Con ocasión de la crisis que vive la Iglesia Católica, es legítimo que nos preguntemos ¿Dónde está la Iglesia?… Y estas líneas no quieren ser un pieza teológica y menos una declaración doctrinal, sino más bien una reflexión desde la sencillez de un discípulo que necesita de la palabra del Maestro, del Carpintero de Nazareth.
Es tan habitual confundir qué es la iglesia. Por TV sale un obispo dando una conferencia y se dice: la iglesia dijo, la iglesia ha declarado… como si sinónimo de iglesia fueran las palabras y actos de los funcionarios de la organización llamada iglesia católica. Y digo funcionarios no de forma despectiva, sino en el sentido de que cumplen una función específica, pero no por ello un cura, obispo, papa, cardenal, es o son toda la iglesia. Si así fuera sería totalmente distinto de lo que el carpintero de Nazaret quiso en vida.
Bueno eso es algo que ya el concilio resolvió hace algún tiempo. Aún así vuelvo a hacerme la pregunta: Iglesia, dónde estás?
Iglesia ¿dónde estás que no te dejan ver, dónde estás que no te dejan que te escuches, dónde estás que algunos creen que son los que usan cuellos, hábitos, mitra o báculo?
Si el clero fuera la iglesia, entonces la iglesia sería un «club de tobi», mmm no, no puede ser. Por que el Carpintero si algo evidenció fue la reivindicación de la mujer. De hecho, una mujer es la primera en saber la gran noticia del Resucitado, por una mujer Dios se encarna en la historia… en fin.
Algunos te quieren ver en aquellos que han sido acusados de abusos a menores, otros piensan que estás en aquellos que opinan sobre divorcio dando consejos desde los púlpitos para la elaboración de leyes civiles. También hay algunos que te quieren ver en grandes templos de arquitectura admirable y otros esperan verte en acontecimientos super-espectaculares.
Pero sabes iglesia… no creo que estés en esas cosas…
Imagino la comunidad del Nazareno sencilla, pobre, itinerante, tal como esa muchedumbre que te acompañaba a todos lados en la tierra palestina, sin paradero ni domicilio fijo. Imagino la iglesia entonces entre los pobres, los que no tienen nada que cuidar. La imagino sin certezas sino llena de dudas, sin bienes sino con pocos peces y panes que se comparten
Imagino la comunidad del Nazareno sencilla, pobre, itinerante, tal como esa muchedumbre que te acompañaba a todos lados en la tierra palestina, sin paradero ni domicilio fijo. Imagino la iglesia entonces entre los pobres, los que no tienen nada que cuidar. La imagino sin certezas sino llena de dudas, sin bienes sino con pocos peces y panes que se comparten. Imagino una iglesia que no quiere dar clases y cátedras de todo y a todos, más bien la imagino caminando a tientas dando testimonio solo del amor (mírenlos cómo se aman).
Tal vez mi imaginación es propia de un niño, llena de inocencia y candidez, pero así te imagino.
Tal vez el gran problema es el origen de estas líneas… preguntarme dónde estas? Cuando la clave es no buscarte Iglesia, sino construirte día a día tal como te imagino.
Tal vez baste con mirar la vida del Carpintero de Nazaret y descubrir en su propia vida la forma, la imagen, el sabor y hasta el olor que debe tener su especial comunidad de amor.
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