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Nací en Latinoamérica

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Nací en Latinoamérica. ¿Lamentable? No lo creo. Quizás la historia demuestre que sí.

América, territorio virgen en algún momento, ajeno al mundo, pero finalmente usurpado de su naturaleza gentil y libre por invasores del antiguo continente. Desde ahí su esclavitud, desde ahí su terrible porvenir. Luchas constantes de liberación, dejando sólo a un pueblo vencedor en el Norte, que terminaría subyugando a los hermanos del Sur, hasta hoy. Obviamente nadie hubiese querido nacer en un lugar con esta historia, historia que se sigue repitiendo actualmente.

Pero, ¿el futuro no estaba en nuestras manos?, ¿acaso no hay esperanza de libertad aún?

Ser latinoamericano es conservar el deseo de emancipación y recuperación de lo arrebatado. Debemos reconocer nuestra nefasta historia, saber que no se nos permitió evolucionar con naturalidad, fuimos obligados a aceptar sistemas políticos y económicos que nos mantienen dominados, que lograron dividirnos entre pueblos hermanos y que es esto lo que nos ha hecho fracasar en la búsqueda de nuestra identidad.

Todos sabemos que los españoles al llegar al “Nuevo Mundo” encontraron el oro y la plata de nuestro territorio, que mucho después los ojos del imperialista centraron la mirada en el salitre chileno, en el caucho de las selvas brasileñas, en el petróleo venezolano, entre otros. Ahora nada es distinto, en nuestro país vemos cómo el cobre se despide de su tierra natal para ser materia prima de un usurpador extranjero, vemos como buscan la destrucción del Amazonas y la imponente Patagonia para crear centrales hidroeléctricas que alimentaran con energía “limpia y segura” el avance de la sociedad. Lo sabemos, ¿pero debemos aceptarlo?

Todos sabemos las grandes luchas del pueblo latinoamericano para intentar liberarse del colonizador. Comenzando por la resistencia al dominio español del pueblo inca, con Atahualpa a la cabeza, así como en Chile, el pueblo mapuche, liderado por Lautaro, trataba de vencer al ejército huinca.

Más tarde, las grandes revoluciones independentistas del siglo XIX iniciaron el proceso sin fin. Teníamos como ejemplo al aguerrido pueblo norteamericano, que logró desprenderse de los ingleses, pero nadie pensó que ese valioso país que se tomó como referente sería en menos de cien años un instigador más para nuestra tierra. Nosotros tuvimos nuestro legado de grandes independencias, con San Martín en Argentina, Sucre en Ecuador y Bolivia, Carrera en Chile y Bolívar en Venezuela, por nombrar algunos líderes de los procesos revolucionarios. Todos con el deseo de libertad inserto en sus mentes.

Ser latinoamericano es conservar el deseo de emancipación y recuperación de lo arrebatado. Debemos reconocer nuestra nefasta historia, saber que no se nos permitió evolucionar con naturalidad, fuimos obligados a aceptar sistemas políticos y económicos que nos mantienen dominados, que lograron dividirnos entre pueblos hermanos y que es esto lo que nos ha hecho fracasar en la búsqueda de nuestra identidad.

Este deseo siguió presente cuando los pueblos de Centroamérica lucharon por su independencia. Reconocemos a Sandino en Nicaragua y José Martí en Cuba. Sin embargo, la intervención de países dominantes, entre ellos el levantamiento de una nueva y crucial potencia: Estados Unidos hacía más difícil la culminación del proceso de liberación. Cada vez que desde el pueblo latinoamericano nacía una forma de desprenderse del control exterior, estos países dominantes buscaban la forma de perjudicar y acabar con estas actividades. Ejemplos contemporáneos de aquello son las dictaduras casi simultaneas en la segunda mitad del siglo XX, el bloqueo económico a Cuba, y ahora el desprestigio a los gobiernos democráticos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Nuevamente sabemos esta información, ¿pero debemos aceptarla?

Claramente no y es tarea de cada latinoamericano que posea este deseo eterno de libertad, de concientizar a sus pares inculcando la idea de autodeterminación y buscar de una u otra forma logros que aporten al largo proceso que espera el continente. Sabemos que perdimos mucho tiempo, líderes con grandes ideas que dejaron su palabra e ideas en nuestra historia. Sin embargo, en palabras de Eduardo Galeano: “Ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina íntegra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial”. Por tanto, sepamos también que el desarrollo mundial dependió de nuestra perdición, y que la maquinaria imperialista usó nuestra tierra, sus recursos y su gente para enriquecerse. Debemos detener la monotonía histórica y dar un gran paso, finalmente es nuestra obligación al pertenecer a este territorio dañado, la responsabilidad de nuestra raza mestiza pero indígena finalmente.

Nací en Latinoamérica. ¿Lamentable? No lo creo. Porque lamentable es algo que se sufre y haber nacido aquí es el privilegio más grande que puede tener un ser humano.

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Foto: Wikimedia Commons

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2 Comentarios

jose manuel henriquez parada

¡Que estulticias se pueden escribir cuando la ideología nubla la razón!. En todo caso, con el complejo de inferioridad que se adivina en cada frase de artículo, sería difícil que alguien que en realidad viva en el fangal, pueda levantar cabeza algún día.
Quizá (es sólo un pálpito), el primer paso para el desarrollo sería repartir antidepresivos entre nuestros intelectualoides de izquierda.

Elver Galarga

ME SIRVIO, POSDATA SI LESITE ESTO SEGURAMNETE SEAS UN SUDACA DE LOS COJONES CON OLOR A CEBOLLIN

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