Acto 1: “El nombre”
Cuentan que varias inmobiliarias se juntaron con un banco a conversar de la vida y sobre el futuro incierto que les esperaba. Caminaron por el bosque durante largas horas, inmersos de tanta naturaleza e incomparables aromas de toda índole, se les ocurrió que podían especular con el valor del suelo de la ciudad y en conjunto cambiarle el valor económico a un nivel que corresponda, usted sabe… para otorgarle mejores plusvalías al sector.
En paralelo y a los denominados pobres, que bajo un Merlot del ’81 siempre están presentes en cada conversación, analizan como pueden trasladarlos a otros lugares para que vivan mejor y, en segunda instancia, traer esta plusvalía de la cual tanto hablan. Por lo que, luego de profundos análisis, se les ocurre un plan para convencerlos que deben irse a vivir a otros espacios, con su gente, con sus costumbres, en donde se sientan mucho más “cómodos” y el Estado les otorgue subsidios varios para su beneficio familiar y habitacional.
Teniendo a los pobres fuera del mapa, pensaron como podían vender aire y hacer que miles de personas se endeuden por décadas para tener este preciado techo que aún no existe, pues sin deudas no se puede garantizar la factibilidad de un proyecto, así que junto a unos publicistas de este creciente sector inmobiliario su primer paso fue darle un nombre.
«Venta en verde» dijo uno, lo que con el asombro de todos en la mesa a largas horas de la noche, sonaba como la mejor idea. El nuevo eslogan de campaña estaba claro al parecer, mientras el representante del banco ya iniciaba sus cálculos en la mente junto a los accionistas de las distintas constructoras que, desconfiados al principio, no dudaron en comentar aprobaciones varias ante esta innovación que no paraba de comentarse en esta cena informal.
Teniendo a los pobres fuera del mapa, pensaron como podían vender aire y hacer que miles de personas se endeuden por décadas para tener este preciado techo que aún no existe, pues sin deudas no se puede garantizar la factibilidad de un proyecto, así que junto a unos publicistas de este creciente sector inmobiliario su primer paso fue darle un nombre.
El senador de la región, en tanto, que era muy amigo del dueño de casa desde la infancia en las estancias de la Provincia, una zona que por cierto era reconocida por sus viñedos y buenas migas con el sector productor de épocas pasadas, escuchaba atento sobre la mesa. Guardando silencio por varias horas, tal vez al no tener la confianza de todos los presentes, tenía clara la decisión de apoyar una idea que presentía llegaría muy lejos, y sobre todo para los que se encontraban presentes, incluyéndolo a él que luego de una reñida reelección desde hace ya tres años atrás, no le aseguraban mucho la proyección de vida que siempre quiso ostentar.
Acto 2: “El préstamo”
Luego el banco le “presta”, de buena fe por supuesto, algún dinerito a cada uno de nosotros para que tengamos acceso a este nuevo techo en donde vivir y nos llegue esta gran plusvalía de la cual tanto se han encargado de comentarnos.
Al pasar los meses, varias firmas notariales, análisis de nuestras carteras y avales inmersos en ellos, sin darnos cuenta ya estamos oficialmente “endeudados” y, aunque sabemos que si no pagamos mes a mes durante un par de décadas nos quedaremos en la calle nuevamente, la situación en general de la familia ha estado mejorando luego de la gran noticia de que por fin tendremos nuestra casa propia, bueno en este caso, nuestro departamento propio.
Cuentan que el edificio tendrá varias cosas y beneficios, reglas claras de convivencia y cercanía a varios servicios, en la presentación técnica de dos hojas entregadas por la inmobiliaria nos cuentan también que será asísmico, lo cual es importante, pues hay que asegurarse de que estaremos seguros frente a futuras catástrofes.
75m2 serán el espacio que albergará nuestras vidas con “la gordita”, nos costará eso sí, pero bueno a estas alturas las cosas no pueden ser gratuitas, y habrá que trabajar harto no más para mantenernos en pie con el futuro que cada vez pasa más rápido, y bueno …luego de que hemos pagado la Universidad qué más nos queda, pagar el techo propio, por supuesto, hay que seguir avanzando y quien sabe más a futuro si estaremos pagando un jardín y la colegiatura de un retoño, pues quien no desea la felicidad de tener la llegada de un hijo para agrandar la familia.
Paso 3: “El presente”
Lo bueno de esto es que tengo cerca de 450 vecinos nuevos, por el momento no los conozco muy bien pero se ven bien simpáticos en el ascensor, espero interactuar con ellos en algún momento, no es una prioridad, pero bueno, sería agradable saber quien vive al lado.
En paralelo a este lindo cuento, papito Estado tiene que seguir urbanizando y llevando servicios a sus habitantes, pero adivinen… se volvió a quedar cojo de nuevo.
Como no alcanza la platita, ni el tiempo para urbanizar, traer servicios de salud, seguridad, educación y áreas verdes a este gran número de nuevos vecinos que trajo este gran proyecto de la cena informal anterior para cada comuna del país, Papito Estado tiene que concesionar a largo plazo con el sector privado, pues ustedes saben… funciona mejor y no hay tanto “atao” para que cumplan los contratos y proyectos.
Sin embargo hoy soy feliz en mi nuevo barrio, pago peaje es verdad, pero al menos la niña de la cabina tiene trabajo, en cuanto a la salud, mientras terminan el Hospital de la otra comuna estoy comprando bonos en la clínica que instalaron a la vuelta poco después que llegamos, así que mientras espero mi consulta me tomo un cafecito en el café gringo, ese que inauguraron hace poco en el supermarket que coincidentemente llegó junto con nosotros también.
Es bien extraño todo esto, es como si alguien lo hubiera planificado todo… llegamos todos juntos para hacer funcionar nuestro nuevo barrio, como una mini ciudad.
Pero más allá de todo esto, este es el barrio que me verá envejecer y que imagino verá partir a mis hijos cuando estos decidan ir por un nuevo proyecto, a una nueva comuna, una que tenga mayor plusvalía nuevamente, una que no tenga pobres, una que tenga más cosas nuevas y centros comerciales adecuados a su época, mientras nosotros estaremos viendo la vida partir con la viejita mirando hacia atrás, pensando que sería de nuestras vidas si esa decisión de haber tomado la venta en verde no se hubiera concretado.
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