La implantación del capitalismo neoliberal instala la idea que la “libertad” y el “Yo” individual son los pilares básicos de la sociedad. Imponiendo la glorificación del individuo y de todo lo individual y mi libertad pasa a ser absoluta sin espacio para el “nosotros” y menos para la solidaridad. Se consagra así el egoísmo como estilo de vida y cada uno es dueño de hacer lo que quiere.
Pero, un estilo de vida individualista, competitivo, consumista, que abusa de la palabra libertad, nos hizo egoístas y olvidar que somos una especie sociable e interdependiente. Al construir una sociedad que divide a las personas en ganadores y perdedores y que segrega a sus miembros ha cimentado una donde los ciudadanos no se conocen, no comparten, desconfían unos de otros, que han perdido la empatía hacia los demás y quienes menos tienen (considerados perdedores) se sienten despreciados y con razón por los que tienen más (los ganadores).El mantenimiento del bien común exige el aporte de todos los miembros de la comunidad, con el fin de mantener la armonía, el respeto y la ayuda mutua
Resultado, la ciudad de Santiago es considerada una de las más segregadas del mundo. Donde el lugar de nacimiento determina la calidad de vida a la que se puede aspirar. Solo los de mayores ingresos pueden elegir los mejores lugares donde vivir, dónde educar a sus hijos, dónde atenderse por alguna enfermedad, etc. Incluso, padecen menos los efectos del cambio climático al vivir en sectores con más áreas verdes.
Contrariamente a lo que se cree o nos enseñan debemos comprender que nadie logra nada sin el apoyo del resto de la sociedad, sea la familia, amigos, profesores, jefes, compañeros de trabajo, clientes, vendedores, etc. Todos ellos, de una u otra forma, influyeron e influyen en nuestros éxitos personales, profesionales y en lo que somos como personas. Por lo tanto, tenemos un compromiso con la sociedad y es el desafío de recuperar la cohesión social, el sentido de comunidad y la importancia del “Bien Común”.
El bien común se encuentra presente en la Constitución Política vigente en su artículo Nº 1: la finalidad del Estado es estar al servicio de la persona humana promoviendo el “Bien Común”, por lo que debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los chilenos su realización tanto espiritual como material, respetando los derechos y garantías constitucionales.
Algunos artículos relacionados al “Bien Común” son: Nº 8: establece el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación; Nº 9: garantiza el derecho a la protección de la salud; Nº 10: que protege el derecho a la educación; Nº 16: establece la libertad de trabajo y su protección y Nº 18: protege el derecho a la seguridad social.
Aclarando que la defensa del “Bien Común” no es ideología, ni capitalismo, ni comunismo, ni liberalismo y se refiere a aquello que favorece el desarrollo y bienestar de todos los miembros de una sociedad y lo coloca por sobre el interés individual. Es decir, se sustenta en la idea de que ciertos valores y propósitos son compartidos por cada uno de los integrantes de una sociedad, por lo que deben ser promovidos y protegidos para garantizar que todos tengan la posibilidad de vivir una vida digna y plena.
El mantenimiento del bien común exige el aporte de todos los miembros de la comunidad, con el fin de mantener la armonía, el respeto y la ayuda mutua. Garantizando los derechos, libertades individuales y el bien privado al mismo tiempo que se promueve el bien común y la prosperidad de la sociedad en su conjunto. Es decir, una sociedad donde el bien común (labor del Estado) y el bien privado (labor de los empresarios y ciudadanos) no sean antagónicos y las decisiones político/empresariales consideren los intereses y valores de toda la sociedad.
La mejor evidencia de nuestra interdependencia, de la importancia de ser comunidad y que el bien común está por sobre el individualismo es cómo se enfrentó la pandemia. Demostrando que la única forma de superar las crisis es unidos, con colaboración y solidaridad. Lo mismo aplica en la lucha contra el cambio climático.
Las Naciones Unidad plantean los objetivos para el desarrollo sostenible y una Economía del Bien Común donde las relaciones humanas sean el centro de la actividad económica en un ambiente de confianza, cooperación, codeterminación y solidaridad. Agregando que no se debe seguir dependiendo del PIB como único indicador para medir la riqueza material y es necesario agregar otros que midan educación, salud, medioambiente, vivienda, ingresos, empleo, pertenencia a la comunidad, participación ciudadana, satisfacción con la vida, seguridad, conciliación laboral y familiar, ocio, igualdad, gestión pública, confianza con las autoridades y otros parámetros útiles para medir realmente la calidad de vida de una nación.
También es un tema relevante para la iglesia católica y el Papa Francisco señala que se debe cambiar a una nueva Economía del Bien Común, una que incluya y no excluya, humanice y no deshumanice que cuide el medio ambiente y no lo destruya. Con relación a la última COP el Papa dijo, ojalá que quienes intervengan en la COP sean estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en los intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá que muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza.
El filósofo Jean-Paul Sartre decía “Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás”, dados los acontecimientos y desafíos actuales a nivel global y local, es una idea que debiera ser cambiada por: “mi libertad sólo comienza cuando también empieza la del otro”, ya que nunca seremos libres solos, sólo seremos libres en la medida que los otros también lo son. Es decir, mi libertad crece en la medida que crece también la de los demás, y solo así estaremos en camino de construir una sociedad de ciudadanos libres y solidarios.
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