos a toda escala geográfica y en inter-escalaridad. La intensificación del sistema contra-democrático, indicará el autor, tiene un riesgo, cual es la desconfianza estructural, la cual impide los arreglos colectivos, vaciando así, la necesidad de espacios colectivos-comunitarios, dificultando que la política tenga un sentido integrador (cohesión social) y oportunidad de proyectar un futuro común. Implica un momento de impolítica, afirmará. De ahí la urgencia de crear sistemas contra-democráticos suficientes para apalancar las confianzas, entendida como una situación economizadora de las burocracias, o bien, de los acuerdos y otras prácticas sociales que, sin perjuicio de asegurar certidumbre, igualmente, termina densificando los dispositivos de control, juicio y transparencias sobre las expresiones institucionales.
Este Momento Constituyente, entendido como el punto de inicio de un Nuevo Contrato Social, refrendado por un acuerdo básico para avanzar en: a.- un plebiscito de entrada consultando por Nueva Constitución y método de logro; b.– celebración efectiva de una Convención Mixta o completamente integrada por nuevos constituyentes; y c.- otro plebiscito de salida, para validar o no el resultado de la deliberación, aún estaría en momento de impolítica, en cuanto reinaría la desconfianza, donde cuesta entregar créditos a aquellas y aquellos que avanzan desde sus convicciones e identidades en la contribución de lo que creen correcto. Unos y otros, son querellantes, situación propia de la intensificación del sistema contra-democrático que se encontraría en sus postrimerías: a.- organizado en la constitución de los 80’; b.- ajustada sistemáticamente por los gobiernos democráticos; c.- que no sólo no democratizó más la democracia, sino que por medio del abuso constante y legalizado, profundizó la desigualdad sistémica en lo social, territorial, ambiental, económico y cultural, sin perjuicio de los indicadores de disminución de la pobreza y otras consideraciones, que efectivamente gestionaron y lograron los gobiernos democráticos del periodo.
Nos encontramos en un momento de impolítica, cuando el sistema político no logra acuerdos suficientes y adecuados para asegurar la participación paritaria de las mujeres y los pueblos originarios, entre otros varios.
Principios y valores
Nos encontramos en un momento de impolítica, cuando el sistema político no logra acuerdos suficientes y adecuados para asegurar la participación paritaria de las mujeres y los pueblos originarios, entre otros varios.
En el ánimo de ganar confianza gradual, se coloca en el centro, y con razón, el mecanismo de logro de la Nueva Constitución. O es una Convención Constituyente Pura, o una mixtura entre electos ciudadanos y parte del congreso, esto es, Convención Constituyente Mixta. La elección del mecanismo deberá será resuelta en abril próximo vía plebiscito de entrada. Si bien el mecanismo, es sólo un mecanismo, su diseño y aplicación conducirá el proceso constituyente, comportando así, principios y valores.
La Convención Constituyente Pura, es el mecanismo más democrático y ad hoc a la tensión que logró finalmente la Geografía de la Multitud, cuestión que obligó al sistema político y a la sociedad civil organizada la síntesis observada. Por estos días, tras nombrar la comisión técnica que ajustará el mecanismo final, se discute la paridad de género y las cuotas de los pueblos originarios, en el mecanismo Convención, observándose las complicaciones que tienen algunos actores del sistema político en tal materia, en específico, la UDI partido de la derecha conservadora del sistema político.
Si bien, el mecanismo que logrará la Nueva Constitución, ya carga con principios/valores más democráticos ganando en legitimidad social y política (a diferencia de la constitución del 80’), cabe preguntarse cuáles debieran ser los principios/valores (los primeros, entendidos como definiciones universales funcionales a un sistema social donde todas y todos los acogen y, los segundos, como guías personales que sitúan a las personas en sociedad, funcionales a los primeros) con sus correspondientes éticas/morales que debiesen organizar los contenidos de la Nueva Constitución.
En esa línea, la solidaridad, en cuanto principio/valor y acción ética/moral debiese ser uno de los principales, cruzando todas las dimensiones a discutir en la Convención Constituyente (obligaría a definir un mínimo/máximo transversal de qué es). Ello comportaría los clásicos principios cómo son la igualdad, la fraternidad y la libertad apuntando a concretar los sentidos colectivos y comunitarios. La pregunta que surge es cómo, a partir de lo anterior, se llena de contenido nuevo a la Tolerancia y el Trabajo, superando la primera, la idea de remedo social por negación para vivir con otras y otros y, el segundo, no sólo entendido como mercancía imponible a un capitalismo y sus formas políticas, sino que, además, como oportunidad de dignidad humana personal y colectiva y no como pauperización de ambas condiciones.
Así, la centralidad de la persona humana, se hace otra vez determinante, pero ahora, en contexto ambiental y territorial. La persona humana, ayer, hoy y mañana, debió, debe y debería considerársele como espacial/territorial. Parte importante de las desigualdades se explican por hacer caso omiso a esta esencialidad de la misma. Desde esa perspectiva, la constitución de 1980 y su orden, vino a profundizar y tensionar en extenso una tendencia histórica de la República de Chile, que obvió esta condición, consolidando un centralismo y unitarismo político/territorial que hoy y en varias otras ocasiones la Geografía de la Multitud (desde el 2011, e inclusive antes, 2006) viene denunciando[4]. Hoy se tensionó el orden territorial instituido, obligando otro nuevo, donde la descentralización, la división política administrativa y las formas de gobierno deben también redimensionarse[5].
Solidaridad, persona humana (DD HH), territorio/medio ambiente, obliga un Nuevo Estado donde el eje esté puesto en las personas humanas en clave territorial/espacial, superando la subsidiaridad del actual para proyectar otro acompañador en lo social, político, ambiental, territorial y en lo económico, entre otros varios aspectos, que contemple el respeto de la identidad diversa de la patria, el desarrollo económico solidario y así, más. ¿Implica un estado desarrollista, neo-desarrollista, benefactor o de otra naturaleza ya conocido en la historia o vigente en otro lugar?, es lo que hay que definir.
Así, el siguiente modelo de desarrollo, integrado por el sector público representado en el Estado en cualquiera de sus manifestaciones y al sector privado, prioritariamente nacional, debiese entre varios aspectos considerar, según lo indica Ricardo Ffrench Davis, una Banca del Desarrollo (ahorro de trabajadores gestionados al interior del país), un control del tipo de cambio administrado por la autoridad y no por los especuladores de las bolsas globales y capacitación laboral pertinente, a los tiempos y procesos productivos y de innovación que corren[6]. También la mantención de un Banco Central, ajustado al nuevo contexto, donde la regla fiscal del equilibrio se flexibilice cuando la sociedad lo requiera (capacidad de endeudamiento).
Si de desigualdades se trata, cómo la mujer se re-perfila en este nuevo pacto social. Se esperaría que su incorporación no sólo se realizara por la evidencia de la violencia de todo tipo a la que se le ha sometido, sino por su condición de persona humana, que fuera de ser en número igual o superior que los hombres, ha demostrado la necesidad de abrir espacios de reivindicación y reposicionamiento cultural, no hacerlo, es, en términos de principios, no profundizar la democracia, es no llenar de justicia el nuevo pacto social.
Una carta fundamental, que integre principios, valores, éticas y moralidades de nuevo cuño, teniendo a la persona humana en condición de territorialidad y medio ambiente y ampliación de la democracia en clave de derechos y deberes más democrático en el centro del debate, tendría oportunidad de lograr un realineamiento entre gobernantes y gobernados, como de representantes y representados (Rosanvallón, 2015) permitiendo así una gradual y sistemática restitución de la confianza para dejar atrás el momento de la impolítica, donde la perdida de sentidos comunes, globales y colectivos dañarían la buena convivencia en sociedad[7].
[1] Ver más en https://www.cnnchile.com/pais/investigadora-amnistia-internacional-viendo-en-chile-realmente-grave_20191029/, rescatado el 03 de diciembre y en https://www.t13.cl/videos/nacional/video-duro-informe-human-rights-watch-violaciones-derechos-humanos-chile
[2] Ver más https://www.cnnchile.com/pais/encuesta-cadem-aprobacion-de-pinera-alcanza-nuevo-minimo-historico-y-llega-al-10_20191202/
[3] Ver más en https://www.eldinamo.cl/blog/de-sistema-politico-chileno-y-de-contrademocracia-oportunidades-para-mejorar/ (rescatado el 03 de diciembre 2019)
[4] Ver más en https://www.elquintopoder.cl/politica/la-geografia-de-la-multitud-hacia-el-nuevo-trato-2/, rescatado el 03 de diciembre 2019
[5] La idea de nuevo orden territorial, en clave de momento constituyente fue explicitado por el Dr. en Geografía Federico Arenas, en conversatorio organizado por el Instituto de Geografía de la PUC ver más en http://geografia.uc.cl/Noticias/dialogos-con-la-geografia-analiza-la-crisis-social-de-chile-desde-la-disciplina.html
[6] Ver más en https://www.elmostrador.cl/destacado/2019/11/25/ricardo-ffrench-davis-la-politica-fiscal-tiene-que-tomar-el-toro-por-las-astas/, visitado el 27 de noviembre 2019
[7] Ver más en http://www.academia.cl/comunicaciones/columnas/la-contrademocracia-los-gobiernos-y-los-proyectos-politicos, rescatado el 03 de diciembre 2019
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