En un principio los llamaron «platillos voladores», luego “OVNIS” y hoy son «fenómenos aéreos no identificados» (UAPs, por sus siglas en inglés). Esto me sirve para sacar a colación que el pasado martes/17 de mayo y por primera vez en más de 50 años, responsables del Pentágono afirmaron ante el Congreso de EEUU que están seguros de que sus militares se han encontrado con UAPs, recibiendo unas 400 alertas desde el año 2004.
Noticias de este tipo hacen reflotar una de las interrogantes que más despiertan nuestra imaginación y que han desconcertado a los científicos por largo tiempo y es saber si estamos solos en el universo.
Haciendo algo de historia, hay que saber que a mediados del siglo XIX existía la idea que todos los planetas del Sistema Solar estaban habitados. Incluso, el reverendo Thomas Dick, de mucha popularidad en los Estados Unidos, fue tan audaz que llegó a calcular que la Luna tenía unos 4.200 millones de habitantes y el Sistema Solar completo albergaba unos 21.891.974.404.480 habitantes.
Ideas que se acrecientan en 1877, cuando el astrónomo italiano Schiaparelli. Producto de sus observaciones dibujó un mapa de Marte. En el reveló unas líneas delgadas y oscuras que conectaban zonas oscuras más grandes. Estos canales serían la primera prueba científica sobre la existencia de inteligencia extraterrestre. Ideas respaldadas por el influyente astrónomo norteamericano Percival Lowell (1855-1916), quien concluyo que los canales fueron construidos por una antigua y extinta civilización marciana.
Pero, el astrónomo norteamericano Asaph Hall (1829-1907), quien tenía el aval que producto de su excelente vista descubrió en 1877 los minúsculos satélites de Marte y decía que jamás logro ver un solo canal en el planeta rojo. Otro astrónomo norteamericano, Edward Emerson Barnard (1857-1923), que se destacaba por una aguda visión, que le permitió descubrir en 1892 el 5to satélite de Júpiter denominado Amaltea, tan pequeño y cercano al disco brillante del planeta, que para verlo, se necesita una agudeza visual excepcional. Barnard, insistía que por muy meticuloso que fuera en observar a Marte, no lograba distinguir los famosos canales.
Hoy tenemos suficiente evidencia científica para afirmar que no existe vida inteligente, fuera de la nuestra, ni en Marte ni en ningún otro lugar del sistema solar. Posiblemente exista vida en alguno de los planetas o satélites, pero, sería a nivel microscópico.
En los últimos 100 años hemos descubierto que el Universo es increíblemente grande y antiguo. Solo en la región que podemos observar hay alrededor de 100.000 millones de galaxias y cada una de ellas tendría en promedio unos 100.000 millones de estrellas y a lo menos un planeta por estrella, por lo tanto, no resultaría extraño pensar que debieran existir otras especies inteligentes en el Universo. Idea respaldada a partir de 1992 con el descubrimiento de los 2 primeros exoplanetas orbitando el Púlsar PSR B1257+12. El pasado mes de marzo, del presente año, llegamos a los 5.000.
Muchos expertos se preguntan ¿por qué la humanidad nunca ha sido visitada por extraterrestres (que sepamos)? Para intentar dar una respuesta podemos recurrir a la conocida paradoja de Fermi. Esta nace un verano de 1950, cuando Fermi (1901-1954) junto a sus colegas, Edward Teller(1908-2003), Herbert York (1921-2009) y Emil Konopinski (1911-1990) tocaron el tema sobre la existencia de civilizaciones extraterrestres. Fermi se mostró entusiasmado con el asunto y planteó la posibilidad de que nos hubieran visitado, argumentando lo siguiente:
Si todos estos puntos son correctos, deberíamos de haber tenido constancia inequívoca de visitantes alienígenas. Como esto no ha ocurrido, Fermi se preguntó: ¿Dónde está todo el mundo?
* Un dato adicional, me suelo preguntar ¿por qué ven UAPs los militares y otras personas no expertas, en cambio los astrónomos, quienes pasan una vida mirando y estudiando el cielo, no reportan este tipo de objetos? (me incluyo en calidad de astrónomo aficionado).
La región que podemos observar tiene alrededor de 100.000 millones de galaxias y cada una de ellas tendría, en promedio, unos 100.000 millones de estrellas y, a lo menos, un planeta por estrella, por lo tanto, no resultaría extraño pensar que debieran existir otras especies inteligentes en el Universo
La paradoja de Fermi surge, el año 1961, la ecuación de Drake (1930), con el propósito de estimar la cantidad de civilizaciones presentes en nuestra galaxia con capacidad de comunicarse con nosotros. Se la utiliza como herramienta para formular diversas hipótesis. Su lado débil, es tener de base una única fuente conocida de datos, nosotros mismos.
N = R* · Fp · Ne · Fl · Fi· Fc · L
Donde:
Muchos de los valores para llenar estas variables son desconocidos y solo podemos especular para intentar llegar a un valor aproximado. Uno de los más complejos es “L”, que dice relación a cuanto vive una civilización.
Predecir los eventos de extinción masiva es una tarea difícil, a pesar de ocurrir regularmente, como el impacto de un meteorito, la destrucción de la capa de ozono, grandes erupciones volcánicas o lo que estamos haciendo nosotros que es ir camino de nuestro potencial suicidio; con el calentamiento global, contaminación, sobreexplotando los recursos naturales y destruyendo la biodiversidad.
En algunos años más y, en la medida que se descubran más exoplanetas y se analicen sus atmósferas, – la vida altera su composición química-, podremos saber si albergan o no vida. Por ejemplo, cualquier civilización que tenga la capacidad técnica de hacerlo y se encuentra en un radio de 2 millones de años luz de distancia, por la composición química de la atmósfera, podría deducir que nuestro planeta alberga algún tipo de vida.
Descubrir otras civilizaciones nos da la esperanza que existen mundos mejores, más amables y no tan hostiles como el que hemos creado, demostrando así, que es posible superar el peligroso y potencial periodo de autodestrucción que estamos enfrentando.
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