En primer lugar quiero agradecer la iniciativa del ex Presidente Lagos. El documento presentado por él hace algunos días -"Chile 2030: Siete desafíos estratégicos y un imperativo de equidad"- se ha convertido en un importante generador de discusión. Ha propiciado un intercambio de ideas que, si se sistematiza adecuadamente, puede llegar a ser sumamente fructífero. Creo que éste es justamente el principal aporte del documento. En un momento en que cuesta aglutinar intereses, en que cada quien lucha sus propias batallas y pocos miran los desafíos del país globalmente, en que priman los "solistas voluntariosos" por sobre las "armonías corales", instancias como ésta -propiciada por el escrito comentado- resultan indispensables.
Es simbólico y valioso que el documento se presente como un trabajo inacabado. Siento -y me alegro por ello- que estamos invitados a terminar la labor, o al menos a intentarlo considerando que ningún documento de este tipo puede verdaderamente culminarse si trata de dar cuenta de los desafíos de una sociedad dinámica y en constante cambio.
Creo que es un acierto poner la equidad como eje central la problemática nacional, tanto por lo que muestra la evidencia como por una simple cuestión ética e ideológica. Todo proyecto de izquierda (sea la izquierda que sea) debe apuntar a la construcción de una sociedad de iguales, y no sólo en lo referido a las oportunidades sino también a las condiciones (materiales) y competencias necesarias para que cada ciudadano pueda aprovechar realmente las oportunidades que se le ofrecen, y sea además capaz de generarse sus propias oportunidades.
Sabemos que dejando todo en manos del mercado cada individuo termina siendo igual -únicamente- a quien tiene la misma capacidad adquisitiva, generándose así -en un contexto de extrema desigualdad de ingreso- una sociedad altamente estratificada e inconexa. Es, lamentablemente, lo que vemos hoy en Chile. Esto se refleja, por un lado, en las diferencias abismales en la calidad de los servicios que reciben los chilenos según el estrato socio-económico al que pertenecen, y, por otro, en una notoria fragmentación y atomización social. Ambas cosas ayudan a generar un círculo vicioso que petrifica esta realidad injusta. Es tarea de "la mano visible" del Estado asegurar que todos los chilenos dispongamos de servicios básicos (educación, salud, etc.) de la misma calidad (ya no basta con asegurar la cobertura), y también el generar espacios públicos de encuentro, en que confluyan los ciudadanos independientemente de su condición económica. En este sentido la escuela pública debe constituirse en el principal espacio de encuentro del Chile diverso.
No quiero profundizar en cosas que ya todos sabemos -y que el documento aborda de buena forma-, y tampoco quiero ensayar soluciones que imagino (espero) podremos discutir en otro espacio -a partir de lo planteado por el ex presidente y muchos otros-. Lo fundamental, a lo que debemos apuntar hoy aprovechando instancias como esta, es a elaborar un proyecto claro y coherente, sustentado en convicciones, que nos permita soñar en un Chile más justo, y trabajar incansablemente por ampliar la base de apoyo social para que ese proyecto sea realizable. No es momento de buscar responsables por lo que se hizo y no se hizo en 20 años, es momento de que cada quien asuma sus propios errores y los enmiende. No es momento de medir la intensidad doctrinal de unos y otros, de diferenciar entre verdaderos y falsos izquierdistas, es momento de unir voluntades en torno a ideas.
Es hora de que vuelvan a ser las ideas y no los intereses políticos personales y los objetivos de corto plazo lo que nos congregue.
Es hora de que la acción política vuelva a estar enraizada en la sociedad, dé cuenta de las inquietudes de los ciudadanos y de los problemas de la comunidad, y al mismo tiempo ayude a gestar un espíritu comunitario que contrarreste el tan nefasto individualismo que nos corroe. La política debe volver a tener sentido para la ciudadanía, debe dar respuestas. El sistema político debe ser verdaderamente representativo. Para todo eso es necesario implementar un conjunto de reformas democratizadoras. Sin duda es indispensable eliminar el sistema binominal, instaurar la elección directa de autoridades regionales, avanzar hacia una inscripción automática con voto obligatorio, abrir canales de participación ciudadana, etcétera. Sobre estas y muchas otras cosas debemos seguir discutiendo.
Espero que esta conversación sobre el futuro de Chile a mediano y largo plazo prosiga, se incremente y fructifique, y que proliferen los espacios para que pueda ser replicada. Ojalá que en los próximos días y meses veamos muchos nuevos documentos invitando a debatir, a soñar y a construir el país que queremos para nuestros hijos y nietos.
Esta es una conversación que verdaderamente vale la pena.
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Foto: Niña bandera – Cecilia Aros / Licencia CC
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